Almagro a través del espejo
Por
Jesús Ernesto Parra
Al final del laberinto
En muchas de sus notas los místicos apuntan que
al llegar al final del laberinto, el viajero que se aventure a su tránsito, se
encontrará de manera irremediable con un espejo. En varios de esos textos, la
mística propone al paseante que ante la parálisis fruto de su propia imagen
solo tiene dos opciones: o cruzar el espejo, dejando atrás a su propio yo, o
bien darle la espalda, para hacer el camino del vuelta a la entrada del laberinto.
Luego de muchos años de política hostil y poco
imparcial hacia Venezuela, la OEA – a través de su Secretario General- ha
anunciado que iniciará las convocatorios para activar los procesos incluidos en
el Capitulo IV de su Carta Interamericana. Este segmento del documento lleva
por título Fortalecimiento y
preservación de la institucionalidad democrática, y en su artículo 20 –que
cita Almagro en su cuenta twitter- reza lo siguiente:
Artículo 20
En caso
de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional
que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado Miembro o el
Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo
Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar
las decisiones que estime conveniente.
El
Consejo Permanente, según la situación, podrá disponer la realización de las
gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover
la normalización de la institucionalidad democrática.
Es decir, si dentro de ese foro se llega a la
conclusión de que esa apreciación de Almagro sobre Venezuela es correcta, esta
instancia tomará medidas diplomática sobre el nuestro país, y más aun se
colocaría en un escalafón supranacional para incidir de forma decisiva sobre la
actualidad local. En pocas palabras, estamos a las puertas –o ante el espejo-
de una intervención internacional contra Venezuela.
Para quienes hemos seguido esta ofensiva
diplomática contra Venezuela no es asunto de sorpresa la declaración de
Almagro. Los intentos de deponer al gobierno legítimo por la vía violenta, en
los años 2002 y en el 2014, fracasaron estruendosamente. También las fórmulas
de acceso a instancias de poder, a través de las elecciones, no le han otorgado
a la derecha venezolana los instrumentos necesarios para sus fines, que no son otros
que revertir el proceso político popular desencadenado desde la llegada de Hugo
Chávez en 1998. Por último, y por contradicciones internas, el referendo
revocatorio se ha convertido en un trofeo cada vez más lejano para la derecha puesto
que los tiempos, circunstancias, e incluso la dinámica social no cuadran en la
aritmética de los hechos.
Confesiones de una máscara
Almagro es la única salida a la oposición
mundial al chavismo. Vamos a cometer el exceso de calificarla de mundial, y lo
explicaremos en breve. Solo queremos destacar dos elementos que faltaban en la “Ecuación
OEA” para que todas las condiciones de la tan machacada Carta Democrática,
luego de muchos años, finalmente viera luz sobre la Venezuela del chavismo.
Primero, las condiciones objetivas de la
diplomacia regional. Ya de salida, la administración Obama lleva adelante un
trabajo de profilaxis política en la región. Para un mundo donde el dólar se
debilita, se complejiza la activación de inversiones y se avanza hacia una
catastrófica recesión, un vecindario libre de “populismos” es condición
obligatoria para los intereses de Washington. En ese sentido el golpe a Dilma
Rouseff ha devenido en el tiro de gracia a los procesos políticos progresistas
de la región, pero también implica que en escenarios como el que enfrentará
pronto Venezuela en la OEA la correlación de fuerzas, alianzas, y votos tendrá
un cariz completamente distinto y posiblemente desfavorable a la defensa del
Presidente Maduro.
El otro factor de la ecuación son las
condiciones subjetivas donde se desarrollaran estos acontecimientos. Una vez
activada la carta, y si el consenso es favorable a sanciones internacionales,
nuestros vecinos (USA, Colombia, Brasil [sin Dilma]) se verán obligados a
romper con muchos lazos comerciales, diplomáticos, y políticos con Venezuela. Y
estas sanciones no recaerán sobre la potente economía del año 2009, sino con la
depauperada situación económica y social de la post guerra económica actual con
la que fue despedazada nuestra capacidad productiva y la integridad,
estabilidad, y sentido del criterio psico-social de gran parte de la población,
que fue reducida de pueblo combativo a una amorfa masa crítica.
Pero lo que llama la atención es el componente
simbólico del anuncio de Almagro. Lo hace desde su cuenta en redes sociales, y
en uno de sus comentarios invoca un sentido de imparcialidad en sus palabras
–sin prejuzgar, se atreve a decir el diplomático uruguayo- pero en la imagen
que le acompaña nos deja una confesión atronadora. Es la máscara que finalmente
se cae, para mostrarnos su rostro ante el espejo de la historia. Almagro activa
la Carta Democrática desde una gráfica donde le acompañan José María Aznar,
Lilian Tintori, y Mitzy Ledezma, y desde la que se explica porque afirmamos que
contra el gobierno bolivariano la ofensiva es mundial. Los actores locales,
regionales, y globales del antichavismo mundial se retratan antes de salir al
ruedo.
Más allá hay dragones
Extraño sería pensar que Almagro, la OEA, y
Washington actuaran distinto. Y lo peor es no haber contemplado con seriedad
este escenario. Incluso, para opositores venezolanos que pretenden seguir
viviendo en Venezuela, cuando las condiciones de pre guerra se desencadenen
sobre nuestro país, esta realidad no tiene vuelta atrás. El estado de las
instituciones, la seguridad nacional, de los poderes públicos, la economía y
nuestra relación con el mundo a partir del instante en que Almagro cruce el espejo
serán completamente distintos.
Lo que era una confrontación en el terreno
mediático, que transitaba a trompicones lo electoral pare devenir en violencia
estructural, económica, y paramilitar, terminará por ser una guerra abierta a
escala regional, desencadenada por un diplomático uruguayo adicto a las redes
sociales. Después de muchos años de pensarlo, los actores de la tragedia
venezolana se quitan las máscaras. No podíamos esperar menos de viejas instituciones
fundadas bajo el Consenso de Washington, de grupos económicos oligopólicos y
rentistas, de partidos políticos vetustos y una psicopatocracia criolla
decidida al suicidio colectivo: Si yo no mando, no manda nadie.
Cruzar un espejo es cruzar también un umbral,
eso no lo advierten los místicos. Y los umbrales, por no se límite, son
peligrosos. Nunca sabemos como terminan. Capaz la recomendación no aplique para
un Almagro tan decidido, pero así como oportunamente no aplicó la Carta
Democrática en un Brasil que efectivamente vive un golpe de estado, probar
sobre Venezuela esa vacuna puede traer efectos perjudiciales. Hasta ahora la
oposición no había asumido responsabilidad de sus acciones desestabilizadoras
¿Lo harán los Ramos Allup, Maria Machado y Julio Borges de turno? ¿Quién de
estos nos dirá al país que apoya una intervención internacional contra
Venezuela? ¿Están seguros que aun destruidas sus psiques por la guerra
mediática la gente dejará pasar esa? Detrás del espejo están los dragones,
Almagro. Buena Suerte.
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