domingo, 27 de diciembre de 2015

REFLEXIONES INGENUAS: “MERRY 

CHRISTMAS O NAVIDADES PLASTICAS”
Por Carlos M. Rodríguez C
Muchas formas de dominación, diversas formas de colonización. Varias maneras de expresar nuestra enajenación o pensamiento colonizado.
            La primera forma de dominación del hoy llamado continente americano la constituyó la invasión, conquista y colonización por parte de España; Posteriormente los Franceses, Ingleses, Holandeses, Portugueses y otros países europeos, que atraídos por las riquezas minerales invadieron por oleadas.
Al principio se produjo la aniquilación física de la mayoría parte de los nativos de estas tierras, una debido a la sobreexplotación, otra al aniquilamiento bélico al resistirse a la ocupación extranjera.
La posterior forma la constituyó el mestizaje, con la cual se fue perdiendo, tanto la herencia genética como cultural de las comunidades autóctonas.  Y la primera forma de dominación cultural lo constituyó la religión al imponer, por la fuerza, la religión cristiana, como forma de sometimiento sobre las formas religiosas nativas. Posteriormente las otras manifestaciones culturales tales como usos, costumbres, tradiciones, etc.
Después  de esta primera forma de dominación, en un proceso de solapamiento unos sobre otras, se inicia las dominaciones culturales, un proceso en el cual, cada centro hegemónico, impuso su forma económica, cultural y política.
Durante siglos, la religión inducida a la América Central por el imperio español, fue la católica, la cual fue mezclándose en un proceso de imbricación cultural con las formas nativas y las manifestaciones africanas, importadas por la esclavitud. Esta forma religiosa constituyó la religión oficial de la mayoría de los países en referencia.
Para efectos de la Navidad, la religión católica celebra el nacimiento del Niño Jesús, hijo de la Virgen María y un humilde pastor, José, quienes huyendo del ejército hebreo, por una orden dada por Herodes para eliminar todos los primogénitos, solicitaron posada a un pastor, que vivía en Belén, el cual les cedió un pesebre como alojamiento, en el cual dio a luz María, acompañados por el buey, la mula, las ovejas, y sobre todo en un ambiente humilde y sencillo.
El Niño Jesús es el símbolo de la humildad, quien nació en medio de la sencillez, la austeridad, la humildad, siendo reconocida su majestad por los Reyes Magos, que acudieron a darle la bienvenida y reconocer su reinado.
Los hogares latinoamericanos construían pesebres navideños para conmemorar la Navidad, con pequeños establos de madera, ovejas, pastores, pequeñas casitas que evocaban las comunidades humildes., adornándolos con ramas secas, musgo, helechos, pequeñas plantas, y ramas con frutos de caruta,  de chaparro de manteco seco, algodón y pinturas naturales.
El neoliberalismo ha trastocado esos valores. A través de los medios visuales, la globalización ha sustituido la imagen del Niño Jesús por el de Santa Claus, un monje vikingo, un gigantón nórdico, imponente, vestido con el color rojo púrpura de la Coca Cola, de cuya imagen adquirió los derechos, sustituyendo las tímidas ovejas por los altivos renos que tiran de un trineo lujoso, símbolo de la riqueza del mercado.
El pesebre navideño se sustituyó por el árbol de navidad, un árbol de pino  de las regiones del norte (que rompe con equilibrio ecológico de las costumbres originaras), adornado con estridentes lazos, bolas de color abrillantado, cintas multicolores, luces parpadeantes y estrellas rutilantes, que nada evocan a la humildad de la fecha navideña.
Los villancicos, parrandas y aguinaldos sustituidos por canciones angloamericanas (Jingle bells, Silent Nigth y otras), la chicha andina por el Whysky, y la otrora familiar cena navideña realizada en un hotel o restauran lujoso, que nos muestran el alarde de riqueza y fatuidad en que se ha convertido dicha celebración (lo único que viene quedando son las hayacas, el pernil, la ensalada de gallina, el pan de jamón y el dulce de lechoza).
Y los regalos traídos por “Santa” cada vez más costosos y caros, para competir con familiares, amigos y vecinos, en un juego de petulancia, inmodestia, pedantería y presunción inaudito.
La navidad en el capitalismo neoliberal nos muestra el nivel más elevado de la triple alienación del hombre contemporáneo, por un lado la alienación religiosa,  por el otro la imposición de la religión católica asumida como propia, pero por el otro la reificación humana por el consumismo, el derroche, la transculturación, la fatuidad, la hipocresía y el engaño.
El pensamiento revolucionario debe deslastrar al pueblo de esas formas perversas de interpretar la realidad, construyendo, visibilizando, elaborando formas autóctonas, racionales y reales de cosmovisiones a fin de avanzar hacia la liberación del hombre de las ideologías.
Hasta la victoria siempre. Venceremos
carrodcas@gmail.com





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