lunes, 21 de marzo de 2016

El elefante bocarriba

LA MAMÁ DE LO LOLO EN ACCION O EL 

ENEMIGO INTERNO CONTRATACA

Federico Ruiz Tirado



No sé qué decirte, Lolo, al fin y al cabo tu esposa es es mi nuera, la madre de mis nietos, y bueno, considero que es linda, muy bella; esos ojos azules valen oro, así como su cabello amarillo, explotada pues. No le des la importancia que no tiene a esa carta. Las mujeres a veces nos comportamos así porque hay algo de prisa en nuestra existencia, necesidad de pronunciarnos con severidad sobre ciertas cosas, sobre todo si vemos gente, caras raras, miradas de reojos, o como cuando eso que llaman “el poder” se empaña por X o por Z. Como parece estar ahora viéndolo tu mujer. Ella sabe que todas las cuentas están impecables, que no se ponga a chantajearte, porque me va a encontrar. Recuerda, además, que ella viene de abajo, y gracias a ti y al partido logramos su actual escalafón. Tiene bienes, buenas amistades en la MUD, en Madrid, en Panamá.
El padre de tu hermano mayor, cuando bebía mucho con Jaime (Lusinchi, ¿lo recuerdas?), decía canturreado que “los bienes de este mundo no deben gozarse sino usarse, y sólo son buenos en la medida en que nos ayuden a conseguir la otra vida”. Él decía que eso era de un tal San Agustín, pero para mí que lo inventó para ponerme verde, porque decía que yo no lo amaba y sólo me importaba a  mi misma: mis joyas, mis viajes, mi vestimenta, mi filantropía. Pobre de él, y pensar que murió sin un centavo. Pero bueno, ese es otro cuento. En realidad, lo que quiero decirte es que tu mujer, mi nuera, goza y usa sus bienes, no le hagas tanto caso. Ella se comporta así porque de política no entiende nada y cree que la vamos a dejar en la lona con la última jugada. Sácala, invítala a Curazao y verás que le pasa la pataleta. Ella a mí no me odia, y a ti menos, porque sabe que la tenemos como gallina comiendo sal en la mano. Además no es mala mujer, bastante te ha aguantado: es  inteligentísima, yo, que soy feminista desde el 99- debo celebrar todo lo que ha logrado. De pata en el suelo (y gracias a ti y a mi)  ha salido adelante. Lolo, ponle carácter.  Lolo, no le hagas caso, que ni te va a matar ni nos va a denunciar.

Tuve un zafarrancho en mi última reunión de directorio, entre disimulado y en serio. Se los dije de frente: ustedes inventan cambiarlo todo y resulta que después el que queda aquí es uno, el técnico, el que si sabe, dándole la cara a cuanta cosa quieren cambiar. No sé si me entendieron, pero luego ellos se van muy orondos y uno  debe seguir caminando por estos pasillos.  Pues no, yo soy la única que sé de esto, ahora antojados del fulano poder popular, eso no  me lo voy a calar. Convengo que los inviten, pero que no vengan las espelucadas esas a imponer el mandar obedeciendo, como me dijo una dirigente de la Comuna esa que tiene un nombre de indio. Yo si me he fajado en universidades, si soy doctora porque he hecho doctorados en el exterior, para que ahora quieran cambiar las cosas, para que el fulano poder popular entre a decidir. No.  Miquilena estaría decrépito y todo pero tenía razón cuando dijo: “¿Cómo se come eso?”. Yo si contesto: eso no se come porque indigesta y engorda y yo uso mi faja y me hago mis masajes, y  me opero y me inhibo de comer y punto.
Dime Lolo: ¿qué pasara cuando estos bichos terminen de salir de aquí? Yo espero mi jubilación tranquilita que para algo servirá, por lo menos para pagarle una quincena a la muchacha de las manos, pero a veces siento que no puedo más, como tu mujer. A veces me provoca cantárselas clarito. Porque es bien fácil para ellos ponerse a inventar cambios en el Ministerio. Ellos son 99 y se van. No, mijo, a mi esa (“E” de encargada) vale. Y lo he ganado a pulso. Esa (E) Lolito, me cura del infarto y de la hipertensión, porque regreso rauda y feliz a mi cargo de carrera; ah, entonces, no vengan a joder queriéndome hacer que yo, justamente yo, cambié las cosas. ¿Cambiar qué? Si algo está claro es que hay que meter tecnología, técnicas, modelos, números. Estos tipos no saben clasificar, se empeñan en ponerle nombres propios de gente de los siglos XIX o XX a cuanta cosa ven. Pues no. Y para colmo, nombre de negras, indios, esclavos. Tú sabes que yo no soy racista, Lolo, pero una cosa es la esposa de Bolívar, hermosa, dulce legítima y muy distinto una Juana La Avanzadora o el comedor no sé qué guvernet. No, mi amor. Ni cambios cosméticos ni cambios de nada. Que si me visto de rojo, sí, es verdad y me ha quedado lindo siempre; que si voy a las concentraciones, que si marcho, que si oigo sus peroratas, también es cierto; pero eso de cambiar cómo se deben hacer las cosas  no. Yo si se cómo se hace, por algo era así y así se va a quedar, Lolo.


No creas que con esto me salgo de tema o no me importa lo que tu mujer dice. Agarra tus cachachás, llévatela de paseíto y conténtala. Si yo puedo con este bichaje y los pongo en cintura, pues tú también puedes con tu fiera. No hay voluntad que no se rinda con un hotel cinco estrellas y una buena botella espumante. Carácter, Lolo. Y borra ya del limpiaparabrisas la ridiculez esa de "al fin me divorcié de esa escuálida". No seas ridículo. Tú sabes muy bien que escuálido alude a cantidad y ahora, nosotros, Lolo, somos mayoría. Los vecinos me decían que te perdonaron por la trona que tenías encima, pero no sigas provocando con tus vainas. Compórtate y hazte senti
r.

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