Carola Chávez: Sordos peligrosos
En estos días hemos visto a la oposición ejerciendo un derecho político que profundiza la democracia, un derecho único, que no existe en ningún otro país del mundo, ni siquiera en aquellos que nos acusan de ser una dictadura, un derecho que no existía hasta que Chávez lo sacó a la luz y lo puso en nuestras manos.
Llegó la planilla para solicitar el referendo y la base opositora desfila masivamente por el carril democrático. Después de 17 años, después de golpes, sabotajes, conspiraciones, guarimbas, guarimbas y guarimbas sin otra Salida que las profundas heridas que deja la violencia, la mayoría de los opositores, víctimas ellos mismos de las locuras de sus dirigentes, hoy se abrazan a la legalidad democrática para intentar lograr el cambio que desean.
Ver a la base opositora metida de cabeza en la vía democrática es un triunfo que debemos celebrar todos. Verlos ahí apegados a la Constitución Bolivariana es una rayita en el cielo a favor de la paz siempre amenazada.
La dirigencia opositora, eso que llaman Mesa de la Unidad y que parece estar unida con saliva, parece no querer entender el mensaje que le envían sus bases. Divorciados de ellas, acostumbrados a ejercer la política de arriba hacia abajo, acostumbrados al caos y la desestabilización, en lugar de celebrar lo que han llamado El Firmazo, insisten en la peligrosa torpeza de insistir, a la vez, en el conocido caos que ellos llaman “calentar las calles”. Un acto de malabarismo suicida que atenta contra la mismísima posibilidad de lograr, dentro de la legalidad democrática, el objetivo que persiguen. ¿A cuenta de qué?
A cuenta de que hay poderosos factores, internos y externos, a los que el pacífico camino de la legalidad truncaría sus planes. Es que la paz no es un buen negocio. Es a esos factores a los que responde la MUD. Son ellos los que los financian, los que ordenan, y es a ellos a los que hay que rendir las cuentas que la paz les descuadra.
Referendo y calle. “Presión ciudadana”: Marchas masivas convertidas en “cabildos abiertos”, en monólogos de baja asistencia. Neocabilleros blanco-naranja pidiendo sangre, petimetres amarillos en un “sí, pero que no se note”, mientras los opositores de base acuden, esta vez sí, a firmar tal como dice la Constitución. ¿Habrá en la MUD alguien capaz de escucharlos?
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