viernes, 4 de mayo de 2012


Rojo Vivo

Marx pinta bien a estas horas. Una cultura colorida de las ideas y la tonalidad de los imaginarios revolucionarios.

Rebelión/Universidad de la Filosofía


No pinto de color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente.1


El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre” Federico Engels2. Fallecimiento de Marx, Londres 14/3/1883
Qué bueno sería leer a Marx, (entenderlo, saborearlo y disfrutarlo) como él quería. “más accesible a la clase obrera, consideración que para mí prevalece sobre cualquier otra3”. O sea en acción. Leerlo ahora, de nuevo quizá, en los campos y en las fábricas, en las aulas y a los besos entre las sábanas. Leerlo entusiasmados, enamorados, revolucionados... no como dogma, no como Biblia, no como “manual operativo”. ¿Qué tal como poesía? Que bueno sería apartar, con una espátula mental, todo lo que ha enturbiado, rigidizado y degenerado las ideas claras de Marx, su método activo y su fortaleza guerrera de revolucionario maltratado a diestra y siniestra. Que bueno sería contagiarnos con una voluntad refrescante que nos dejara paladear las recomendaciones y las indicaciones de Marx para transformar al mundo, sin gurues, sin burócratas, sin sectas… de la mano de los trabajadores unidos y conscientes, de la mano de la revolución campesina y obrera, esta vez sin traiciones. Sería buenísimo. ¿No?

Si hubiese un recuento histórico sobre las calumnias, tergiversaciones y traiciones proferidas contra Marx, sería, acaso, un victimado record. Así como si nada, con impunidades de todo género, sus detractores y algunos simpatizantes han dicho, incluso sin haber leído lo elemental, las cosas más injustas contra un autor cuyo fin último, o primero, es la emancipación humana de todo lo que la agobia, explota y aliena. Es difícil saber si hay algún pensador más mal tratado y más defraudado en lo que dijo e hizo, en lo que propuso y hasta en lo que dejó inconcluso… Si saliesen ronchas a quienes han denostado, a Marx, sin haber abierto uno solo de sus libros, sin haber entendido sus ideas básicas, es muy probable que tuviésemos unaepidemia mundial sin precedentes. Indescriptible.

Es perfectamente posible, necesario y justo leer a Marx sin miedo, sin actitudes reverenciales y sin prejuicios. Sin tener que esconderse en el baño. Es posible leer a Marx, y saborear su lucidez, sin requerir la intervención de intermediarios y traductores de esos que se sienten obispos iluminados por la revolución. Es posible leer a Marx como lo que es… loco magnífico , revolucionario, poeta y torbellino que motiva y estremece ideas y acciones, que exalta y orienta, que destruye y crea… un revolucionario pues que no produjo su obra para la biblioteca de los “inteligentes” o de los rebeldes institucionales, ni para las camisetas ni para los souvenir… trabajó hasta su muerte, literalmente, murió mientras trabajaba, para luchar al lado de los trabajadores, para poner sus ideas en manos de los campesinos y los obreros, para ser leído de abajo a arriba, o lo que es lo mismo, para ayudar a la revolución. “ Carlos Marx, el hombre que dio por vez primera una base científica al socialismo, y por tanto a todo el movimiento obrero de nuestros días, nació en Tréveris, en 18184.

Es verdad que Marx tiene párrafos exigentes, difíciles, incluso para los muy familiarizados con su lectura, es verdad que hay ideas que requieren ser pensadas “dos veces”… pero eso no habilita a esos oportunistas que disfrazados de corderos se aprestan para darnos su interpretación a cambio de pesos, aplausos y/o votos. Pero también es verdad que Marx tiene obras completas cuyo claridad no sólo permite comprender los problemas que nos acogotan y desvelan sino que, y eso lo consiguen pocos, tiene la virtud de movilizarnos, ponernos en acción y proponernos una ruta que no termina con el bienestar de alguien en particular sino en la superación de la humanidad como obra de la humanidad misma… y eso no será fácil pero tampoco imposible. Marx lo dijo.

Para insuflar respetos de tipo diverso, por Marx y sus ideas, no pocas veces sus admiradores han incurrido en errores, algunas veces involuntarios, de presentarlo como un ogro aburrido y denso, como un monolito, adusto e impenetrable, al cual sólo los elegidos o los iniciados, pueden entender. Han cometido el fallido de ofrecerlo como artífice de burocracias endemoniadas y sectarismos rentables. ¡Cuánta estupidez dicha y hecha en su nombre! Injusticia demencial y contraproducente. No hay persona más fácil de admirar, sin personalismos, ni inteligencia más fácil de respetar, sin dogmatismos. Marx fue un tipo duro, exigente, querido y querible. Y eso se le agradece.

Librarse de los eruditos y los iluminados como interpretes de Marx, no cancela el necesitar (alguna vez) cierto acompañamiento de alguien que colabore a comprender mejor algún concepto o grupo de conceptos y, para eso, hay mil compañeros siempre dispuestos a contribuir sin caudillismos ni paternalismos, a ofrecer su proceso de compresión y a ejercerla en colectivo. Hay mil compañeros que, incluso, se dedican a eso, no en cátedras o no sólo, sino, también, quizá mejor, en charlas informales, en círculos de estudio, obreros y campesinos, estudiantiles y de todo tipo, que encuentran aposento en un café, en la casa de alguien, en las fábricas... donde se puede. Siempre hay un compañero a la mano, confiable y sin condiciones de burócrata, compañero que sabe pararse al lado de las luchas, solidario, parte de ellas y no dueño de ellas. Sólo hay que estar atentos.

El capitalismo continúa su decadencia y las ideas de Marx continúan, en los hechos, fortaleciéndose como praxis científica con vigor extraordinario para la construcción del más avanzado nivel del pensamiento humano: el socialismo. ¿Alguien pudo regalarnos cosa mejor? Marx ha sido victimado por propios y extraños… por esos que se asumen como eruditos profesionales, apasionados de sí mismos y pontífices privilegiados con licencias de pedantería impúdica. Esos que creen que jerarquizar la teoría y la práctica es cosa sólo de darlas por cerradas, por verdad absoluta y para siempre… esos que dan por cerrado el saber para rendirse culto sí mismos. Sectas, pues. Marx ha sido maltratado por toda clase de simplismos facturados desde la imbecilidad más acaudalada. Redomados señoritos (y señorones) beneficiaros de alguna renta burocrática, babean con ilusiones masturbatorias cuando sueñan erigirse en enterradores definitivos de la praxis revolucionaria de Marx. Muchos hasta se hacen llamar “marxistas”. Lenin los denunció muy bien5.
Kart Marx hizo aportaciones extraordinarias, necesariamente inacabadas, en dialéctica permanente, no sólo para el campo de la filosofía, la economía, la sociología… sino a la lucha mundial del movimiento obrero y de los trabajadores en general. Con la obra de Marx ganamos una tesis científica sobre la lucha de clases como lucha de fuerzas vivas, con elementos objetivos y subjetivos, en tensión e interacción continua. Ganamos una descripción dinámica y una actitud de clase ante el debate Capital-Trabajo y ganamos una lista enorme de tareas, permanentes, hacia la emancipación definitiva de la humanidad. Obra viva.

Marx no sólo explicó la realidad sino que tomó partido porque la explotación de una clase social contra otra se convirtió extensivamente en dominio violento de naciones poderosas para el saqueo, la explotación y la imposición ideológica sobre el resto de los países “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestro días es la historia de la lucha de clases”. Demostró que en semejante historia anida la historia de luchas de clases, las luchas políticas, variadas y complejas, en torno al poder social y político de unas u otras clases; las clases viejas, para conservar el poder, las nuevas, para conquistarlo. Su pensamiento constituye una de las síntesis más importantes del pensamiento occidental de su época con algo nuevo que aportar críticamente a lo mejor que la humanidad creó pero con un proyecto revolucionario de la clase obrera. Gracias a que el pensamiento de Marx no es “sentido común” ni “lógica” decorativa, ni dogma, ni verdad de secta… es, pensamiento dialéctico, creador que no admite frenarse y que no admite feligresías contemplativas.

Además de “teorizar” fue un revolucionario en acción al lado de los obreros, revolucionario, mundial, entusiasta, creativo… artífice de una praxis científica siempre perfectible. No era una intelectual, un teórico o un científico de escritorio. Amo a su mujer y a sus hijos mientras hurgaba los entresijos del capitalismo, identificó sus trampas fundamentales, denunció sus degeneraciones más criminales y propuso el modo de terminar con el mal. Para siempre. Favor completo. Puso a la luz el comportamiento de la plusvalía, el valor-trabajo, la diferencia entre valor de uso y valor de cambio y la metodología para la construcción de una sociedad nueva sacada de los escombros de esta, aprovechando sus logros más importantes y no basada en la explotación ni en el saqueo sino en la solidaridad conciente para el desarrollo de todos. Sin clases sociales… sin propiedad privada.

No es el marxismo el que ha “fracasado”, burguesía dixit, sino muchos de sus intérpretes. La realidad está aquí para probarlo. Es una traición acudir a Marx como si fuese un santo, un gurú, un iluminado milagrero. Marx no tiene todas las verdades reveladas, propuso un método que desde su nacimiento ya fue una contribución adelantada a su tiempo y que está ahí, como el autor lo quiso, para ser perfeccionado y superado (no deformado) en manos de los trabajadores del mundo en lucha. No de los intermediarios. Marx vivirá a lo largo de los siglos, y con su nombre, su obra. Fue amigo y maestro del proletariado demostró que la humanidad se verá liberada por medio de la lucha de clase y que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea.

Es preciso que la obra y la vida de Marx sean conocidas por todos los obreros… por todos los trabajadores, los proletarios del mundo, pero conocidas de verdad, de corazón y a fondo para que se las apropien como debe ser, porque así fue pensada y para eso tuvo sentido invertir una vida de trabajo nada fácil. Para que nadie nos asuste con parafernalias circenses que no le tocan un pelo al capitalismo. Es necesario que se sepa para avanzar en la construcción profunda de la transformación social más avanzada de la historia, la transformación propuesta en el Manifiesto del Comunismo, con sus avances y desafíos nuevos. Que se conozca el pensamiento de Marx, por boca de los pueblos, para que, de paso, se pongan en su lugar todos esos “payasos” que se piensan rebeldes desde las alturas de su vanidad solipsista o desde las ínsulas de la desconfianza burguesa que sólo confía en desplantes inocuos y en pataletas de fachada. Todavía el pensamiento de Marx goza de salud revolucionaria y en términos de “ir más lejos” no hay, fuera del marxismo (sin tergiversaciones), corriente, clanes, tribus, señoritosni señorones que hayan jondeado por la cola al demonio del capitalismo de manera más radical, definitiva y permanente, como lo hizo Marx con su praxis.

De los muchos e importantes descubrimientos con que Marx ha inscrito su nombre en la historia de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí. El primero es la revolución que ha llevado a cabo en toda la concepción de la historia universal… Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de luchas de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en torno al Poder social y político de unas u otras clases sociales; por parte de las clases viejas, para conservar el poder, y por parte de las ascendentes clases nuevas, para conquistarlo. Ahora bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas clases? Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época dada produce y cambia lo necesario para su sustento. l segundo descubrimiento importante de Marx consiste en haber puesto definitivamente en claro la relación entre el capital y el trabajo; en otros términos, en haber demostrado cómo se opera, dentro de la sociedad actual, con el modo de producción capialista, la explotación del obrero por el capitalista6”.

Marx es desafiante para todos nosotros porque es uno de esos constructores infatigables de un mundo extraordinario, maravilloso, plenitud de la imaginación, de la felicidad, de la creatividad… mundo sin explotación, sin alienación obra de la humanidad revolucionada. Marx es un militante de la subjetividad revolucionaria también, de la conciencia en ascenso espiral con sus urgencias lúdicas, de amores, pasiones y sueños. Militante de la conciencia creadora. Militante de un proyecto de todos hacia el comunismo que es la forma superior de la expresión colectiva y personal por antonomasia. Militancia desde la conciencia más profunda y promisoria, militante en los territorios de la interioridad más colectiva que son los de una especie impelida a construir su liberación definitiva contra capitalismo. Militancia premonitora y contagiosa para que la humanidad, que busca pertenecerse para siempre, ande con las vestiduras de fuego iluminado en su corazón revolucionario.

Marx entendió la necesidad de terminar con el Capitalismo y sus valores todos, porque es la negación misma de la creatividad y del desarrollo humano. Terminar con la opresión y el terror, la servidumbre y el despotismo, lo feo y lo hostil a la libertad de expresión de todos, haciéndolos incluso “bellos” para afianzar sus dominios de explotación. Derrotar al capitalismo que ha vuelto al mundo un amasijo de cadáveres equilibristas bajo graznidos de revólveres. Capitalismo que nos taladra con angustias aun cuando muchos resisten y luchan. Terminar con el capitalismo porque esta miseria es estanque de muerte que secuestra al cielo con su modorra de camposanto y anuncia sus deseos de violencia más obscenos. Terminar con esta sociedad enferma produce enfermos, hambre y angustia que nos enloquece, que nos condena al patíbulo del silencio… se nos saquea la vida. Y los únicos capaces de terminar con esta barbarie criminal son los trabajadores unidos y conscientes de su papel histórico.

Y urgen más luchas rebeldes, más almas y también más fuerzas para reunir al viento, para zarandear el trapo de las banderas dormidas y levantar como soles nuestros brazos entumidos. Es necesario terminar con el espíritu blandengue. Hay que comenzar una guerra nueva armados, también, con esa poesía revolucionaria que pensó y practicó Marx para que trasforme a los hombres, los enamore y sea una puerta abierta que nos conduzca donde no hemos llegado… una puerta para entrar a la vida verdadera, justa, solidaria. Al cielo concreto y terreno que nos pertenece. Y mantengamos esa revolución permanentemente. “Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza idológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblasF. Engels7

Plagio… collage forzado, y a contramano, fallido pero con historia… muchas historias.

Rojo vivo: Más de uno oficia de hortelano de esta tierra viva que fecundas, compañero del alma, tan temprano. Tantas urgencias se agrupan a nuestros costados que por doler nos duele hasta el aliento. Un manotazo duro de la historia… un golpe helado, un hachazo visible y homicida, un empujón brutal nos ha postrado. No hay extensión más grande que esta herida y mientras lloramos las desventuras sentimos más tu vida en nuestras vidas. Hoy andamos sobre rastrojos de difuntos y con calor de lucha y sin sosiego vamos del corazón a los asuntos rebeldes. No perdonamos a la muerte financiada, no perdonamos a la muerte rentable, no perdonamos a la miseria ni a la barbarie. En nuestras manos levantamos una tormenta de ideas, programas y proclamas estridentes, sedientas de justicia y transitorias. Queremos escarbar la tierra con los dientes, apartar la tierra parte a parte, a dentelladas secas y calientes. Minar la tierra, desamordazarte y continuarte. Que sigas nuevo siempre en los huertos, las higueras, las fábricas… donde pajareará tu alma colmenera como canto de las luchas cada día. Rojo vivo, aleja las sombras de las cejas y pon tu sangre a que ande en todos lados disputando el futuro. Que tu corazón sea flama de un campo de almendras espumosas para nuestras avariciosas voces de militantes… A las aladas almas de nuestras banderas te requerimos, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero. Rojo Vivo.

Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultra demócratas, competían a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como si fueran telas de araña, no hacía caso de ello; sólo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde la minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.” F. Engels8.

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