jueves, 10 de marzo de 2016

Néstor Francia/Análisis de Entorno:

A camarón que se duerme… 

Nestor Francia 1Ayer hablábamos de la situación de confusión en que parece estar la oposición venezolana. Los anuncios hechos ayer por la MUD no mejoraron para nada esa imagen. Al parecer, la derecha se decantó por una solución salomónica a sus discrepancias, y se decidió por meterse por un camino que recuerda el cuento de Jorge Luís Borges “El jardín de senderos que se bifurcan”, un jardín que deviene en ramales que terminan siendo un laberinto que acaba en “finales infinitos”, valga el oxímoron.
¿Qué estarán pensando sus seguidores de este lío donde concurren enmienda, revocatorio, callejeo y hasta Constituyente? ¿Será capaz la oposición de caminar esa maraña sin que se le enreden las patas? Va a ser interesante ver cómo le entran a ese sancocho cruzado. Acaso les da igual porque a fin de cuentas, dirán ellos, todos los caminos conducen a Roma (donde Roma significa desestabilización, caos, violencia si es necesario y derrocamiento de la Revolución Bolivariana).
Ahora bien ¿Y nosotros? En este mismo momento nos vemos mejor que en diciembre, más por defecto que por otra cosa. Es decir, ante una oposición tan errática, tan desventajosamente visible desde que controlan la Asamblea Nacional, cualquier morisqueta que hagamos parece gracia. Ojo, no estamos diciendo que solo hacemos morisquetas. Aun ensayamos algunas, pero también la Revolución sigue siendo el único sector con propuestas concretas. No sabemos si todas son viables o alcanzarán el éxito, estamos bien lejos de ser expertos en economía para opinar con propiedad en ese campo, pero nosotros somos los únicos que nos vemos trabajando de verdad y tratando de solucionar los problemas.
Esto que hemos dicho no quiere decir, también lo hemos asomado más de una vez, que la Revolución esté boyante, no lo está. Porque si creemos que nuestro tema es solo salir bien en las elecciones e impedir que ellos las ganen, entonces estamos hundidos hasta el fondo en el charco de la democracia burguesa. Tales elecciones no son para nosotros más que una herramienta, así que lo más que podemos hundir en ese barro son los pies, no más de allí. Una herramienta para hacer la Revolución, no solo para gobernar. Así como para ellos son una herramienta para hacer la contrarrevolución y, por supuesto, gobernar.
Para los revolucionarios venezolanos (y nunca olvidar el carácter latinoamericano y mundial de esta batalla) tiene que haber mucho más que ganar elecciones. Tenemos una ruta estratégica clara en sus líneas gruesas: el Plan de la Patria que nos legó Chávez. Hay aun muchas deudas por saldar y trabajo por hacer. En dos objetivos históricos estamos adelantados. Primero que nada defender la independencia (lo estamos haciendo), y además la contribución a la creación de un mundo multipolar. Ahí en general vamos bien.
Nos falta muchísimo en la construcción del socialismo bolivariano, sobre todo porque es lento el ritmo de su principal esencia: la construcción de Poder Popular. También para convertir a Venezuela en país potencia, en lo cual estaremos atrasados mientras sigamos siendo un país rentista y monoproductor, y sea tan baja la producción nacional. Y en cuanto a la salvación de la vida humana en el planeta, ahí está en mora  todo el mundo, nosotros también ¡Si nos cuesta tanto convencer a nuestro pueblo para que ahorre energía!
Las elecciones tenemos que ganarlas, para que la tarea sea más fácil. Pero si nos quedamos en eso, no vamos a ninguna parte. De allí que la necesidad de cambios en todo lo que hacemos no puede ser un afán oportunista que se nos pegue cada vez que nos llevemos un golpe. El cambio es el meollo de la Revolución, no puede detenerse nunca, ni en las buenas ni en las malas. Es cierto: a camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.

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