sábado, 19 de marzo de 2016

El significado de la visita de Obama

Un hombre en el malecón con una camiseta de Barack Obama. (REUTERS, La Habana)
Los perjuicios infringidos por la revolución de 1959 a los intereses económicos de Estados Unidos condujeron al deterioro de las relaciones entre ambos países. En medio de la Guerra Fría los desacuerdos condujeron a la ruptura de relaciones y a la alianza de Cuba con la Unión Soviética. En ese contexto el Gobierno cubano, en defensa de la "soberanía" nacional, estatizó la economía, desmanteló la sociedad civil, restringió las libertades y tomó el camino hacia el totalitarismo.
La ineficiencia económica resultante del modelo implantado fue solapada por los subsidios soviéticos hasta que el derrumbe del socialismo en Europa Oriental develó el espejismo y catapultó a Cuba a una crisis —bautizada con el eufemismo de "Período Especial en Tiempos de Paz"— que aún no ha sido remontada. Desde ese momento en adelante los cambios introducidos, incluyendo las reformas iniciadas en 2008, han fracasado. Las penurias, los altos precios, los bajos salarios, el descontento, la corrupción y el éxodo se apoderaron de un escenario amenazado por la crisis del chavismo que pondrá fin a las subvenciones de Venezuela.
Por su parte, las diez administraciones que ocuparon la Casa Blanca desde Eisenhower hasta Bush fracasaron en el intento de producir cambios en Cuba y perdieron influencia en la región. El Gobierno de Barack Obama, desde su primer mandato en el año 2009, comenzó a flexibilizar las medidas del embargo y en su segundo mandato abandonó la política fracasada y ha puesto en práctica nuevas medidas, incluyendo las últimas en víspera de su visita que prácticamente constituyen un acta de defunción adelantada que más temprano que tarde será firmada por el Congreso de ese país.
Fracasados en el empleo de la fuerza y agotado el capítulo de ganadores y perdedores, se impuso el regreso a la política. Ante la imposibilidad de encontrar un nuevo padrino el Gobierno de Cuba tomó el camino de acercamiento a Estados Unidos, mientras el presidente Barack Obama, con una plataforma que implica la renuncia a ser agente de los cambios en la Isla, asumió la forma más eficaz para colaborar con la democratización de Cuba. Ambas partes, con una dosis de realismo político, sostuvieron las conversaciones secretas que desembocaron en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, uno de cuyos efectos es la visita del presidente Obama a Cuba.
Tales hechos, con independencia de cualquier interpretación, han despertado expectativas en un pueblo desesperanzado, descreído, inmerso en la supervivencia y en fuga permanente hacia cualquier otro lugar del planeta.
La visita, además de ser la primera de carácter oficial de un presidente norteamericano a Cuba —la de Calvin Coolidge en 1928 fue para inaugurar la VI Conferencia Panamericana en La Habana—, tiene una enorme significación. De efecto del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la misma, precedida con medidas concretas y declaraciones públicas de compromiso con los derechos humanos, se convertirá en causa, porque:
1-    Consolida el comunicado emitido por la Casa Blanca, en el que se declara que "servirá para afianzar el progreso realizado hacia la normalización de las relaciones entre ambos países: avanzando los lazos comerciales y personales que puedan mejorar el bienestar del pueblo cubano y expresar nuestro apoyo a los derechos humanos".
2-    Constituye un fuerte obstáculo para retroceder al punto anterior al 17 de diciembre de 2014.
3-    Coloca ante los cubanos y ante el mundo en una posición incómoda a quienes para sustentar el inmovilismo, insisten en enarbolar las banderas de "enemigo" y de "plaza sitiada."
4-    Coadyuva al empoderamiento gradual de los cubanos. Un resultado favorable para ambos gobiernos y especialmente para el pueblo cubano.
Si a ello se añade que Estados Unidos —separado por menos de 100 millas de Cuba— es el tercer país más grande del orbe por superficie terrestre y población, y la primera economía a escala mundial, no resulta difícil percatarse de lo que representará para los cubanos la normalización de las relaciones.
Lo que ocurra después de la visita será responsabilidad exclusivamente de los cubanos, de nuestra comprensión del momento y de la capacidad para actuar en un escenario en el que la contradicción entre los dos gobiernos será desplazada gradualmente por las contradicciones internas entre pueblo y gobierno cubanos.
Por pragmatismo y responsabilidad los problemas acumulados pendientes de solución, que son muchos y complejos, requieren de un tratamiento acorde con el cambio de época. Desaparecido el "enemigo" y dependiente de las relaciones con Occidente, será extremadamente difícil sostener el planteamiento acerca de supuestas diferencias de concepciones sobre los derechos humanos y con ello justificar la no ratificación de los pactos universales de derechos civiles y políticos y de derechos económicos, sociales y culturales.
Más difícil aún será sostener la falsedad contenida en el editorial del diario Granma del pasado 9 de marzo, acerca de que "Cuba defiende la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos, civiles, políticos y económicos, sociales y culturales", pues el reconocimiento de cualquier derecho civil, político o cultural, carece de toda eficacia si paralelo a ello se niegan total o parcialmente los derechos económicos y sociales. De la misma forma es imposible ejercer y disfrutar los derechos económicos y sociales en ausencia de los derechos civiles y políticos.
A pesar de la existencia de fuertes obstáculos internos y externos, la fuerza de la historia de los derechos humanos en Cuba nos indica el camino que comenzó en 1878 con el surgimiento de la sociedad civil cubana, que hizo acto de presencia en las constituciones mambisas y en las constituciones republicanas de 1901 y 1940, las que en muchos aspectos se adelantaron al contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y que sufrieron un retroceso inadmisible con la Constitución vigente, que limita los derechos a la defensa del sistema totalitario que condujo al país a la profunda crisis estructural en que Cuba se encuentra sumida.

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