VIROSIS...
Hace años, en Venezuela, se le daba nombre a cuanta virosis sacara de circulación a alguien por unos días, breves y griposos, cargados de ciertas comiquerías y picaresca varias que se relacionaban con sus sintomatologías, casi siempre implacables, que requerían reposo, caldos caseros, rezos, sobadas y muchos remedios naturales. A mi me dio una: “la parabólica”, que se identificaba con la aparición de la antena y con una chocante gaita de moda. Sus síntomas me arrinconaron en la biblioteca de mi Padre, en un catre donde él leía y mis amigos me llevaban brebajes y y mi Madre pócimas recetadas por mi abuela. Para la fiebre el Dr. Montilla, médico de la familia, me indicó Conmel en gotas cada 8 horas para bajarla y sudar y bolsas de agua para la frente y bálsamo Alesida para el dolor de cabeza y pies.
Hubo otra inolvidable llamada la “rompe huesos”, que según el Dr. José León Tapia, no llegó a ser tan perniciosa como “la blanca Ibáñez”, que daba con vómitos y diarrea.
A finales del siglo pasado, contaba mi abuelo, el doctor Manuel Tirado Daguerre, quien fue uno de esos batalladores sanitarista que llegaron de Francia y se dedicaron con abnegación a tratar en los llanos de Colombia y Venezuela el paludismo y otras enfermedades, como esas que relata García Márquez en su obra arquetipal, Cien años de soledad. Para ese entonces empezaron a aparecer enfermedades también epidémicas pero severas. A combatir el paludismo dedicó mi abuelo su vida.
Los organismos internacionales, los ministerios, los expertos las llamaron “reemergentes”, llamadas así porque se creían superadas en el tiempo y hacía mucho que no aparecían en la faz de la tierra o que estaban limitadas a ciertas zonas del mundo y luego, reaparecieron distintas, remozadas, más graves y extendidas. Eran enfermedades que eran como el grupo “Menudo”, que desaparecían de súbito y –también- de pronto se reagrupaban. Así como “Las Chicas del Can”, como si hoy, en medio de este país agobiado por la guerra económica, aparecieran Popy agarrado de la mano de Lila Morillo.
Así nos llegó el Dengue, que para las Américas llegó con una novedad: que era mortal. Llegó con una mancha de sangre: el dengue hemorrágico que tan peligroso ha resultado entre nosotros. Comenzó en unos laboratorios centroamericanos y de ahí pasó a Cuba como un desafío para el pueblo y su sistema de salud. Los cubanos le dieron la vuelta, le encontraron la caída, lo investigaron y lo superaron, convirtiéndose en una escuela para el mundo entero. A partir de ahí, se expande en todas partes donde prolifera el mosquito y la población susceptible, o sea, en los países tropicales. Luego, nos arriba la Chikunguya, que lo trasmite el mismo bichito patas blancas y sus familiares: sancudos de aguas blancas, por cierto.
En este mismo contexto, llegó el Zika, que debe su nombre a un bosque de Uganda (África), cuando en 1947 se aisló por primera vez ese virus. Uganda y Venezuela, por cierto, son países tropicales y el Zika es una enfermedad viral transmitida por otro mosquito. Se dice que se le descubrió por los años cuarenta del siglo pasado, mientras se investigaba la Fiebre Amarilla (otra enfermedad transmitida por mosquitos pero para ella si existe vacuna, dado que puede proteger a la población susceptible). Durante sesenta años, no se supo nada de esta enfermedad fuera de África y esporádicamente en Asia. Su comportamiento era leve, casi inofensivo y sin complicaciones. Sesenta años más tarde cambia su conducta y se presenta en Yap (de 102 km2) infectando al 75% de la población (que en 2003 fue de 6.300 habitantes). Yap es una isla que está en el Océano Pacífico occidental, más al oeste de los Estados Federados de Micronesia.Se trata de cuatro islas continentales unidas por arrecifes de coral, que se supone fueron vistas por navegantes portugueses pero se las dejaron como para que los españoles se sintieran sus conquistadores en 1686.
Yap es una isla que durante casi medio siglo (1885-1919) se convirtió en una prenda, como intercambio de regalo macabro, entre Alemania, el Vaticano y España, en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En 1919, vuelve a su condición de laboratorio entre Japón y EEUU. La ONU reemplaza al Vaticano como intermediario y se la da en fideicomiso a los EUA.
Es en la década de los noventa que Yap, con otras islas, se independizaron formando la Federación de estados de Micronesia. Su moneda es una piedra. Así que la riqueza del individuo está marcada por el tamaño y peso de la piedra que posea y le da derecho a comprar desde un alfiler, un tractor o medio país. Otra curiosidad es que después de la aparición de Zika en Yap, por primera vez se detecta el virus fuera de su área geográfica original (África y Asia).
Veamos: es una isla de escaso intercambio. Las enfermedades nuevas o reemergentes, virales, para las que no existe ni experiencia, ni vacuna, es una “historia Natural”. Es decir, saber con bastante precisión cómo se comporta sin la intervención de vacunas o de tratamiento específico no es fácil, Porque la enfermedad en su intercambio con el huésped, marcara dos eventos importantes: capacidad de causar daño y desarrollar inmunidad, o sea, protección. La enfermedad se desarrolla a sus anchas y se limita cuando se acaba la población susceptible. ¿Cuándo se acaba la población susceptible? Cuando no hay más personas que puedan enfermarse por esa causa específica, o bien porque murieron, o bien porque desarrollaron la inmunidad contra esa virosis.
Una isla es un territorio “perfecto”, cruelmente perfecto. Es una agente nuevo en una población virgen, por cuanto si no había estado expuesta a la enfermedad, su sistema de protección (inmunidad) no lo reconoce como enemigo y por lo tanto, no tiene las defensas debidas para combatirlo.
Terminando el mes de octubre de 2013, comienza en el mismo Pacífico un brote en la Polinesia Francesa, también en el Pacífico, con aproximadamente 10.000 casos. La novedad de este brote es que se presentaron casos graves: complicaciones neurológicas y autoinmunes. Es decir, el Zika “modificado” incluye problemas neurológicos y en el sistema de defensas del organismo.
Tres meses más tarde de aparecer en la Polinesia Francesa y coincidiendo con un brote en Nueva Caledonia y las Islas Cook, llega a la Isla de Pascua. La isla de Pascua, ubicada en el extremo oriental del Triángulo de la Polinesia, en el Océano Pacífico Sur. Está a más de tres mil kilómetros del Chile continental, es una de las tierras insulares habitadas más aisladas del mundo.
El 3 de marzo de 2014, Chile confirma la transmisión autóctona de Zika en Isla de Pascua, Chile. Duró 3 meses en esa isla. Es decir, que podíamos decir, que ese primer caso detectado en Chile no era un “viajero” con Zika, sino que la enfermedad fue contraída en la propia isla de Pascua, adquirida localmente, transmitida en el propio sitio. Su transmisión al resto de las Américas dependería del mosquito que lo transmite, (que no está en la Chile continental) pero si en la América intertropical. Once meses más tarde, Brasil la confirma en el nordeste de su territorio.
Desde octubre de 2015 hasta la fecha, se expandió a toda la franja intertropical de las Américas, es decir, los países y territorios ubicados entre el meridiano de Cáncer y el de Capricornio. Es decir, los países más poblados, los más pobres, los más vulnerables del planeta a enfermedades transmitidas por vectores, porque como diría Gilberto Rodríguez Ochoa “no se puede fumigar la selva”. Rodríguez Ochoa insistiría en medidas de control de vectores y de criaderos que deberían retomarse corresponsablemente por las autoridades sanitarias.
En nuestras Américas el comportamiento del Zika ni es leve, ni es esporádico, de hecho, se ha asociado a problemas neurológicos (con sus secuelas), incluyendo cambios probables en la forma en que se transmite, sembrando dudas razonables: ¿es el mismo virus, cuáles son sus formas de transmisión?
En las áreas donde se ha documentado una epidemia, el zika, se ha observado un aumento de personas con complicaciones neurológicas. Queda pendiente establecer si hay relación causal directa entre la infección por virus del Zika y estas modificaciones que hacen que la mayoría de la población de las Américas esté expuesta.
El siglo XXI trajo diversos ejemplos de enfermedades epidémicas nuevas o renovadas: H5N1, H1N1, SARS, dengue, sarampión, fiebre amarilla, chikungunya, cólera, TB, meningitis, shigelosis. También rodó lo que se conoce como “Riesgo biológico", asociados a la liberación intencional u accidental o graves incidentes de seguridad de la biotecnología 2004.
Cada día que pasa la tragedia asociada con el virus Zika se expande en nuestro continente, lo que se está haciendo en tratar de contener la epidemia (diagnostico, control de vectores, prácticas médicas, etc), es gracias a iniciativas aisladas de países como Brasil y Surinam. Es preocupante el silencio por parte de la OPS y OMS. ¿La organización no aprendió nada de la crisis del Ebola? ¿Qué pasó con las estrategias de movilizar recursos y capacidades para atacar brotes epidémicos? ¿Es que el Zika por no ser una amenaza inminente a los países desarrollados no es visto como urgente?
Al contrario de lo que pasó con el Ebola, los errores cometidos por la OMS se olvidaron rápidamente, los enfermos con secuelas y los muertos se olvidan fácilmente. Con el Zika los afectados y sus familiares llevaran la carga por muchos años, carga y dolor que recordara a las organizaciones rectoras (OMS y OPS) que nos fallaron. Es importante que los países afectados y amenazados por el Zika lleven la discusión a la OMS y a la OPS este tema, aunque no esté planteado en la agenda. Sería inmoral discutir el marco de la preparación a las amenazas epidémicas a lo largo de documentos y no abordar la realidad de un brote que dejara cicatrices profundas y dolorosas en muchas familias.
¿Qué hace la delegación Venezolana que asiste a esos eventos? ¿De cuál agenda se ocupa?
Sería bueno saberlo.
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