EL USO DEL SIMBOLISMO COMO PARTE DE LAS OPERACIONES PSICOLÓGICAS – MARIA ANTONIETA IZAGUIRRE
Una imagen, muchas imágenes, captan una realidad que nos sobrepasa pero ante la cual no podemos cerrar los ojos. La obligación ética es detenernos a pensar sobre qué pasa ante nuestros ojos. Desde el colectivo, hemos escogido el tema de lo simbólico para acercarnos y armar el rompecabezas, para deducir de esta reflexión estrategias comunicacionales. Esta corta intervención sirva para poner de relieve el problema y la urgencia del mismo
Durante 25 años, desde el Por Ahora, gracias al comandante Chávez y al proceso bolivariano, se ha construido un hilo conductor de consolidación de la identidad nacional. Símbolos que nos constituían pero que habían quedado olvidados, diría, despreciados, enterrados, sustituidos por aquellos que correspondían a otras culturas y referencias históricas. Música, himnos, imágenes, objetos materiales, ciudades, pueblos, ríos, montañas, el color de la piel, el origen étnico, adquirieron, para nosotros y nosotras, una nueva significación, se les “actualizo”, se hicieron relevantes y constituyeron un asidero histórico y cultural. Comenzando por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
En fin, una cultura, ofrece una base de significaciones estables, compartidas, a través de las cuales se ordenan vínculos sociales, un conjunto de símbolos sostén de ideales que arropan razón, acción y afectos. Con ellos construimos quienes habitamos un país, un soporte, una consistencia ante las más brutales irrupciones de lo real, es decir, esos eventos que irrumpen y fragmentan nuestra subjetividad, nuestro ser, tales como grandes catástrofes, y también – trayendo las cosas de las que nos ocupamos hoy- a la emergencia en la vida real y cotidiana del venezolano, de prácticas violentas, de crueldad y saña, que sabemos muy bien han sido programadas y poco a poco introducidas, jugando con nuestra subjetividad, acciones y discurso que se aprovechan de esos símbolos que nos constituyen como venezolanos y sobre los que se basa la construcción de la nacionalidad y de un país. Esas prácticas, que no dudamos en calificar de prácticas terrorista nos sumen en la destrucción. Las llamamos así ateniéndonos a una definición: una forma de comunicación, un medio violento, inmediato y básicamente arbitrario para alcanzar un fin político ulterior.
Ejemplo de estas prácticas con un gran contenido simbólico, programadas, para nada espontáneas: el blanco de las ropas par a ir a las marchas “pacíficas”, usar como barricadas los féretros sacados del cementerio del lugar, el fuego, ataque a una guardería, escuela, centro de salud, el uso de los excrementos…..
Hemos vivido, y de qué manera y poco a poco, como quienes adversan el Proceso, utilizan, manipulan aquello que por años despreciaron. Quién, entre quienes amamos este país, a nuestra Patria, no se siente ultrajado o ultrajada cuando la bandera se la presenta al revés o cuando se le quita la octava estrella que remite a la gran historia libertadora, al deseo de Bolívar, y a la palabra de Chávez, quien fue quien insistió en colocarla sobre nuestra bandera. Pequeño gran símbolo, ignorando primero y despreciado después. Y así con todo aquello que se construyó con esfuerzo y dinero, logros simbólicos de la revolución bolivariana, para verlo quemado, destruido, renegado.
Al estar frente a esta realidad, que no es nueva, que viene implementándose desde los mismos inicios del proceso bolivariano, tenemos que buscar estrategias comunicacionales para combatir esos hechos pero que se constituyen en un discurso, en el sentido, del hilado de los valores, los gustos y las satisfacciones propias de un discurso, que se nos impone, y podemos calificarlo de semblante, eficaz para producir efectos en la subjetividad y la conducta. Efectos que implican para algunos: incertidumbre, dudas, desmoralización, parálisis, inhibición, temor, angustia. Y para otros y otras, ha exacerbado sentimientos de rabia, el odio, fuertes actitudes racistas, la negación del otro, y lo que es más, la negación, aún más el desmentido de cualquier otra forma de la realidad.
Quiero destacar la palabra semblante. Hay en todo lo que estamos viendo una cultura de la simulación, del como si, en la construcción de figuras heroicas, propia de los juegos de video con el apoyo de las redes virtuales, con la intención de crear identidades virtuales, paradójicas, donde un joven puede construirse una identidad, la de “Soy libertador ”, que lo conduce a una línea genealógica simbólica que le daría un sentido de pertenencia, pero que a la vez, carga y lanza un arma de construcción casera, a la que se le asignó el nombre de Bin Laden, muy destructiva. Qué identidad paradójica, tan curiosa, constituida por fragmentos contrapuestos, donde ese yo, se revela en su narcisismo adolescente, en su pulsión mortífera, encarnando al héroe de la libertad, que en realidad es un antihéroe, frente a la supuesta dictadura del gobierno Bolivariano, pero lleva en su mano y en su morral aquello que lo introduce a una línea que mundialmente lo ubica como terrorista. Identidad, entonces, construida desde el afuera, apoyada por los adultos, los líderes de la oposición, las familias, y sobre todos la realidad virtual de las redes sociales, que cierra toda posibilidad de interlocución, de duda sobre su acción y sobre la misma identidad.
Cuando se denigra desde la palabra bolivariana en nuestra constitución hasta querer borrarla en el nombre de la República. Cuando se emplea aquello de El pueblo unido jamás será vencido, que remite a la Unidad Popular, al Chile de Allende, pero entonado para destrozar lo que se ha construido por y para el pueblo. Cuanto ultraje!
Un video de reciente aparición en las redes, bien hecho, producido evidentemente con una manipulación bien pensada, donde todas las imágenes recogen los símbolos de la lucha, de la democracia, de la libertad, cuyo fondo musical no es otro que aquella canción militante, Pueblo unido jamás será vencido, para ser seguido por un himno cuyas palabras en inglés apunta a la verdad de todo el asunto: quien es el verdadero dueño de la partida. *
Hemos sido testigos de la incitación al acto heroico, a la metáfora del honor, a verdaderas arengas, que recuerdan a la época medieval, a los Cruzados, o la atmósfera en vísperas de la batalla de Azincourt que también recrea Shakespeare en Enrique V, pero que con su tono tropical : la imagen de uno de los alcaldes, o de un diputado a quienes no queremos nombrar, pues no lo merecen, frente a esos jóvenes con escudos con una cruz y ahora con imágenes de la virgen, que los colocan en la línea de los Caballeros de Santiago, o los Cruzados ingleses, o sencillamente al juego de video, como quiera que este se llame. Todo ello, que si no fuera tan destructivo sería altamente ridículo.
Esos antihéroes no escapan a la lucha de clases: escuchando las opiniones de los vecinos de la Plaza Altamira: chamo negro con máscara, en realidad un trapo, es un encapuchado o un indeseable. Chamo blanco con máscara sofisticada y aun cubriendo su cara con un trapo, se le considera un patriota. Los primeros son mayoría y trabajan día y noche, los otros van cuando “salen de clase”, o descansan en sus casas. A los primeros se les construye desde fuera, desde las fotos y videos, una identidad de héroe, de libertador y patriota; el otro parece que la tuviera de por si, por ser blanco o pertenecer a una determinada clase social. Ahh…,qué pasaría si los primeros, los negros y pobres, supieran como se habla de ellos entre los habitantes de los alrededores de la plaza: cuidado con esos maleantes,”, hay que vigilar la entrada de los edificios”, es en fin la mirada de clase, la conclusión de quienes los empujan a utilizarlos como protagonistas y carne de cañón, ante una guardia o una policía cuya obligación es contener la violencia, usando lo que se permite . Pregunta: Si a ellos, los negros y pobres, se les visibilizara lo que se esconde tras la construcción del héroe, acaso podría generársele, una pequeña duda que cambiara el curso de la acción?. Será muy tarde para mostrarles que los verdaderos héroes en realidad son los héroes muertos, y por una causa que al fin de cuentas no es y no será la suya, una carne, al fin un puro despojo , un resto exactamente igual a lo lanzado al guardia nacional, y que llamaron en son de sorna: puputov.
Pero también el atacar hospitales, maternidades, escuelas incitando a su destrucción, es atacar también a lo que se debe cuidar y que se ha tratado, a lo largo de estos años de cuidar y proteger. Es atacar, lugares simbólicos enviándonos un mensaje: el del terror, el miedo y la posibilidad de acabar con todo, comenzando por nosotros mismos.
Seguiremos trabajando para un camino de convivencia y paz.
Así, para terminar, Himno, Bandera, Obras, se invierten y se usan para querer implementar un nuevo orden, un nuevo discurso, un nuevo destino pero destruyendo los vínculos y los lazos sociales que no serán propios y los que no ha sido nada fácil construir en estos veinte años.
* Luego, supe que la música coral que acompaña al video corresponde a la película Los Miserables. Es entonado cuando las tropas se van a enfrentar a los luchadores de La Comuna de Paris (1871). Me pregunto: no sería más realista acompañar las Imágenes con la Cara al Sol ?
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