martes, 29 de diciembre de 2015

Ridiculez

Cada día me da más terror hacer chistes porque devienen reales.
Desde hace años he venido ridiculizando a la oposición, pero jamás imaginé en mis aproximaciones más delirantes que iban a llegar a baratija tanta. Claro, olvidé retomar la brevísima orgía de Carmona en el poder y las inagotables patochadas de Ramos Allup. Si los hubiera evocado tal vez no me hubiesen sorprendido sus cuchufletas de las primeras horas después de su triunfo del 6D.
Esa oposición no sabe posponer sus placeres y le mete el dedo a la torta antes de que la piquen. He allí su debilidad.
No quiero imaginar, por el mismo terror, las mociones que promoverá Delsa Solórzano, la del reciclaje de barriles de petróleo. En su ignorancia despreocupada tal vez revivirá el viejo chiste del funcionario que prometió abolir la Ley de la Gravedad. Seguramente planteará cosas peores porque la imaginación ignara es temeraria y no conoce límites.
Ni olvidan ni aprenden, como los Borbones y no me refiero a Felipe VI, mucho más sobrio que esta hueste de fantoches. Y homicidas, rasgo este último que no debemos olvidar como no lo olvidan las familias de las 43 víctimas fatales de las guarimbas de 2014.
Prometen en sus primeras comparecencias sobrepasar la chabacanería del 12 de abril de 2002 en Miraflores. He llegado a decir que tal vez no duren ni una semana en el poder. No me atrevo a hacer predicciones con esta gente porque su fantasía en el disparate luce infinita y vertiginosa. En su avidez amenazan derechos laborales, libertad de expresión, justicia inmobiliaria y aún no nos amenazan de muerte, al menos explícitamente, porque no tienen ejército. Ejército formal, quiero decir, porque tienen paramilitares que por tradición pican gente en pedacitos. Hay un carnicero preso, pero me pregunto cuánto personal matarife tienen en reserva.
No exagero ni invento. Ahí están los hechos, que siempre delatan sus acciones.
No estamos ante una oposición sino ante una contrarrevolución, ha advertido Nicolás. Añado que estamos además ante una comparsa chocarrera de cuarta categoría. O quinta. Por eso divierte tanto derrotarla. Pero para lograrlo debemos dejar de maltratar a través de funcionarios sin amor a toda esa gente que 18 veces votó por la Revolución y el domingo no votó por nadie.

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