DECISIONES
Roger
Capella Mateo
Ordenando un pelín mi biblioteca, aunque no
mucho porque dejaría de parecerse a mí y correría el riesgo de perder el
dulce regaño de Zoila, encontré un viejo CD de Rubén Blades.
Una de sus canciones, que me encanta, la oía de nuevo
mientras me dedicaba a mi labor. Me reí solo porque recordé, un amigo querido,
Alonso Márquez, que los domingos o cualquier día oye música académica y lo
lleva a nadar cualquier estado emocional. Yo, arrabalero, disfrutaba, Decisiones, y pensaba en su letra,
porque se parece mucho a la vida común.
Cada día de nuestras vidas
es una sucesión de decisiones de cualquier magnitud, muchas
insignificantes...pero a veces... bien difíciles, arrechas. Habitualmente
responden a nuestros mejores sentimientos. Pero en ocasiones, son consecuencia
de lo más despreciable y perverso de la condición humana. Como no sé mucho ni
se trata de un problema filosófico, pues
es la filosofía la ciencia que
trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales, sino
más bien de una pasión arrabalera, pienso que una de las peores decisiones es
la que lleva al ser humano a la traición y a la deslealtad.
Recordaba las
conversaciones con mi amigo y camarada, Chopa, quien con una memoria
meticulosa, quirúrgica, me narraba con tristeza, los episodios de múltiples
traiciones en el campo revolucionario en los años 60. Citaba un tal Aníbal
González, asistente del conocido Alberto Lovera, quien lo entrega, y por ende,
cae también, el profesor Juan Pedro Rojas y Donato Carmona. Los tres
desaparecieron, sólo Lovera flotó su cadáver; de los otros no se sabe nada aún.
Hermínedes Chirinos, apodado "Pantaleón", entrega un sitio de acopio
y fábrica de armas de la guerrilla de esos años, conocido por "el garabato".
Dicen los libros que hablan del tema que dejó muchos muertos. Otros nombres,
Carlos Núñez Tenorio, Argenis Martínez, apodado: "Tarzan", Argenis
Martínez, Juan José Peraza, Rafael Emilio Pacheco, Antonio daza, y tantos
otros. Fueron muchas las muertes lamentables de extraordinarios y valientes
revolucionarios venezolanos, víctimas de la traición y la deslealtad. Por estas
personas, por la que sólo siento pena, no he aprendido a odiar. La derecha
adeco-copeyana, que los convirtió en traidores, con violencia o con dinero, ni
los convirtió en héroes, ni los recuerdan sino que los desprecian. Esto no es
nuevo. Se decía de la antigua Roma, que pagaba muy bien a los traidores, pero los
despreciaba.
Por supuesto que hay
fronteras de la condición humana, donde decidir, tomar una resolución, fractura
la voluntad de la gente, sin medir sus consecuencias, por graves, horribles e
imperdonables que sean.
No consigo imaginar,
cuáles fueron las razones que condujeron a Luisa Ortega y a su esposo, Ferrer,
a fracturar sus supuestos compromisos con la Revolución Bolivariana. Lo cierto
es que esa traición le ha hecho un gigantesco daño a nuestro gobierno. Sin duda
una anti ética y perniciosa decisión. Con certeza será un calvario llevar el
mote de traidor o traidora, nadie los convertirá en héroes, como ha ocurrido en
la historia, el desprecio será un castigo y todos y cada uno de sus días le
pedirán a Dios que les dé el bálsamo del olvido.
Quienes nos representen en
la próxima Asamblea Nacional Constituyente, es indispensable que piensen en la
necesidad de fortalecer el Poder Ejecutivo Nacional frente a estas
eventualidades.
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