EDITORIAL
De la guerra
de perros a la guerra de
constitucionalistas
“…que escriban pues la
historia
Su historia los
hombres de
Playa Girón…”
Silvio
Rodríguez
Calificar de perros, a los connacionales
enfrentados a muerte, en su propio territorio y por voluntad imperial; denota,
connota, devela, denuncia, el cinismo tanático del Pentágono y sus títeres
globales.
Dividir en dos bandos políticos la población
de un país, simplemente con repetir mil veces el vocablo “polarizado”, aunque
de un lado se incline el 70% de los -previamente estigmatizados- oficialistas;
el otro 20% silvestre se declare indiferente; y solo un 10% o menos, se
autoproclame oposición; acusa el poder de la tiranía mediática, enemigo mortal
al cual no se puede derrotar con simple deliberancia retórica, mucho menos con
campañas publicitarias tipo United Colors
of Benetton y sus agudos contrastes raciales estelarizados en: USA for Africa-We are the World, por
allá por los declinantes ochenta del siglo pasado, en yunta con el KKK y
Michael Jakson, el negro más blanco del mundo.
El enemigo actual es cobarde
Nada merece potabilización en esta Guerra con
la que nos asedian, no es verdad que todos los muertos sean iguales, ¡no sean
mentirosos!, los guardias nacionales muertos son soldados de la Patria
idénticos a quienes combatieron junto a Bolívar por la independencia, el mismo
valor, la misma gallardía, el mismo arrojo con una diferencia: el ejército
libertador estaba armado, apertrechado, y presto para la guerra entre hombres
fieros. El enemigo actual, es cobarde, servil, drogo, mercenario; sus cabecillas
semejan una sociedad de cucarachas, sobrevivientes de sus propias pestes
parasitarias, rentísticas, sus
cabecillas remedan la excrecencia social que ha azotado la humanidad entera
durante por lo menos los últimos quinientos años de esta moribunda civilización
capitalista, judeocristiana burguesa. El Continente Americano lo confirma en
toda su extensión a partir de la invasión europea. No por casualidad aquí nace
y aquí extinguiremos el Imperio totalitario del planeta Tierra.
Ni con la “postverdad” podrán embaucarnos
En eso estamos, y por eso esta guerra
disfrazada de asimétrica para cantar victoria anticipada, para doblegarnos de
antemano, para que nos rindamos antes del combate, para que negociemos con la
MUD otro Pacto de Puntofijo, porque no es cierto que USA sea todopoderosa, ni
con su leyenda urbana de la tal posverdad
podrán embaucarnos, ni tan siquiera con sus asimetrías de supermanes y
otras brujas, para no volver a morder tierra como la mordió en Vietnam, como la
mordió en Bahía de Cochinos; para impedir otro Vietnam en cualquier lugar de
este mundo y a cualquier buena hora, y
otra Bahía de Cochinos aquí en Nuestramérica, porque si alguna guerra ha sido
palpablemente asimétrica y gloriosamente victoriosa ha sido la Guerra de
Vietnam; si alguna invasión imperialista ha sido cobardemente asimétrica y
cubanamente gloriosa, ha sido la de Bahía de Cochinos.
El “perdón de Diosdado”
Por eso ya está bueno de disquisiciones entre
eruditos constitucionalistas de cualquier acera: la señora Luisa Ortega de
Ferrer ya renunció y lo enunció: no acata, no obedece, al Tribunal Supremo y ya.
Ella es caprichosa y malcriada cual mimada quinceañera menopáusica. La señora
es una criminal de guerra, cómplice por omisión del ataque armado del ladrón de
helicópteros. La susodicha señora se plegó a la renunciante Asamblea Nacional
plegada a sí misma, la que se huele y se escarba el fondo del ombligo porque no
tiene otra cosa que hacer sino azuzar su verdadera pelea de perros MUDaica,
orquestada por el bufón infeliz, usurpador de la presidencia parlamentaria. La
tristemente célebre Asamblea que agavilla huestes de adolescentes para
entrenarlos en sicariato, linchamientos, narcoadicción, piromanía, y cualquier
otro morbo difundido por la televisión, los videojuegos y el cine
norteamericanos.
Nos sumamos con aplausos y voluntad de
lucha al “perdón” de Diosdado. Es parte
de la historia, pero no permitamos más martirio. La sombra de la traición
siempre nos ha acompañado, desde Bolívar hasta Chávez. Y las hemos vencido. El
“yo” responsable de Diosdado forma parte fibrosa de nuestra conciencia en esta
hora de calor. En eso, y en otras –y urgentes- necesidades de radicalización de
esta revolución, todos somos Diosdado, todos somos Nicolás, todos somos Hugo.
La historia está por escribirse
Por ahí anda suelta una puntica mal amarrada,
un hilo suelto, un encalamoque mal envuelto que tiene que ver con la doña
extásicamente sedienta y, de trémula voz; la misma que a pocas horas de ser
vitoreada, y de ella ensalzar a los sobrevivientes de los focos aventureros
-con la excusa personalísima de homenajear a los asesinados por los verdugos
adecos copeyanos del Puntofijismo-, se soltó el moño y se lo dio en ofrenda a
Ramos Allup para refrendar su compromiso con la contrarrevolución, y su
distancia ética y política con los hombres y mujeres cuyo nombre y trayectoria
utilizó de mampara para mimetizarse con el chavismo, el socialismo, y el
antiimperialismo bolivariano, surge una duda: ¿quién le diseñó esa táctica?, la
respuesta brilla como el diente de oro de
Pedro Navaja, y duele como puñal clavado, por los traidores insepultos, en la
memoria de Livia, de Jorge Rodríguez, de Pasquier, de Alberto Lovera y otros
caídos…
La historia está por escribirse, apenas hay
borradores a medio hacer, lo silenciado es más voluminoso que lo dicho, y lo
descrito tiene la huella del Ego narrador de quien narra en primera persona y
en ausencia de los testigos principales. La gesta guerrillera en Venezuela, su
derrota pacificada por Caldera y sellada en sangre con el asesinato de Jorge
Rodríguez, esconde entre sus páginas no escritas aún, la oprobiosa traición de
muchos, los pasos sigilosos de aquellos que rondando las esquinas del miedo, no
perdonan el coraje de quienes no retrocedieron, no pactaron, no se vendieron,
no vendieron al pueblo. Quienes permanecen acechantes, envidiaron y seguirán
envidiando eternamente a Chávez porque él logró lo que ellos no supieron, ni
pudieron, ni siquiera vislumbraron que él haría.
Entre esos muertos, insepultos de la
historia, le están escribiendo el guión a esa pobre señora de Ferrer.
Kloriamel Yépez Oliveros
Federico Ruiz Tirado
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