LA “POSVERDAD”, OTRA BESTIAL GRANADA MEDIATICA
Federico
Ruiz Tirado
La
contrarrevolución, ignoro si con cautela o con ella, pues si a ver vamos ésta no es una guerra cuyo
carácter no convencional, asimétrico o como se llame se ha deshielado por
completo, gota a gota sobre nuestras psiques y emocionalidades; pero sí estoy
seguro que con “cierta” y contagiosa
ayuda de los asesores de Trump, ha catapultado a nuestros voceros mediáticos -en
especial los intelectuales-, hasta la babel retórica postmo-progresista; es
decir; la verbosidad sociolingüística de
algunos que se desplaza en las redes sin que nadie la detenga.
Algo así
como “los valores humanos”
He notado
que muchos de los líderes parlantes, el vocablo “polarización” es como si éste
fuera un elemento esencial de la crisis -sin preguntarse ¿cuál crisis?-, que según la agencia publicitaria, Almagro-CIA
& MUD, descalabra a la República Bolivariana de Venezuela hacia el estado
fallido, la fatiga colectiva, la duda, el consabido “huir hacia adelante” y
otras prendas que lucen sin ambages en sus campos verbales. Pareciera, a veces,
que nos vaciaron encima el constructo ideológico de la palabra comprometida con
la erudición presunta, y no con el contenido liberador: algo así como aquellos Valores Humanos de Uslar Pietri y la
siembra del petróleo para abundarle cosecha a los bachacos fundillúos. Llegados
a este punto comienza a retozar un ensamble en la loma: Mamá yo quiero saber,
de dónde son los valores… que les encuentro rumores y los quiero conocer, con
su vaivén fascinante que me lo quiero aprender.
La tendencia
a las tendencias científicas, filosóficas, políticas, académicas y otras, pluraliza
la inteligencia -entiéndase capacidad de entender que poseemos los humanos no genios-, hasta la atomización; más
aún en esta era mediática o de
difusión automática de imágenes y palabras en la que se persigue la dilución
instantánea de toda sinapsis; de las ideas propias, del sabor criollo de cualquier
posibilidad de pensamiento, autónomo, que se pueda gestar en los individuos por
separado, en los individuos políticamente agrupados u organizados, o en los
pueblos en gesta emancipadora.
Ahora viene
la “posverdad”
El Chávez
pisapasito, sobre todo ese que miraba de reojo
los fenómenos globales que de súbito aparecían entre la telaraña del
poder mediático para distraernos con nombres grandilocuentes; ese Hugo Chávez
que le importaba un bledo lanzar una chanza, una raboecochino, mientras pensaba
en esas olas que venían generalmente de occidente, aunque a veces las fraguaban
en nuestras regiones más conservadoras para “manufacturarlas” en el subcontinente;
ese Chávez disposicionero, mientras se dirigía a la Venezuela que quiso hasta
su muerte y exponía un modelo liberador, también tenía sus hemisferios atentos
para buscar el epíteto susceptible de ser colectivizado, a modo de agregar un
ingrediente más a la formación política y cultural del pueblo a la que tanto se
dedicó para ahondar en los conceptos de patria, soberanía e independencia. De
ese modo surgieron muchos apotegmas, moralejas, decires, que se convertían de
inmediato en símbolos digamos políticos o “categorías” propias de su habla para caracterizar tal o cual
postulado sacado de los sótanos mediáticos del capitalismo mundial. Él siempre
supo cuál remoquete convendría mejor para que la fogosidad de su verbo y su
fuerza dialógica lo convirtiera en todo lo contrario del significado que nos
querían inocular de esos laboratorios que todavía pulular desde la llamada
guerra fría.
La tiranía
cultural planetaria es un hecho consumado y en franco proceso de reversión, el
dragón se muerde la cola, algo así como el último eslabón de la explotación del
hombre por el hombre, y ojo, que nadie me venga a corregir, “y de la mujer por
la mujer”, porque no hay lenguaje de género que valga; el patriarcado ha
civilizado con igual sevicia -una vez lograda y perfeccionada aquella ingeniosa
treta de la división social del trabajo-, tanto al hombre como a la mujer. El
dragón, para no chamuscarse la cola que se muerde allá en el paraíso infernal
de McDonald´s Trump, ha venido produciendo en sus factorías académicas, una
mini pléyade de sociólogos, sicólogos y semiólogos, expertos en mercadeo
ideológico, más ocupados en tecnología de la opresión que en saberes, doctores
en hechicerías manipuladoras para hacer cumplir la autoprofecía neoliberal: la
muerte de la historia y cuanto eso conlleva.
Ahora andan
con la “posverdad”: suerte de bulto disfrazado de Trump. Suerte de ventilación
mediática para convertir una mentira en verdad. O una verdad es una mentira:
eso depende. Suerte de fraude anticipado para que la mayoría crea, por ejemplo,
que la idea del sociólogo inventor de los “materos” y el “agua congelada”, de
los linchamientos y asesinatos medievales, son perpetrados por “los colectivos”
(entiéndase chavistas) y no por esas bestias salvajes que Monseñor Porras
bendice y los medios de comunicación
protegen.
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