martes, 30 de mayo de 2017

El Top 10 de las incongruencias más escuálidas y más comunes

La derecha venezolana está repleta de inconsistencias políticas e ideológicas de toda índole. No hay que culpar a los opositores del todo, pues todo sector político se puede ver atrapado en incongruencias.

El asunto preocupante es cuando tales inconsistencias se reproducen en el imaginario político aguas abajo entre seguidores de la derecha y éstas pasan a ser de leves a absurdas inconsistencias, imposibles de ser vistas así por quienes las practican y las profesan. 
 
En 15 años de Revolución Bolivariana y majadería política desatada desde la dirigencia de la derecha hasta sus seguidores, lo que viene a continuación puede llegar a ser hasta incomprensible por psicólogos y analistas de la cuestión social. Esta nota va dedicada con cariño a los seguidores de la oposición. Algunos podrían sentirse aludidos. Pero como Misión Verdad es una página castrocomunista y chavista, no tan visitada por los opositores (con la excepción de algunos algo más que intensos), nuestra labor como lectores es hacerles llegar esto para que piensen un poquito en lo que están haciendo. Nuestro deber es orientarlos. No nos vayan a malinterpretar.
 
 
      
  1. "No soy de derecha". Parece que "ser derechista" es una cosa admitida por muy pocos verdaderamente obecados opositores que sí sienten orgullo en identificarse como tal. La mayoría de ellos suele decir: "No soy de derecha, pero odio la izquierda". Otros dicen: "Yo no soy ni de derecha ni de izquierda". Unos con la brújula más atrofiada dicen: "Yo soy de mentalidad de izquierda, pero voto por Capriles". Otros, creyendo que el centro existe, dicen: "Yo soy de centro". A fin de cuentas el sentido de la lateralidad política entre los opositores parece ser similar al de Forrest Gump, quien por tener signos de retardo y autismo tenía que estirar un brazo hacia adelante para diferenciar qué lado era cual. La razón es que también muchos opositores saben, entienden, que ser catalogados "de derecha" es inscribirlos en un sector político al cual es necesario sacarle el cuerpo, por ser ese sector político la esencia de lo conservador, donde las élites económicas rigen el sistema a ultranza y donde se refugia la ideología de los fascistas, al peor estilacho de dictaduras bendecidas por curas. Qué raya. 

  2. A muchos les gusta el Pepe. Tal vez ellos ni saben que el Pepe fue un guerrillero Tupamaro, léase bien: TU-PA-MA-RO, que echó plomo y estuvo preso. Pero esa es otra historia. Lo curioso aquí es ver a un opositor publicar en redes sociales fotos de Pepe Mujica bajándose de su volbajito, con una frase de ser humilde y de que es el Presidente más pobre del mundo y tal. Las publican con frases del tipo: "Así deberían ser nuestros presidentes. Humildes y sencillos. Que vivan como nosotros". Pero no olvidemos que son los mismos escuálidos de mente que en dos elecciones presidenciales votaron por Capriles, y en aquellos tiempos decían que Capriles estaba forrado en real porque venía de "una familia bien", que por eso "no iba a robar como Presidente" y que "Capriles y su familia han trabajado para tener lo que tienen". ¿Y la humildad y que el Presidente viva como pelabola donde quedó?


  3. Robar porque otros roban. Comerciantes estafadores, cadiveros profesionales, bachaqueros y otras especies de malandros hacen vida en la oposición venezolana en muy buena parte. Te subes a un avión y los ves hablando entre sí de "lo mal que está el país", del "ladronaje del Gobierno". Los ves rumbo a México con todo y carajitos a pasar cinco días y llaman por teléfono para cuadrar cómo vender "sus" dólares a cien bolos cada uno al llegar de vuelta a su "país en crisis". La frase de excusa es perfecta: "Es que uno tiene que hacer así para recuperarse un poquito por como están las cosas". 


  4. Guarimba for ebribadi. Se encierran en su urbanización con barricadas, cauchos y basura quemándose. Colocan imágenes que dicen: "Ya basta de muertos, basta de violencia" en plena barricada. Cacerolean o destruyen las propiedades de "los sapos chavistas", y hasta los amenazan de muerte y los coñacean. Ponen guayas degolladoras. Cuando sus propios vecinos escuálidos intentan salir a pie para trabajar o estudiar, cruzando alambres, barricadas y botellas, tapándose la nariz y la boca para no respirar el humo del pañal full de mierda quemándose, les dicen: "Esto también es por ti, es por tu bien; discúlpanos las molestias, es que estamos construyendo un país". 


  5. Un Chery para llevar par favaaaarr. Los opositores de clase media son destacados analistas sobre temas de populismo. Si una familia damnificada, refugiada, recibe un apartamento equipado de la Misión Vivienda, suelen decir: "Les dan eso y por eso no trabajan", "les dan el pez sin enseñarles a pescar". Si ellos se meten en una lista de un carro Chery nuevo bien barato, y el Estado venezolano les atiende "sus necesidades" (porque vaya que ellos sí que tienen una facilidad enorme pa subirse en esos carros), luego dicen: "Esto no es un regalo, es mi derecho por ser venezolano". Nuestra gente que vive en refugios, sin hogar, a quienes se les vino el rancho encima, no tienen necesidades ni son venezolanos. Ellos sí. Ellos sí saben pescar. 


  6. "Seguro es de Diosdado". Parece que la única riqueza obscena en Venezuela es la que tiene Diosdado, sin que exista prueba alguna de su supuesto gran conglomerado empresarial y transnacional. La derecha entiende la corrupción de maneras muy extrañas. Parece que la gran riqueza oligarca saqueadora de divisas y especuladora es bien habida, pues de ella nunca hablan. Siendo un hecho que hay choros pintados de rojo, parece que para ellos no hay choros blancos, verdes u amarillos, pues nunca hablan de ellos. Ninguno entre ellos se explica cómo es que, por ejemplo, Antonio Ledezma, quien empezó pobre en la política y que sólo ha ocupado cargos públicos desde hace 30 años, es cada vez más rico. Y si fuera el caso que Ledezma no es choro sino empresario, entonces, ¿cuál es el lío si Diosdado fuera empresario? ¿Se ve la incoherencia? La obsesión es con Diosdado, les encanta Diosdado. "Oooohhhh Diosdado". 


  7. Cuando éramos felices. Voy a emplear sólo un ejemplo de las remembranzas escuálidas sobre el "cuando éramos felices y no lo sabíamos". Veamos un ejemplo entre la clase media: los carros nuevos. Cierto es que hay carros nuevos que hoy son inalcanzables. Pero no tanto por su precio real, sino por su precio especulativo, mafias y demás menesteres, dado que las listas de espera son larguísimas porque un gentío ahora se puede comprar carro nuevo. Algunos dirían: "Es que no hay carros ¡No hay carros!". En Venezuela hubo 90 años de historia automotriz e incontables bonanzas petroleras antes de Chávez. En ese tiempo el parque automotor alcanzó su pico de 2 millones 200 mil unidades de vehículos particulares en 1999. Esa cifra es hoy de 4 millones 300 mil unidades, es decir, el parque de vehículos particulares se duplicó en 15 años de Revolución culpechiave. "Nunca tuvimos una crisis para comprar carros nuevos en la Cuarta", dicen algunos. Claro. En la Cuarta ibas a comprar un carro y te ofrecían cafecito y te llevabas el carro de prueba. Porque no había casi clientes que compraran. Medio mundo estaba mamando y los créditos eran imposibles de costear. 


  8. "Yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista". Las frases: "En este país", "Si nosotros fuéramos como otro país", "El problema de este país" y etcéteras, son comunes entre muchos bobositores. Parece el suspiro del que se quiere ir, inconforme con todo a su alrededor, asumiendo que en todos lados es mejor que aquí. Son frases del llanto eterno y la quejadera constante, el peo del tercermundismo y de que "el país está vuelto mierda". De pinga. Cada quien tiene derecho a decidir qué quiere hacer con su vida y en dónde. El lío es que el 99,9% de los que andan en semejante llanto lastimero no se han ido y parece que, pa' desgracia, no se van a ir y nos los tendremos que aguantar. Cuando asumen que no se van dicen: "Yo me quedo en Venezuela porque yo soy optimista, de que vamos a salir de este Gobierno y esta pesadilla". 

    El "malestar de país" viene con postales de los bulevares de Madrid, las playas de Miami y las calles de Santiago. Luego se acuerdan que Maduro no ha caído y se les pasa. Después vuelven con el discurso de que todo es una mierda, andan en ese peo existencial que ni pa' llá, ni pa' cá y nosotros nos los tenemos que calar. Ni hablar de los que ya se fueron y que viven de las remesas de "este país en crisis" y los tenemos que leer en el feisbu con la misma güebonada y hablando paja. Cuando regresan como buenos fracasados o deportados dicen: "Esa fue una etapa de aprendizaje. Trabajé por allá y traje dólares. Regresé porque extrañaba mi país". 


  9. Culpa del Gobierno. Te roban en el abasto, en los repuestos, en la venta de ropa, en el hotel, en la licorería, etc. Nos roban a todos por doquier. Pero "el culpable es el Gobierno". No la clase que posee el comercio, empresas, bienes y servicios, que es fundamental y mayoritariamente opositora. Hay comerciantes opositores choros especulando y dicen que es el Gobierno. Los mismos escuálidos dicen a veces en un arrebato de claridad: "Están aumentando todo para que la gente se arreche con el Gobierno", pero la culpa sigue siendo del Gobierno. Si el Gobierno llega y fiscaliza, decomisa y mete preso al comerciante choro, dicen: "Coño qué vaina, lo jodió el Gobierno". 


  10. Dignidad opositora. No hay contradicción más común que opositores trabajándole al Gobierno castrocomunista y chavista. Les encanta trabajar en una oficina con afiches de Chávez. Jalan bola, rosquean, trafican influencias pa' meterse en un carguito. Algunos dicen que es porque el sector privado no da empleo. Es decir, admiten que "el progreso" es pura labia electoral. "Qué sabroso es trabajar para el Gobierno", dicen. Les encanta estar rodeados de chavistas a quienes detestan. Quieren que los llamen para ir a marchas llenas de gente chavista, donde habrá frases, colores y dirigentes que odian. Les da piquiña el jefe si es chavista sincero. Les da escozor que les hablen de chavismo. Mueren callados (a veces) en la oficina y se desahogan por otro lado de la desgracia de su trabajo chavista, su sueldo chavista, pero no renuncian. Ni por el coño. 

Parece que no se dan cuenta de que están lidiando con un fracaso existencial, de estar haciendo algo que no aman con instituciones y gente que detestan, y son los que dicen cómo deberían ser las cosas en este país. No saben ni ordenar su propia vida y quieren ordenar el país. Hablan de "progreso" y dependen de la teta del Estado castrocomunista. Dicen que hay que "levantarse con dignidad contra el Gobierno", pero quieren que les renueven el contrato porque no tienen dignidad consigo mismos.

Parece que sólo el Gobierno está destinado a atenderles su peo personal de empleo, porque dicen que nadie más puede recibirlos, pero dicen que el capitalismo es un éxito. Se creen "la pepa del queso", el talento que va a salvar al país, la clase educada y pensante de Venezuela, los profesionales exitosos, la gente calificada, que ni puede resolver su peo de empleo en un país donde el desempleo es de sólo 6%.

Tienen que ir a mendigar un puesto en instituciones con las que no se identifican, a hacer un trabajo con el que no se identifican. Qué éxito el de esta gente. Ponen en manos del Gobierno chavista la responsabilidad de su "éxito" económico "capitalista" esperando que les paguen lo que ellos creen que deberían ganar, porque ellos dicen ser "capitalistas". Dicen ser tan buenos que quieren que los pongan en el mismo sitio al lado de "incompetentes y mediocres enchufados" en la administración pública.

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