Las aventuras de Henry, Ismael y Andres
Por: Nery la Cruz
Se pusieron de acuerdo los tres y un tal Frente Progresista del Cambio fue su divisa. Lo más común que tienen los tres es haber volado la talanquera de la revolución en disímiles momentos pero con similitudes en pretextos y propósitos. Después se vio que la revolución nunca los necesitó. Ismael y Andrés son atorrantes en el verbo, pero Henri es mas apesadumbrado, casi taciturno. Una tristeza perenne lo persigue como si se arrepintiera por adelantado de sus traiciones. Pero calcula sus traiciones el Henri. Las viene calculando desde que era alcalde de Barquisimeto. Y parece que también calculó la estrepitosa desaparición del PPT. Esa es su mejor recompensa. Henri y Andrés son casi por congénita casualidad, insidiosos en el andar político, pero Ismael además de eso es errático como el que más. Pobre en su discurso y veleidoso en sus propuestas. Eso si, Ismael es bueno en la maniobra. Después que se valió de alguna confianza que la revolución le extendiera, colocó algunos familiares y amigotes en posiciones de gobierno y cuando le descubrieron el timo, se refugio en las aletas del Podemos ya descuartizado, para completar su entierro en un velorio repleto de grillos. Ismael y Henri suelen parecerse en sus aventuras politiqueras. Hay una conexión análoga en sus acciones, desde que ambos en diferentes tiempos y lugares, fueran alcaldes. Pero Andrés es un caso. Un caso casi patológico. La obsesión de poder lo abruma. Y el quicio le rueda por los suelos. Después que fuera gobernador de Bolívar, desde un principio traicionó a Chávez. Y traicionó a los trabajadores de Sidor. Y traicionó la memoria de Maneiro. Ya de Maneiro ni habla porque traicionó también sus principios para hacerlo. Como se ve los tres sobreviven suspendidos de la desventura politiquera. Parecen signados por el infortunio que ellos mismos se han construido. Porque es que la historia de los bienaventurados siempre han encontrado tres personajes unidos por la gallardía de sus acciones. Cristo, Bolívar y Don Quijote fueron los majaderos por la justicia. Marx, Lenin y Trostky, fueron los más grandes pensadores de la idea socialista. Allende, Sandino y Fidel, los imprescindibles de la revolución latinoamericana. Vaya distancia que habrá que guardar entre esas ternas y el trípode de Henri, Ismael y Andrés. Y esa distancia se recoge tanto en la memoria histórica de la cordura, que casi desaparece, cuando a ella llega la simpática referencia de Los Tres Chiflados.
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