jueves, 29 de junio de 2017




Yo, el clandestino


el clandestino
El pasado martes 27 de junio me volví a vestir con 
la franela roja donde están 
plasmados los ojos que miran desde el amor patrio
Era el día del periodista 
y me desplacé por varias calles, escenarios, lugares 
que frecuento y otros 
que no tan seguido. Encontré compatriotas que 
me saludaron con preocupación: 
“Camarada, debería evitar ponerse esa franela. 
Hay mucho loco suelto y lo mejor 
es que se cuide”.
Me pregunto y les pregunto ¿por qué debemos 
escondernos? 
Los ojos de Chávez 
deben seguir mirando, sin descanso, con firmeza, 
con ternura, con 
convicción bolivariana y socialista… ¿Quién soy 
yo para esconder que Chávez 
vive en mí? ¿Quién soy yo para vendarle la mirada 
al Comandante? ¿A cuenta de 
qué nos debemos esconder en las catacumbas, 
como aquellos cristianos después 
de la muerte de su líder, el Nazareno?
Yo vengo de la generación de los 
clandestinos. Militante revolucionario 
durante los períodos gubernamentales 
del llamado “puntofijismo”, trabajábamos 
y hacíamos nuestras tareas políticas con 
mucha discreción. Podían llegar a 
asesinarte, desaparecerte, torturarte, aprisionarte. 
Las listas de nuestros mártires, en 
aquellos tiempos, rebasan las tres mil víctimas, 
sin incluir en las cifras a los masacrados 
de Cantaura, Yumare o “el Caracazo”. 
El crimen, los asesinatos y desapariciones, 
formaban parte de una rutina de proceder de 
los gobiernos de entonces, del puntofijismo, 
en aquel intento por defender al Estado, 
al estatus quo de los dominadores, a sus verdugos.
Actualmente, los revolucionarios de siempre, 
ahora agrupados por el Comandante 
Hugo Chávez, en el ideal Bolvariano, 
Robinsoniano, Zamorano y socialista, 
somos Gobierno desde las elecciones victoriosas 
del 6 de diciembre de 1998. 
Chávez presidente y, ahora, Nicolás Maduro 
presidente chavista que gobierna 
obedeciendo al pueblo, en estos  últimos tres años, 
han representado el poder 
Ejecutivo, constitucional. Como todo proceso 
político, nuestra Revolución 
Bolivariana fue construyendo su perfil simbólico 
con el ideario de Bolívar, 
Robinson y Zamora, con el color rojo, con 
nuestra radical alegría, con 
los ojos de Chávez inmortal, plasmados en 
vestimentas muros y carteles, 
pero sobre todo en nuestros corazones.
Sobre esa memoria, sobre los espacios 
simbólicos que caracterizan nuestra 
patria, nuestra identidad, nuestra revolución, 
está atacando el perverso 
enemigo que se ha propuesto desestabilizar 
a nuestro país, derrocar al Gobierno 
constitucional, arrancarnos la soberanía y 
entregar nuestra patria al imperio 
yanqui-sionista para que se subordine a los 
intereses del gran capital. 
Si a través de la violencia, del terrorismo, 
de las amenazas, de la muerte, 
de la propagación del miedo, consiguen 
arrinconar a nuestro pueblo, 
desmovilizarlo, silenciarlo, clandestinizarlo, 
la derrota sería inminente
Hace falta resistir a todas esas arremetidas, 
defender nuestra patria es defender 
nuestra memoria, nuestra identidad, 
nuestros símbolos, nuestras calles
porque las calles son del pueblo y no 
de la burguesía, no de las oligarquías, 
no de los apátridas pitiyanquis.
Ahora vamos con fe a un proceso electoral, a 
realizarse el 30 de julio 
del presente año, que debe ser exitoso en 
la conformación de la 
Asamblea Nacional Constituyente, soberana. 
A ella no podemos llegar 
clandestinos. El pueblo debe seguir en la calle, 
defender con dignidad sus 
espacios, los de la memoria, los físicos, los de calle, 
los de la dignidad. 
Nada que temer. El Plan República vigilará 
celosamente –como lo ha 
hecho siempre- la seguridad de los centros de votación 
y de las personas 
que a ellos acudan para ejercer el sufragio. 
Nadie debe pasar a la clandestinidad. 
Votar con la frente en alto y con la convicción 
de que estamos contribuyendo 
a la defensa integral de la Patria, a la renovación 
del Estado, a la 
construcción de la paz, al perfeccionamiento de 
nuestras leyes para el 
cumplimiento de la tarea revolucionaria de 
ser definitivamente independiente 
y construir la Patria socialista.
No es momento para la clandestinidad, sino para 
esgrimir el rosto digno y 
el cuerpo erguido de los patriotas, que avanzamos 
con fe hacia la victoria a las 
que nos convocaran nuestros libertadores, con 
Simón Bolívar y Hugo Chávez a la cabeza.
Ilustración: Xulio Formoso

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