viernes, 27 de mayo de 2016

Néstor Francia/Análisis de Entorno: El bojote de Albert Rivera

 nestor francia 720

Si algo puede ayudar a comprender de qué va la lucha del movimiento revolucionario venezolano, que es mucho más que el Gobierno (aunque en un momento como este, el Gobierno es parte de él, así quieran negarlo algunos obtusos practicantes de los atavismos, mitos y dogmas de la ultraizquierda y la izquierda tradicional, quienes se caracterizan por no lavar ni prestar la batea) son las posiciones que se asumen en el campo internacional. Algunos gobiernos progresistas de nuestro continente están llenos de defectos, inconsistencias, incoherencias e inconsecuencias, pero son la cabeza visible, la vanguardia política patente, real, de la lucha por la soberanía y contra las pretensiones de dominación del imperialismo.
La situación internacional es harto compleja, como bien se sabe. Su característica más notable es la crisis profunda, general y estructural, del sistema dominante, el capitalismo. Esto no significa, para nada, que su derrumbe esté a la vuelta de la esquina. Es verdad que ha retrocedido en el terreno geopolítico, que la economía está en graves problemas, que vive conflictos por doquier, incluyendo sus propios territorios. Pero conserva todavía un formidable poder militar, una supremacía cultural que cala a los humanos hasta los huesos, y un aparato mediático fuerte, experimentado y bien estructurado que es parte fundamental de sus aperos bélicos.
El imperialismo es, repetimos con Mao, un tigre de papel, tan fuerte y agresivo como vulnerable. Por eso mismo se defiende como gato panza arriba, apelando a todos sus recursos, entre los cuales destacan sus alianzas con factores reaccionarios de los distintos países, que también perciben el peligro en que los coloca este mundo revuelto, este torbellino incontrolable, estas potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros, como establecieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista
En el contexto de esa situación imperial se desarrolla la contraofensiva reaccionaria en el continente americano, estimulada además por sus recientes y resonantes éxitos en Argentina y Brasil. Esta contraofensiva se concentra ahora, con inusitada fiereza, en Venezuela. Por ello la derecha criolla arma los andamios por donde escalaría, llegado el momento, la agresión internacional contra nuestra Patria. Por ello las muy abundantes declaraciones de sus distintos congéneres políticos internacionales, por ello el desproporcionado ataque mediático, por ello esas visitas indeseables, como la de este benjamín de la rancia derecha española, el señorito Albert Rivera.
Albert Rivera es el principal dirigente de “Ciudadanos”, el último grito de la burguesía española ante el desprestigio creciente de sus dos partidos tradicionales, el PSOE y el PP. También es la respuesta al ascenso de la izquierda electoral más definida de España, el partido Podemos, quien para las próximas elecciones va en alianza con otra fuerza progresista de allá, Izquierda Unida. Ciudadanos, al igual que Podemos, es una fuerza política en ascenso, y junto al partido de Pablo Iglesias conforman una dupla que ha venido latiéndole en la cueva a la derecha clásica que ha dominado España desde la caída del franquismo. Con un discurso supuestamente novedoso, de “modernidad”, con rasgos de la anti política, ha logrado convocar a sectores del pueblo español decepcionados del sistema pero al mismo tiempo con una vena conservadora que los hace temer por un eventual gobierno de la izquierda. Ciudadanos es, pues, una especie de Primero Justicia o Voluntad Popular venezolanos, partidos derechistas, representantes de la burguesía, nacidos desde y sobre las cenizas de las representaciones políticas de la Cuarta República. Por supuesto, a la derecha venezolana le conviene retratarse con este españolito casi juvenil, con porte de maniquí, prácticamente desconocido por estos lares, mucho más que con otros que están bastante “rayados”, como Aznar o Felipe González.
En todo caso, con este sujeto injerencista vale aquella frase criollaza de la que gustaba mucho Chávez: por más que se tongonee, siempre se le ve el bojote. Sus declaraciones en Venezuela rebosaron con toda la hipocresía y la mala leche de sus conmilitones del patio. Rivera sentenció, como si fuera un ducho conocedor de la política venezolana que aunque “parece que sea la oposición que no quiere diálogo, el que no quiere dialogar en Venezuela es el Gobierno, que quiere expulsar incluso a los diputados que venimos a buscar ayudas y soluciones” ¿Quién diablos expulsó a Rivera de nuestro país? ¿Acaso estas declaraciones intervencionistas y agresoras no las dio pisando el suelo de la Patria? ¿Vino este canallesco personaje a ofrecer “ayudas y soluciones”? ¡Yo te aviso, chirulí y a otro perro con ese hueso! De atizar la conspiración se cansó más bien este despreciable metiche.

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