Néstor Francia/Análisis de Entorno: Ahora es que falta película
En nuestro Análisis del pasado lunes 25 de abril asentamos que “Sigue la fuerte confrontación política que no hará sino agudizarse en los meses venideros. Marchamos hacia tiempos de grandes definiciones… la Patria está abriendo un baúl de sorpresas, todo puede ocurrir. Por ahora, se multiplican las señales de una confrontación cada vez más aguda”. Han transcurrido ocho días desde entonces y no cabe duda de que nuestra presunción tiende a cumplirse paso a paso. El ambiente de tensión es palpable, como si todo el mundo estuviese a la expectativa ante un futuro político incierto, en el que cada cosa que pasa no hace sino complicar más el panorama: se entrega las planillas del revocatorio, se recoge firmas, se calienta la calle, se prolonga la diatriba institucional, sigue la discusión sobre los diversos tiempos que exige el referendo, el pueblo chavista habla de tumbar a la Asamblea (“Y va a caer… y va a caer”) y la derecha sigue hablando de salir de Maduro. La cuerda se tensa y esa tensión que se siente en el aire podría ser cortada con un hilo. Estamos en la víspera de acontecimientos extraordinarios en tiempos de Revolución.
El presidente Maduro parece saber de qué va la cosa y se pronunció el domingo 1º de mayo en términos tajantes: “Lo digo como bolivariano, por la paz lo digo y por la paz lo hago, si la oligarquía algún día hiciera algo contra mí y lograra tomar este palacio por una vía o por otra, yo les ordenó a ustedes declararse en rebelión y decretar una huelga general indefinida hasta obtener la victoria frente a la oligarquía”. Bien, sea con huelga o no, lo que queda claro es que el chavismo no se va a rendir de ninguna manera, gane o pierda Maduro un revocatorio, con golpe o sin golpe, con elecciones o sin elecciones. Como dice el pueblo (aunque no siempre sea cierto), lo mejor es lo que sucede y, más preciso aun, por algo pasan las cosas. Se ha dicho una y mil veces que esta Revolución necesita un sacudón, de pronto el detonante de tal sacudón no lo ponemos nosotros sino la Contra. Acaso necesitemos una nueva gran batalla para despertar del letargo que en muchos sentidos nos ha provocado el hecho de ser Gobierno.
En todo caso, lo que ha expresado Maduro no es una amenaza, aunque así pretenda venderlo la derecha previendo que los soldados dispararían contra el “pueblo” a la hora de un conflicto social importante (ojo, esto huele a montaje futuro, a escenario forjado para acusar al Gobierno de crímenes ajenos, como pretendieron hacerlo el 11 de abril de 2002, cuando montaron la masacre y después culparon a los “pistoleros de Puente Llaguno”, a la Guardia Nacional y a Chávez por supuestamente ordenar el Plan Ávila.
Lo de Maduro no es, pues, una amenaza, sino una definición de cómo debe prepararse el movimiento revolucionario para enfrentar la conspiración en marcha, sin importar en que terreno se desarrolle o tenga su conclusión. Equivale a lo que las fuerzas radicales de la izquierda instruían en los años 60: prepararse para los enfrentamientos. La diferencia es que en este momento esa instrucción tiene quien la escuche y en aquellos años no tanto.
El Presidente ha hablado el domingo con nitidez: “Si quieren vivir en paz, prepárense para la guerra”, dijo a los trabajadores que llegaron a Miraflores. Guerra, una palabra dura pero a la cual no es malo irse acostumbrando, aunque todos queramos la paz. Es lo mismo que asomó el alto dirigente del PT de Brasil Rui Falcao después de una marcha de apoyo a Dilma: “Esta manifestación demuestra que nosotros queremos la paz, pero no le tememos a la guerra”.
Por otro lado, las dificultades del país no terminan, más bien parecieran prolongarse con más fuerza, azotados ahora también por la naturaleza, con los estragos de El Niño. Eso no hace sino echarle más candela al fuego, envalentonar más a la derecha que cree que tiene el mandado hecho y así lo vocifera, gritando por doquier y en todo momento que Maduro ya se va y que la Revolución está en fase terminal. Por los vientos que soplan aquí no se va nadie por ahora, ni nosotros ni ellos, al menos no por las buenas.
El presidente Maduro sigue tratando de responderle al pueblo, pero no es fácil. El domingo anunció un nuevo aumento de salario y del bono de alimentación. La gente en la calle no amaneció alegre sino asustada, esperando el embate de la especulación y un nuevo incremento desmedido de la inflación. Hasta el ministro del trabajo, Oswaldo Vera, expresó sus temores: “Podemos seguir aumentando los salarios, pero no hacemos nada si no logramos vencer la especulación, el acaparamiento, la guerra económica que tiene una incidencia muy importante en la inflación”. Ahora es que falta película por ver.
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