A 50 años del Porteñazo, la lucha sigue.
por Rafael Pompilio Santeliz
Este 02 de junio se cumplen 50 años del
intento de golpe cívico-militar conocido como el Porteñazo. Algunos lo han
llamado batalla, otros masacre. Con este levantamiento se cierra el ciclo
golpista que tiene su primera manifestación con El Guairazo, en enero de 1962,
y fueron intentos de militares y militantes del PCV y el MIR de “darle al
pueblo el poder”. Ya para el momento, un sector del PCV mantenía un lineamiento
teórico según el cual “la insurrección se puede hacer con o sin el ejército,
pero nunca en su contra.”
En el sector militar existían grupos
descontentos por los desplazamientos y las recomposiciones. Sentían que no fueron
ubicados en los sitios que les correspondían, pues la naciente administración,
para neutralizar a unos y ganar confianza en otros, iba haciendo una selección
partidista para aumentar sus niveles de seguridad, de ahí que muchos se
sintieron sustituidos en el nuevo orden.
Esta influencia en los militares
descontentos daba seguridad de triunfo, en la izquierda conspirativa. Es
posible que esto influyera para que la oposición se radicalizara, reduciendo la
defensa de la Constitución que antes pregonara, y empezara
a vigorizar la tendencia
golpista. El PCV que consideraba a la FF.AA . como un cuerpo anticomunista
experimenta un acercamiento en los sectores democráticos y patrióticos en el
seno del ejército. En el III
Congreso del PCV puede
leerse: “… es ilusión pensar que podemos vencer y estabilizar un gobierno
democrático, patriótico y soberano sin unas Fuerzas Armadas imbuidas de
resistencia patriótica al explotador extranjero, de no vacilación y
conciliación a sus presiones, chantajes y halagos, así como de una actitud
democrática resuelta contra los sectores reaccionarios internos que le sirven
de agentes y aliados a los grandes monopolios norteamericanos.” En este
documento empieza una tendencia golpista de la izquierda que buscará suplantar
la lucha popular para “regalarle al pueblo” un nuevo gobierno.
La derrota de estos levantamientos
militares debilita fuertemente al llamado “Movimiento Revolucionario”. En
posteriores apreciaciones históricas, parte de caracterizar la inexistencia en
Venezuela de una Partido revolucionario, fue observar cómo las vanguardias del
momento fueron dando al detal todo su poderío e influencias. En los balances de
esos momentos se acusan desviaciones aventureras, foquistas, inmediatistas,
vanguardista y contradicciones entre el decir y el hacer. Al existir
desvinculaciones entre la teoría y la práctica ninguna de las dos era
revolucionaria. Sin teoría revolucionaria (Concepción estratégica) todo se
convierte en tacticismo oportunista de “darle palo a todo mogote”.
En el recuento del Porteñazo se ha
puesto en claro que muchas de las fuerzas militares y políticas comprometidas
no llegaron a alzarse. Otros afirman que Betancourt, con la llamada “táctica
del peine” promovió el desboque de la izquierda. El mandatario contraatacó concentrando
un enorme potencial bélico contra los sublevados que erróneamente pusieron en
práctica la guerra de posiciones.
Con la arremetida criminal contra la
insurgencia se cercó y se ametralló la ciudad sobre el concepto de “tierra
arrasada”. Fue una matanza por mar, tierra y aire. Se calcula conservadoramente
en 700 los muertos del bestial ataque, siendo mayormente civiles los
ametrallados indiscriminadamente. El naciente régimen democrático con esta
masacre daba una lección advertencia de lo que vendría. El contingente
militar quedó diezmado.
Así, con este quinto intento, las
direcciones tradicionales echaron por la borda todo su potencial, quedando sin
línea de organización y de masas, y menos aún con una coordinación de planes
estratégicos. Se estima que las direcciones oscilaban entre el reformismo y
aventurerismo. Al quedar en el aire y no encontrar qué hacer inventaron el
Frente de Liberación Nacional (FLN)
y luego, para darle cabida a algunos militares rezagados, crearon las FALN, en
donde a los militares presos les correspondió buena parte de la dirección de la
lucha armada.
En adelante intensificarán las luchas
urbanas y rurales. Se inaugurará el tiempo de las acciones espectaculares, de
dar demostraciones al pueblo para “encender la chispa que incendiaría la
pradera”. Es el foquismo en su máxima expresión, donde las acciones de la Unidades Tácticas de Combate UTC de las FALN iniciaron
una serie de acciones ejemplarizantes que pretendían sustituir a las masas.
Acciones que tampoco llegaron a propagar la chispa. Se produce el
encapsulamiento de la izquierda con su posterior archipielaguización. Aflorando
contradicciones y “tendencias” de acuerdo a identificaciones internacionales.
Se inician confusas líneas políticas
que en el fondo aupaban la pacificación bajo el disfraz de lucha armada.
Llámese repliegue táctico, o dispersión ordenada, retirada atacando o Tregua
unilateral, todas finalmente, convergían en “darle un chance a Leoni para que
demostrara sus intensiones de pacificación”. Chance que fue aprovechado por el
aparente “Presidente bobo” para darle carta blanca a los militares entrenados
en la Weins Point, quienes inauguraron la figura
de la desaparición y la masacre de miles de patriotas en campos y ciudades;
genocidio acrecentado en los cinco campos de concentración de la época. Fueron cuadros medios quienes al
margen de las direcciones del PCV y el MIR, comenzaron a reorganizar la llamada
lucha armada con visiones de guerra prolongada, que combinada con distintas
formas de lucha, mantuvo la esperanza por más de 20 años, hasta que maduraron
de nuevo las condiciones que iniciaron la etapa procesual que vivimos
actualmente.
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