LA PERVERSION MEDIATICA
Federico Ruiz Tirado
La
palabra es inglesa (¡no faltaba más!), “post-truth”,
y como sus laboratoristas no salen de sus cubículos hasta dar por cumplida la
misión deslengualizadora, han venido desde hace un tiempo barajando opciones
que quizás distraen a los lingüistas, que son los primeros astilleros de la
semiótica y lanzan teorías
“confundiendo” o “aclarando” la importancia o no del prefijo pos, con
“con “t” o sin ella, para después de dar la vuelta a la luna, señalar una
traducción potable, como merece, sin duda alguna, este neologismo tan ahora
entalcado en los múltiples tinglados del arsenal mediático. Recordemos
que todo lo político es mediático, o al revés.
Lo bizarro, lo blanco que no es blanco
Desde otros
campos de la ciencia (el psicoanálisis, la psicología y seguramente la
psiquiatría; o desde el lado oscuro –o no- de la pos(t)modernidad, que licúo
todos los relatos históricos e hizo un batido de frutas mixtas (con citas de
Bhartes, Freud y Marx) para que los enamoradizos de la filosofía y los expertos
en la llamada narrativa del “caos”, el nuevo orden o desorden amoroso, las
luminarias de las nuevas tendencias arquitectónicas (catedrales incluidas), se
distrajeran y se sumaran al mundo de los nuevos tanques discursivos; quizás de
muchos otros ámbitos, hasta esotéricos y religiosos, la palabra post-truth, seguramente entró ya al tuétano de las
jergas del poder y de su macabra sombra que despliega en la bolita del mundo.
Una pareja que camina por la acera
Y así, lo
que parecía ser una estatua, ya no es sino un espanta pájaro que sin que el ojo
humano lo sepa a ciencia cierta, pues lo sigue viendo como una estatua en plena
plaza pública de París, Altamira, o cualquier barriada del planeta. La
perversión es que alguien dijo, que desde la Guerra Asimétrica, las estatuas no
son tales ni tampoco hay pájaros para espantar. Una pareja que camina por una
acera ni siquiera es capaz de sentir que está psíquicamente afectada,
emocionalmente tambaleante. Porque ya la verdad dejó de ser aquella que antes
vieron y le tomaron el pulso de su cotidianidad.
Y Ultimas Noticias?
Que
persiguen los creadores o fomentadores del Truth? Al menos en Venezuela, la
realidad o la verdad están ahí, impregnadas de un horror que ya se ha hecho
cotidiano. Ayer nomás vi en Ultimas Noticias, V-23-J, el diario del profesor
Díaz Rangel, unos segmentos ¿noticiosos? curiosos y de terror: “Abatidos tres
extorsionadores”. Está en la contratapa. En una esquinita, con fondo rosado,
leo: “Belleza: Maite Delgado animará el Miss Earth desde Globovisión”. Pero en
la página 8, no sé si la destacan o no (¿es que ya es un hecho de la vida
diaria, me pregunto?) hay una escalofriante noticia: “Secuestran y queman a dos funcionarios policiales del Cicpc”. La pareja
caminaba por una calle de El Cementerio en Caracas.
Pero ahora, con el influjo de este post-truth,
no sabemos si el hecho es verdad o mentira, en ambos casos para enfermar a los
pobladores de la ciudad.
Este
“método” está ya siendo aplicado entre nosotros, sin duda. Apadrinado, entre
otros por Donald Trump desde el sagrado montículo donde las Estrellas hacen el lanzamiento
de un juego inaugural de las Grandes
Ligas, el invento, según la web, se
denomina en inglés “a lo ‘relativo a las circunstancias en las que los hechos
objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los
llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.
La
palabra del año
El
diccionario Oxford le otorgó a esta perla un premio que llama la atención: la palabra del año. Uno puede encontrar en
frases como «Oxford destaca que la palabra “post-verdad” pasó de ocupar un
lugar periférico en el uso cotidiano a ser eje de los comentarios políticos»,
«La sustancia fundamental de la ‘Post-Verdad’, corrompida y corruptora, es
justamente que la verdad ya no importa» o «La comunicación ha entrado en una
era que los expertos definen como la de la ‘post verdad política’» También dice
la web.
Abundan
opiniones sobre cómo se debe escribir
este prefijo post. Los académicos –sigue el comentario- recomiendan emplear la forma simplificada pos-, mejor que post-, en todas las palabras que lo incorporen (salvo
cuando se añade a aquellas que comienzan por s,
como en postsurrealismo).
Se
enfermarán las guacamayas
A
ver: yo propongo al aire libre una conversación sobre este tema. No digo
debate, ni foro, ni discusión. Éste es un aspecto que podría estar abriendo las
puertas de algo culminante en la guerra. Se enfermarán las aves, los perros,
los animales domésticos, las guacamayas. Nos enfermaremos de tanta verdad
tergiversada, de tanta omisión, de tanta implantación de matrices que dibujan
la muerte.
Vamos
a descorrer esta cortina y ver por dentro a sus monstruos.
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