sábado, 9 de junio de 2012

retratada por el escritor Argenis Rodríguez

Miren la espantosa realidad que aquí se vivía en la IV

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A continuación presento un reportaje que el escritor Argenis Rodríguez hizo para la revista “Auténtico”, número 575, el 14 de abril de 1989, cuando Venezuela estaba convertida en el mayor estercolero de iniquidad de América Latina. Fue un trabajo escrito en medio del más horroroso desamparo social y que debe conocer esa juventud que hoy tiene veinte y treinta años, que a lo mejor piensa que aquí siempre hemos vivido en Jau8ja como nos encontramos bajo el gobierno del Presidente Chávez.
Vea lo que refiere Argenis en su trabajo sobre aquella tétrica y caótica situación nacional:
¡UN PAÍS QUE SE CAE A PEDAZOS Y NO HAY NADIE QUE LO PUEDA SALVAR!
Estos treinta años de gobierno democrático han creado las condiciones para que en Venezuela se dé una revolución violenta, completamente criminal y anárquica, que es lo peor.
Los sucesos de febrero y comienzos de marzo no son sino el aviso de lo que a Venezuela se le viene encima.
El gobierno completamente miope, enceguecido no sabía lo que iba a ocurrir. Por sorpresa, como pasan las cosas terribles de la historia, agarró al presidente en Barquisimeto y a los ministros de economía en los Estados Unidos. La policía estaba prácticamente en huelga porque no quiere que la Guardia Nacional la dirija y el pueblo de los cerros estaba hambreado. Entonces, por una nimiedad (aparente), por el alza de los pasajes, el andamiaje se vino abajo.
La sociedad toda, comprobó que había desempleo, que no había seguridad. Que no disponíamos de industrias fuertes ni agricultura y que así como en los cerros nadie tenía techo, también la clase media carecía de lo más elemental. El que sacó un carro por cien mil bolívares, hoy le está costando más de un millón de bolívares y no tiene con qué comprarse un repuesto. El que compró un apartamento pagadero en cómodas cuotas mensuales, no podrá seguir pagando un mes más. Y los bancos se sienten amenazados porque nadie tiene ahorros y el que puede ahorrar desconfía de los bancos.
Ahora sabemos que no tenemos ganadería y que la agricultura no es rentable ni nadie la trabaja. Es pura pérdida trabajar en un pedazo de tierra para que te paguen poco menos que nada por tus productos. Y el consumidor no puede pagar lo que intermediario pide.
El gobierno, completamente ciego, está creando las condiciones para que la clase media desaparezca. Si alguien tiene con qué comprar, se hallará con que no hay nada qué comprar.
No hay sal. No hay azúcar. No hay leche. No hay carne. No hay huevos. No hay harina. En fin, nada de lo esencial, de lo eminentemente básico. Y encima de que no hay nada, los ministerios de economía suben los productos y liberan los precios.
Y es necesario saber que en Venezuela no puede haber una libración de precios porque aquí no hay industrias que puedan competir las unas con las otras. Lo que hay son especuladores.
Aquí los ricos se han hecho ricos especulando. Nadie en Venezuela se hizo rico trabajando. El rico engrosa su capital porque especula con el gobierno, que lo tiene todo. El gobierno de turno tiene sus favoritos los que reciben la gran tajada del Estado.
Reciben la subvención para traer artículos del exterior. Recibe la gerencia de la electricidad, de los teléfonos, de la recolección de la basura, de la compra de autobuses. El gobierno de turno, desde Betancourt hasta nuestros días ha sido el benefactor de los especuladores.
Encima de eso no hay una clase obrera definida. Los obreros son los obreros de lo que aquí se llama “industria básica” que en definitiva son industrias del Estado que están en manos de un virrey o de un zar. AD tiene su zar. Y COPEI tuvo su zar. Luego, en el vaivén, los dos grandes partidos se dividieron la torta y vimos que cuando el pueblo se alzó por el aumento de los pasajes, el primero que corrió a Miraflores fue el doctor Caldera, el líder opositor.
Pero el doctor Caldera no fue a defender al pueblo hambriento ni a la clase media, a los q ue les quieren quitar su apartamento, su carro y su empleo. No, el doctor Caldera fue a defender una cosa abstracta llamada “democracia”. Pero se olvida el doctor Caldera que con hambre y desempleo no hay democracia. No puede haber democracia cuando los que mandan sólo pueden opinar, comer y matar sin pagar por ningún delito.
Tampoco puede haber partidos políticos cuando hay clases definidas. Aquí no hay ni libertad. Aquí el doctor Caldera prohibió una película llamada “El último tango”. Y ahora con el presidente Pérez no podemos ver “La última tentación de Cristo”.
Entonces, ¿qué libertad tenemos con esta democracia?
¿Qué libertad tenemos aquí si nadie puede opinar (a menos que tengas poder) y si los periódicos de provincia no tienen con qué comprar papel
¿Qué libertad hay en un país donde no se editan libros, donde no hay ninguna productora de cine ni nada que se le parezca?
Ahora los días 27 y 28 de febrero nos pusieron a temblar. Tembló el rico, porque ve que le pueden allanar la casa, violarle la mujer y matar al que se interponga. Eso sin más ni más pasó en Francia hace doscientos años. El pueblo hambreado tomó el poder, eligió a sus verdaderos conductores y acabó con la nobleza. La historia de Francia cambió porque al pueblo le faltaba simplemente pan. Y luego el ejército al ver aquella marea incontenible se fue pasando hacia los nuevos dirigentes que sí conocían las condiciones del pueblo porque eran ellos mismos trabajadores y dueños de campos y empresas.
Los dirigentes de la revolución francesa no eran especuladores, ni eran mentirosos, como son los dirigente4s de Venezuela, que ofrecen regalar dinero en vez de ofrecer trabajo.
Los dirigentes venezolanos ofrecen una aduana para ayudar a un amigo. Y nadie piensa en la nación, en la industria. La mentalidad que han creado los dirigentes nuestros es muy simple: este país no sirve, hay que robarlo para depositar el dinero fuera y después irnos.
Y es lo que se ha hecho siempre. Aquí hubo héroes como Bolívar y Páez, pero cuando termino la guerra de independencia regresaron los estafadores y se hicieron con las tierras y la ganadería y después se exiliaron hacia Puerto Rico o Estados Unidos. Es lo que han hecho después Guzmán Blanco, quien se exilió con todo el dinero de Venezuela y se instaló en París. Todos han hecho lo mismo. Y ahora mismo el que aquí consigue un centavo ya lo están mandando para irse en cuanto se sienta amenazado por el pueblo que dirigió y no hizo nada por él.
Los días de febrero nos hicieron ver que aquí los partidos políticos no mandaban, no influían en nada.
En estos momentos todos estamos desamparados. La clase media dice por la radio:
- ¿Que sube la leche? ¡No compramos leche!
- ¿Que sube el pan? ¡No compramos pan!
- ¿Que sube la carne? ¡No compramos carne!
jsantroz@gmail.com


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