jueves, 26 de mayo de 2016

nestor francia 720Néstor Francia/Análisis de Entorno: Ultima proyección de escenarios 


Hoy terminaremos la serie de Análisis sobre la proyección de escenarios con otro que, como todos los anteriores, no puede descartarse, por más que ahora aparezca como poco probable. Es lo mismo que con el escenario de golpe de Estado: está ahí, tal vez se piense que no hay condiciones hoy, pero pueden surgir mañana en la particular ruleta política de la Venezuela actual que navega en medio de vientos tormentosos. Ese último escenario a proyectar es el del diálogo político como fórmula para resolver las contradicciones.
En el desarrollo de este Análisis nos vamos a apoyar en declaraciones de dos personajes que se ubican en las antípodas del pensamiento político: Chuo Torrealba, ecretario ejecutivo de la MUD, y Alí Rodríguez Araque, embajador de Venezuela en La Habana. Comencemos por decir que la MUD ha hecho una lectura errada de los resultados del 6D. Hay quien dice, como Oscar Schemel, que tampoco ha hecho una lectura correcta el sector revolucionario. De esto último no estamos del todo seguros, ya diremos por qué.
Lo cierto es que Torrealba ha declarado que “Desde el 2015 la Unidad dejó de ser reactiva y pasó a ser propositiva. Los casi 8 millones de votos que sacamos el 6 de diciembre de 2015 fueron emitidos no a favor de un partido o de unos nombres, sino de una alianza que propuso un Programa: La Venezuela Unida”. Por supuesto que está equivocado. El pueblo no votó a favor de tal cosa, que ni siquiera conoce, sino contra los problemas económicos, considerando que una apertura del cuadro político acercaría al país a soluciones más o menos expeditas, y a algunas formas de consenso. Se equivocó de largo a largo. La situación económica se mantiene igual, y acaso peor, y la polarización se ha radicalizado. Hoy vivimos en el país una crisis de liderazgo, pues la mayoría de los venezolanos no se siente representada por ninguno de los dos sectores en liza. Tanto el chavismo militante como la oposición a rajatabla son minorías, que en ningún estudio conocido llegan al 30% cada una.
A la luz de esta realidad, los discursos políticos nacionales pueden aparecer como confusos. El mismo Chuo Torrealba expresó: “El único que está interesado en la violencia es el gobierno. Los únicos recursos que le quedan al gobierno son la violencia institucional, que ejerce a través de la burocracia (CNE, TSJ, etc.) y la violencia física, que ejerce a través de los cuerpos represivos y de los grupos irregulares. Más que equivocados, necios seríamos si ubicáramos nuestra lucha en el terreno de la violencia, el único en que el adversario conserva alguna fortaleza”. En esta última consideración Torrealba lleva algo de razón. En cualquier confrontación violenta que se presentase en Venezuela, la derecha sería barrida a la vuelta de unos pocos días. Su única opción de triunfo sería la intervención foránea, regular o irregular, y ellos lo saben, por eso preparan el escenario para dicha intervención, si la consideraran necesaria, tanto ellos como el Imperio. Pero al mismo tiempo, Torrealba asoma la otra cara de Jano: “Nuestras movilizaciones no siempre serán de militantes partidistas llamando a la población a asumir la defensa y promoción del cambio político, sino también de militantes y dirigentes políticos acompañando a ciudadanos indignados, a sectores populares en lucha que se enfrentan al gobierno exigiendo comida, medicinas, empleo, agua, luz y seguridad”. Es decir, dicen no ser violentos, pero al mismo tiempo apuestan a la promoción de la conflictividad. Es un doble juego táctico, que se movería de acuerdo a la circunstancia.
Aquí damos paso a palabras de Alí Rodríguez Araque: “El gran conflicto está ahí, y es por el poder político, que tiene como componente principal la batalla por su gigantesca reserva petrolera, por su posición geoestratégica en relación con el resto de Sudamérica y del Caribe, y por la distribución del ingreso”. De manera que cualquier posibilidad de diálogo político siempre estaría enmarcada, al menos por ahora, en medio del conflicto por el poder.
Esto último es relevante, porque es precisamente el desarrollo del conflicto, y más precisamente su agudización, lo que más probablemente podría conducir a dicho diálogo. Tendría que haber una ruptura del relativo equilibrio actual de fuerzas (la oposición tiene más votos, el chavismo más fuerza moral y material) para que el diálogo fuese posible o en todo caso para que diera frutos. O la eventualidad cercana de una confrontación irregular de al menos mediana intensidad. Porque en la situación actual cualquier diálogo político en Venezuela tendría que desembocar en algún tipo de negociación, que tendría como centro la capitulación absoluta o relativa de algunos de los dos grandes sectores enfrentados y la resolución, al menos temporal, del tema del poder. Aún no sabemos que nos depara el futuro inmediato o mediato, así que no podemos aventurar más detalles de ese posible escenario.
En todo caso, la interpretación de los resultados del 6D seguramente es incompleta por parte de los revolucionarios, se nota en muchas cosas, pero tampoco es del todo inexistente. Para nosotros, lo que más podría acercarnos a una interpretación básicamente correcta, es el tema planteado por la dirigencia sobre el debate en torno a las formas de lucha, porque una precisa resolución de ese tema tendrá importancia cardinal y transitará necesariamente por ahí.
Dos consideraciones de Rodríguez Araque son relevantes, llegados a esta altura del Análisis. Una: “Yo veo un encadenamiento dialéctico, si quieres, entre estudiar, analizar y comprender para poder definir el rumbo, el norte hacia donde nos orientamos. A veces incluso hay que andar en zigzags sin olvidar la dirección general.
Es decir, debemos tener clara la visión general, de largo plazo, y la del corto plazo” ¿Estamos preparados para “andar en zigzags sin olvidar la dirección general”, que en este momento parece tan necesario? Con franqueza, no tenemos ahora una respuesta para esa inquietud.
Otra de Alí: “En el momento presente se ha avivado mucho la pugna, debido a los problemas económicos que, como ya lo comenté, estamos enfrentando. Pueden  agregarse a ellos, nuestras propias limitaciones como el insuficiente estudio de las cosas y la no suficiente explicación al pueblo. Esto no puede ser solo tarea del Presidente. Tiene que ser una ofensiva nacional y mundial”. Sin comentarios.

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