Néstor Francia/Análisis de Entorno:
Retrospección y Prospección
¿Quién puede decir que prevé claramente lo que ha de ocurrir en Venezuela en los próximos meses? La situación es harto confusa, enmarañada, llena de peligros de todo tipo para el Gobierno, la Revolución, la paz y, por todo ello, para el pueblo. El Gobierno y el PSUV (al frente del GPP) están haciendo un gran esfuerzo para retomar la iniciativa política, que está desde hace tiempo del lado de la derecha. Pero no la tienen fácil, en parte por lo complicado de la coyuntura, en parte porque se insiste en algunos errores y no se terminan de dar los cambios profundos que las circunstancias reclaman.
Entretanto, la oposición está haciendo lo suyo: presenta ofertas demagógicas, atiza el conflicto, acelera el paso hacia su objetivo de salir de Maduro y dar al traste con el Gobierno bolivariano. Tampoco termina de superar sus carencias: falta de un proyecto presentable (su proyecto es la restauración neoliberal, pero eso no pueden revelarlo), incapacidad de convertirse en alternativa cierta, ausencia de liderazgo, aunque a lo interno de la derecha crece el liderazgo de Henry Ramos Allup, pero hacia el país mayoritario no es una mercancía fácil de vender, por adeco y por representante del pasado, a pesar de que en general se reconoce su habilidad política, su capacidad discursiva y su evidente veteranía en las lides de la lucha por el poder.
A lo externo, las campañas del imperialismo y las oligarquías mantienen su intensidad. Un ejemplo de ello es la cumbre de ministros de Asuntos Exteriores de Norteamérica que se celebra en la ciudad canadiense de Québec, entre Estados Unidos, México y Canadá. Según cables, un alto funcionario estadounidense afirmó que “Todos estamos preocupados sobre la situación en Venezuela y queremos asegurarnos de que ahora, que hay una asamblea nacional dominada por la oposición, empiece el diálogo real… Hasta que haya un diálogo real sobre una nueva dirección económica así como la liberación de los prisioneros políticos, etcétera, Venezuela va a seguir estancada en esta espiral que es increíblemente peligrosa para su población”. Esto se combina con otras maniobras, como la del “Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal”, un aparato al servicio del imperialismo que ubicó a Caracas en la cima de las ciudades más violentas del mundo.
Entretanto la derecha del patio sigue ofreciendo baratijas demagógicas, pero que podrían tener un efecto mediático a su favor entre la población agobiada por los problemas económicos. Al proyecto de propiedad de viviendas de la GMVV, ha seguido el proyecto de Ley de cestaticket para pensionados y jubilados, que propone un beneficio para estas personas de 67 Unidades Tributarias mensuales, equivalente actualmente a Bs. 10.050. Según el documento de la propuesta, presentado por el diputado derechista Miguel Pizarro, la Ley tiene como objeto “facilitar la buena alimentación y la adquisición de medicinas por parte de los pensionados y jubilados del sector público y privado”.
Por supuesto, la derecha sigue cabalgando sobre el descontento que generan las grandes dificultades económicas que sufre la población (desabastecimiento, especulación, inflación), que se mantienen y que en algunos casos han empeorado después de las elecciones.
En ese contexto, la derecha parece estar apretando el acelerador para avanzar en sus planes de defenestrar al presidente Maduro y derrocar al Gobierno Bolivariano. Henrique Capriles ha dicho el fin de semana que “No es una decisión un revocatorio, es una opción que ya ha llegado a su tiempo, pero hay más opciones, la clave es construir una común… tal como lo hemos dicho antes, hemos llegado al tiempo constitucional para que los venezolanos tomemos una decisión”.
La página editorial del diario terrorista El Nacional del pasado día sábado es reveladora. El editorial del diario se titula, sugerentemente, “¡Good Bye, Nicolás!” y es un llamado golpista de arriba a abajo. Entre otras cosas, el editorial cita a Ramos Allup: “Ramos Allup fue enfático al advertir que la MUD no ha optado aún por ninguna de las opciones posibles para la salida del presidente. ‘Pero no veo a Maduro llegar al final del periodo constitucional. Dejar tres años más al gobierno para que se achicharre en su propio aceite sería una irresponsabilidad’. ¡Ay, Nicolás!”. La mancheta, en esa misma página, no es menos tajante en su calculada ironía: “Nicolás se cuida del zika, para no caer… enfermo”.
Todavía en esa página hay un artículo de Fausto Masó (“¿Podemos estar peor?”), donde el hombre se muestra apurado y reclama acción: “Al gobierno lo ayuda la inercia y la falta de decisión de sus adversarios, no pasan de la unidad electoral del pasado diciembre a una decisiva acción política. Eso llegará más temprano que tarde y entonces entraremos en una nueva etapa, se abrirán nuevas puertas”.
Otro articulista de la derecha, Armando Durán, no es menos elocuente: “…el proceso ‘bolivariano’ ha entrado en su fase terminal. Lo único que falta por esclarecer es el cómo y el cuándo se materializará el cambio constitucional y democrático del régimen”.
Entretanto vemos muy pocos cambios radicales, que es lo que hace falta, en las acciones y en el discurso de la Revolución. La economía se sigue manejando con medidas y acuerdos puntuales, pero aún no se presenta un verdadero plan que convierta las expectativas creadas por tales medidas en esperanza, que plantee lo que ocurre con sinceridad, dejando en claro cuáles sacrificios vienen y que los justificaría, que presente una verdadera estrategia integral, etapas, plazos y perspectivas, es decir, luz al final del túnel. Esto es peligroso, porque todo el mundo sabe que ninguna medida, por acertada que sea, puede resolver las ingentes dificultades en el corto plazo.
Por otro lado, el mismo Presidente vive insistiendo en la necesidad de una renovación de nuestro discurso. Todavía el fin de semana vimos programas de VTV dando excesiva beligerancia a Ramos Allup, exactamente lo que él quiere. Parece que no le paran al Presidente, quien dijo, con acierto, que “En vez de estar perdiendo el tiempo con Ramos Allup, no perdamos el tiempo con esa gente, ellos allá, nosotros aquí, los pararemos cuando traten de violar la Constitución”. Razón tiene, pero algunos comunicadores nuestros parecen decir “pero va preso”. Igualmente no nos hemos liderado de cierto léxico gastado y repetitivo. Tenemos que aprender a hablar de nuevo, que es lo que se hace en todo renacimiento, evocando una de los conceptos más manejados por Maduro en los tiempos recientes.
Por supuesto, el análisis de una situación tan compleja no se puede agotar en unas pocas líneas, siempre quedará mucha tela por cortar. En todo caso, repitamos una frase que hemos asomado ya más de una vez: si queremos que el pueblo nos identifique de nuevo con el cambio, primero tenemos que cambiar nosotros.
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