martes, 29 de marzo de 2016

Néstor Francia/Análisis de Entorno: La corriente tercerista de Schemel, Rangel, Villegas y Puchi 

No nos cansaremos de plantear la extrema complejidad de la situación política actual de América Latina (y de Venezuela, por consiguiente), Proyectar escenarios es una tarea harto difícil, pero no imposible, por supuesto. Hoy nos referiremos a una corriente mediática presente en nuestro país, cuyos principales representantes son Oscar Schemel, José Vicente Rangel, Vladimir Villegas y Leopoldo Puchi.

Esta corriente viene promoviendo -apelando a diversos argumentos- la necesidad de un diálogo nacional que evite una confrontación entre los principales polos de referencia política. Según Schemel, director de Hinterlaces, “la frustración en un mes ha sido grande, la gente esperaba que la oposición llegara con propuestas, hoy la población se siente frustrada… se incrementó la molestia, la desesperanza… la gente esta observando es que el triunfo de la oposición ha generado más enfrentamiento”. Schemel asegura también que el presidente Maduro “esta atrapado en un enredo cognitivo cuando los venezolanos lo que reclaman es eficiencia”, y que “los dos bandos hoy están desconectados y van rumbo a una confrontación que ocasionará una profunda crisis política y la gran victima como siempre ocurre es la población”. En estas aseveraciones hay unas cuantas verdades ¿a qué negarlo? Ahora bien, si los dos bandos estuvieran desconectados de la realidad, como afirma Schemel ¿Acaso él sí está conectado? Veamos.
El principal planteamiento de Schemel, sin duda compartido por Rangel, Villegas y Puchi es que en Venezuela hay un tercer sector de la población, que el denomina “el nuevo sujeto histórico”, que se perfila como equidistante de los dos polos enfrentados entre sí, la derecha y la Revolución. Este tercer sector sería mayoritario (lo cual parecen confirmarlo todos los estudios serios) y se distancia de cualquier radicalismo, mientras favorece el diálogo y el entendimiento para resolver los problemas del país. Esto lleva a que Schemel plantee que “esperemos realmente que la crisis política no sea lo que domine el próximo trimestre sino que sean los acuerdos y los consensos” Hasta aquí, todo lo que plantea esta corriente mediática luce coherente y pertinente. Pero todavía hay que deshilvanar el ovillo.
Las primeras respuestas a las dudas sobre la posibilidad real de un diálogo con resultados (en Venezuela y América Latina toda) las da el propio José Vicente Rangel: “El dilema seria entonces mayor confrontación o dialogo. El dialogo apareció fugazmente, pero desapareció también, ya no se habla casi de dialogo, es muy grave porque implica la derrota de una de las fórmulas para crear condiciones de estabilidad y la primera baja en eso son las instituciones que están crujiendo… La posibilidad de dialogar se esfuma y se radicalizan las posiciones”.
También Schemel parece percibir una realidad que niega el acierto de la mencionada corriente mediática “tercerista”: “pareciera que las estrategias de ambos bandos por primera vez coinciden. Pareciera que el gobierno nacional también está avivando la confrontación en medio de una fantasiosa épica revolucionaria y la oposición esta tomando su estrategia inicial, ambas estrategias parecen coincidir… y el país expectante lo que esta reclamando son acuerdos, negociaciones… La gran oportunidad la tiene el presidente Maduro, anunciar un gobierno que se sostenga a partir de consensos con otros factores de la sociedad venezolana, debe abandonar ese discurso revolucionario y aterrizar con narrativas que generen mayor esperanza, que restablezcan la esperanza y un porvenir mejor”. Con un dejo de angustia, Schemel pone toda esperanza de “solución” en un “diálogo nacional”, al tiempo que reconoce que no es ese el camino que están tomando “ambos bandos”.
De hecho, la “solución” idílica es planteada abiertamente por Schemel: “Convocar a un gobierno de unión nacional con todos los factores… el país no es el mismo de hace 17 años, ya se superó una etapa de luchas, batallas y victorias, ahora la revolución esta viviendo una nueva etapa donde el desempeño económico es fundamental, es la palanca clave para avanzar en el proceso revolucionario, los venezolanos están pidiendo gestión, no banderas”.
No dudamos de la buena fe de quienes proponen un diálogo nacional como “salida” al gran conflicto político que está presente en el escenario. Pero creemos que están equivocados de plano. Ningún diálogo entre estos factores en pugna, si acaso se realizara, va a dar resultados: es una confrontación histórica continental, en la que se enfrentan visiones estratégicas antagónicas. Uno de los “bandos” apuesta a la independencia, a un mundo nuevo donde se acabe la hegemonía de Estados Unidos y también hacia una concepción socialista de la sociedad, hacia un cambio radical de valore, y de cultura política y social. El otro bando favorece la alineación, abierta o disfrazada, con los intereses del imperialismo y la preservación del capitalismo y de su cultura decadente. Son visiones antagónicas, excluyentes, la materialización de una supone la liquidación de la otra.
En el fondo, la “solución” que proponen Schemel, Rangel, Villegas y Puchi es conservadora, es un camino para “baipasear” las profundas contradicciones y llegar a soluciones de compromiso, que posterguen las definiciones y apunten a mantener un utópico equilibrio de fuerzas que no es sostenible y que no prosperará. Mientras la derecha continental se empeña en una contraofensiva feroz que no conoce límites y que no tiene otro fin que restaurar globalmente el neoliberalismo y convertir a toda América en un aliado confiable de Estados Unidos, las fuerzas revolucionarias dejan claro que no se rendirán y que lo que viene es más lucha en nuevas condiciones.
Ante una pregunta del dirigente del PSUV Ernesto Villegas, en su nuevo programa televisivo, referida a si se podía imaginar al chavismo en la oposición con un gobierno de derecha, el Presidente Maduro respondió: “Creo que ese tiempo no ha llegado… Si llegara, forzado por circunstancias de la guerra económica, nosotros nos iríamos a un proceso revolucionario más radical, más profundo. Yo lo he dicho. La derecha no tiene capacidad para llevar a este país bajo ninguna circunstancia, porque no tiene proyecto, no tiene liderazgo. Si ellos lograran un cambio de gobierno por la vía de esta guerra económica, del boicot internacional, de toda la guerra psicológica, tendrían que agarrarse duro porque el chavismo popular, revolucionario, tomaría sus aminos originarios”.
Es significativo que el 23 de enero pasado, en la juramentación del Comité Promotor del Congreso de la Patria, tanto Maduro como Aristóbulo Istúriz hayan planteado la necesidad, ante las nuevas circunstancias, de reevaluar las formas de lucha de la Revolución, y que este concepto esté colocado de forma destacada en el temario de ese evento. También lo es, en el actual contexto del escenario continental, lo que ha dicho recientemente el presidente del gobernante Partido de los Trabajadores de Brasil, Rui Falcao, sobre las manifestaciones de apoyo a Lula y Dilma: “Las manifestaciones mostraron lo siguiente: queremos la paz, pero no tememos la guerra”. Esto recuerda a Chávez: “Esta es una revolución pacífica, pero no desarmada” No hay ninguna duda, el provenir inmediato es de lucha, no de conciliación.
El tema no pudo ser agotado en esta edición del Análisis. Mañana continuaremos y evaluaremos otros asuntos relacionados, como el destino del llamado “nuevo sujeto social” o tercer sector, y sobre los eventos continentales recientes que anuncian la profundización de las contradicciones y de la confrontación.

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