sábado, 19 de febrero de 2011

¡QUE VENGA INSULZA!...

Federico Ruiz Tirado
Puedo presumir con razón o sin ella, que el Canciller Maduro quiso decirles a los huelguistas que a Insulza le falta tiempo para ocuparse de sí mismo; tiempo no crono sino ontológico, transmigratorio, sin barreras, libre de imprevistos, al modo de Pablo Coelho; que no lo jodan, pues, que lo dejen desgranar su mazorca; que no está para experiencias tan dolorosas ni para bisuterías. Atada a esta conjetura, está no obstante la otra historia que el viento se llevó debido a la baja ralea de sus actores, esa que ocasionó un maremágnum en la psique del Secretario por acoger las monsergas de Ismael García, inspirada en las catilinarias opusdeicas de Ramón Guillermo Aveledo. Sigo suponiendo que a alguien le corresponde explicarnos cómo es que este señor hace públicos sus antagonismos políticos y con el mismo desparpajo se “autosuicida” desmintiéndose. Con él nada es previsible, excepto dos cosas: su increíble parecido a Aznar y la burda utilización que hacen de él ciertos especímenes de la derecha local y norteamericana. Ya hoy el Departamento de Estado le subió la autoestima al Secretario, para que sobrelleve esa distimia serrana con la que arrastra y cuyos efectos son tratados directamente desde Washington.
Insulza visualiza las cosas como si ellas fueran las razones que le provocan sus conflictos existenciales, manifestados en la dislexia mental que exhibe cuando se le suelta la lengua. En el mismo plano donde sitúa la árida charlatanería de Ismael García, la huelga de hambre de estos holgazanes que aspiran tumbar a Chávez y por eso figuran en las nóminas de la MUD, el Secretario de la OEA también coloca su aversión a la Ley Habilitante para, sin salirse de ese ámbito sofocado por sus propias cavilaciones, terminar avalándola, compaginándola, como si se hubiera topado inesperadamente con el cinturón extraviado que habrá de sostener sus pantalones.
Humildemente creo que Insulza debe venir ya a Venezuela con una valija repleta de empanadas chilenas. Lorent Saleh lo celebraría con gusto. ¡A comer, a comer, queridos chicos de la resistencia!, sería su consigna oeista: después nos vamos en cambote a por una foto con Mazuco!
Es turismo, no injerencia.

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