De una celda diminuta a la libertad:
el reo de las Panteras Negras que vivió
43 años aislado en EEUU
22-02-16.-El viaje entre una diminuta celda de cinco metros cuadrados y la libertad ha sido largo y empedrado para Albert Woodfox, el preso de Estados Unidos que ha permanecido 43 años en régimen de aislamiento, sin ningún tipo de contacto humano y que esta semana pudo volver a su casa. Ha cumplido, según muchas organizaciones, más tiempo en régimen de aislamiento que ningún otro reo de Estados Unidos. Cuando comenzó su aislamiento en 1972, Richard Nixon era presidente, el mundo estaba dividido en bloques y los países peleaban a golpe de amenazas durante la Guerra Fría. El pasado viernes, cuando dejó la cárcel, el primer presidente negro gobernaba EE.UU. (Barack Obama) y la información se transmitía con teléfonos móviles en milésimas de segundo.
Woodfox ingresó en una cárcel de Luisiana por robo a mano armada, mató supuestamente a un guardia del presidio y ahora se enfrentaba a un tercer juicio por este asesinato, pero dada su edad (69 años), su estado de salud y la falta de garantías para un «juicio justo» un magistrado decidió dejarle en libertad, según recoge su orden. El caso del afroamericano Woodfox ha generado gran polémica y varios jueces estatales y federales rechazaron los cargos de asesinato, al alegar que hubo prejuicios raciales durante el proceso. «Aunque tenía ganas de probar mi inocencia en un nuevo juicio, la preocupación por mi salud y mi edad han resuelto este caso (...) Espero que los acontecimientos de hoy sirvan para curar a muchos», dijo Woodfox, quien siempre defendió su inocencia, justo antes de ser liberado, según un comunicado de su equipo legal.
Con el asesinato del guardia Brent Miller, de 23 años, también fueron vinculados otros dos presos, todos ellos negros y conocidos internacionalmente como «Los tres de Angola». La Penitenciaría Estatal de Luisiana, donde estaban los tres reos, se ganó el sobrenombre de «Angola» por ser ese el país africano del que provenían la mayoría de esclavos que trabajaban de sol a sol en plantaciones de algodón, que luego se convertirían en la prisión, rodeada en tres de sus lados por el río Misisipi. Como parte del movimiento de las Panteras Negras, «Los tres de Angola» hicieron campaña contra la segregación dentro de las prisiones en la década de los 70, lo que, según sus partidarios, hizo que en 1972 fueran acusados del asesinato del guardia en venganza por sus posiciones políticas.
Puesto en libertad el día de su 69 cumpleaños, Woodfox era el único que permanecía en prisión, pues los otros miembros del trío, Robert King y Herman Wallace, fueron excarcelados en 2001 y 2013, respectivamente. La condena contra King fue anulada y Wallace salió en libertad porque padecía un cáncer de hígado, del que murió días después. Cada vez que Woodfox recurría su pena (lo hizo con éxito dos veces), la Fiscalía de Luisiana insistía en condenarlo de nuevo y el veterano director de la prisión, Burl Cain, argumentaba que el reo era demasiado peligroso y debía permanecer aislado, en una celda sin ventanas y más pequeña que la mayoría de los baños.
Durante 43 años, Woodfox pasó 23 horas al día en soledad, comiendo solo, con acceso limitado a visitas y sin participar en las actividades educativas y religiosas del penal. «Tengo miedo a empezar a gritar y a no ser capaz de parar. Tengo miedo a convertirme en un bebé y acurrucarme en posición fetal y quedarme así el resto de mi vida», afirmó Woodfox en junio de 2015 a una socióloga autora del blog «¿Por qué no me sorprende?». «Tengo miedo a atacar mi cuerpo, quizás cortarme los testículos y lanzarlos a través de los barrotes. He visto a otros hacerlo cuando no podían más», añadió el preso en la entrevista.
En 2006, en un informe, la magistrada Docia Dalby consideró las cuatro décadas en régimen de aislamiento como una «duración más allá de los límites» de la jurisprudencia estadounidense. El relator de la ONU sobre la tortura y otros tratos degradantes, Juan Méndez, ha pedido la prohibición del encarcelamiento en régimen de aislamiento durante más de quince días, debido a los graves daños psicológicos que puede sufrir el preso al prohibírsele cualquier contacto social. Tortura es la palabra que han utilizado para describir los 43 años de aislamiento de Albert Woodfox organizaciones como la Unión para las Libertades Civiles en América y Amnistía Internacional.
Woodfox ingresó en una cárcel de Luisiana por robo a mano armada, mató supuestamente a un guardia del presidio y ahora se enfrentaba a un tercer juicio por este asesinato, pero dada su edad (69 años), su estado de salud y la falta de garantías para un «juicio justo» un magistrado decidió dejarle en libertad, según recoge su orden. El caso del afroamericano Woodfox ha generado gran polémica y varios jueces estatales y federales rechazaron los cargos de asesinato, al alegar que hubo prejuicios raciales durante el proceso. «Aunque tenía ganas de probar mi inocencia en un nuevo juicio, la preocupación por mi salud y mi edad han resuelto este caso (...) Espero que los acontecimientos de hoy sirvan para curar a muchos», dijo Woodfox, quien siempre defendió su inocencia, justo antes de ser liberado, según un comunicado de su equipo legal.
Con el asesinato del guardia Brent Miller, de 23 años, también fueron vinculados otros dos presos, todos ellos negros y conocidos internacionalmente como «Los tres de Angola». La Penitenciaría Estatal de Luisiana, donde estaban los tres reos, se ganó el sobrenombre de «Angola» por ser ese el país africano del que provenían la mayoría de esclavos que trabajaban de sol a sol en plantaciones de algodón, que luego se convertirían en la prisión, rodeada en tres de sus lados por el río Misisipi. Como parte del movimiento de las Panteras Negras, «Los tres de Angola» hicieron campaña contra la segregación dentro de las prisiones en la década de los 70, lo que, según sus partidarios, hizo que en 1972 fueran acusados del asesinato del guardia en venganza por sus posiciones políticas.
Puesto en libertad el día de su 69 cumpleaños, Woodfox era el único que permanecía en prisión, pues los otros miembros del trío, Robert King y Herman Wallace, fueron excarcelados en 2001 y 2013, respectivamente. La condena contra King fue anulada y Wallace salió en libertad porque padecía un cáncer de hígado, del que murió días después. Cada vez que Woodfox recurría su pena (lo hizo con éxito dos veces), la Fiscalía de Luisiana insistía en condenarlo de nuevo y el veterano director de la prisión, Burl Cain, argumentaba que el reo era demasiado peligroso y debía permanecer aislado, en una celda sin ventanas y más pequeña que la mayoría de los baños.
Durante 43 años, Woodfox pasó 23 horas al día en soledad, comiendo solo, con acceso limitado a visitas y sin participar en las actividades educativas y religiosas del penal. «Tengo miedo a empezar a gritar y a no ser capaz de parar. Tengo miedo a convertirme en un bebé y acurrucarme en posición fetal y quedarme así el resto de mi vida», afirmó Woodfox en junio de 2015 a una socióloga autora del blog «¿Por qué no me sorprende?». «Tengo miedo a atacar mi cuerpo, quizás cortarme los testículos y lanzarlos a través de los barrotes. He visto a otros hacerlo cuando no podían más», añadió el preso en la entrevista.
En 2006, en un informe, la magistrada Docia Dalby consideró las cuatro décadas en régimen de aislamiento como una «duración más allá de los límites» de la jurisprudencia estadounidense. El relator de la ONU sobre la tortura y otros tratos degradantes, Juan Méndez, ha pedido la prohibición del encarcelamiento en régimen de aislamiento durante más de quince días, debido a los graves daños psicológicos que puede sufrir el preso al prohibírsele cualquier contacto social. Tortura es la palabra que han utilizado para describir los 43 años de aislamiento de Albert Woodfox organizaciones como la Unión para las Libertades Civiles en América y Amnistía Internacional.
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