martes, 5 de abril de 2011

CONCIENCIA...

POR IRIS SANSEG
Son muchos los ciudadanos alrededor del planeta que no logran percibir la miseria, la humillación y la explotación material e ideológica... a la que están sometidos. 

Es más fácil engañar a una población poco y mal informada que a otra ilustrada. Eso lo saben desde hace largo tiempo los grandes centros de poder.

El mundo contemporáneo se ha visto subordinado, de una u otra forma, al arbitrio de los grandes consorcios transnacionales, los cuales deciden la vida o la muerte de muchos pueblos, dependiendo del grado de interés que éstos pudieran representar, según sus apetitos de ganancias, en concordancia con la noción de globalización impuesta por el neoliberalismo económico, eufemismo con que se designaría, a su vez, al imperialismo de nuestros días.
Por ello mismo, podríamos hablar de la confrontación de dos perspectivas o concepciones antagónicas: una, privilegiando al capital corporativo transnacional, y, la otra, impulsada por la conciencia de los pueblos que sufren sus embates...... tal como se ha visto en nuestra América, algo que comenzó a tomar cuerpo durante la década de los años ochenta a medida que el Fondo Monetario Internacional (FMI) “recomendaba” su recetario neoliberal a los gobiernos de la región.
En este sentido, nuestra América ha sido escenario principal de esta confrontación, llegándose al colmo que los grupos hegemónicos han recurrido al método del golpe de Estado para impedir que los pueblos latinoamericanos logren la plenitud de su derecho a la democracia social y a la autodeterminación de su destino a través de gobiernos revolucionarios o progresistas, como lo muestran en orden cronológico- los ejemplos de Venezuela, Honduras , Ecuador,Bolivia.
La actitud y la acción revolucionarias son determinantes. Como lo aprecia Vicente Romano, “el problema no estriba en que los revolucionarios ocupen el poder, sino en que lo utilicen para llevar a cabo políticas inaceptables para los círculos dirigentes del capitalismo.
La mundialización de la economía capitalista ha desencadenado, a su vez, la mundialización de la conciencia de nuestros pueblos, sin que ésta se manifieste totalmente anticapitalista, pero sí con la convicción de buscar alternativas que hagan posible otro tipo de sociedad. En este contexto habría que ubicar todas las luchas sociales, políticas y económicas que se libran actualmente, de manera que se imponga una mejor comprensión de las tareas revolucionarias que estarían sobre el tapete.

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