HALCONES SOBRE VENEZUELA
Por OCTAVIO QUINTERO
El pasado viernes 24 de junio, Thomas Delare, alto funcionario gubernamental, admitió ante el Congreso de Estados Unidos la posibilidad de que Venezuela sea declarado, un “Estado Terrorista”.
La noticia circuló por ahí en algunos medios colombianos como cualquier otra noticia de baranda. Pero la declaración de Delare contiene implícita la mayor amenaza que el Imperio haya lanzado contra la Venezuela de Chávez.
Declaraciones similares antecedieron a horrores posteriores que han vivido países como Irak y Afganistán, en el pasado reciente, o la Libia de Gadafi en el dramático presente.
Quizás, la insidia política que en Colombia se ha cultivado contra Chávez nos tenga nublada la visión vecinal de un país cuya suerte, nos guste o no, está ligada a la nuestra, no tanto por los ya cursis discursos históricos, sino por –precisamente- ser vecinos. Podría decirse sin pestañar que si a Venezuela le va bien, a Colombia le va bien, y viceversa.
En el presente caso no se trata de asumir posiciones políticas sobre modelos de desarrollo de izquierda o derecha donde al unísono fungen amenazadoras “manos negras” a diestra y siniestra, si le creemos al presidente Santos. No, es que cuando rasuran al vecino, la praxis aconseja poner nuestras propias barbas en remojo.
Más claro nos lo dice el pastor Martin Niemoeller en su sermón de la Semana Santa de 1946: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”:
“Primero llegaron por los comunistas, y no hablé porque no era comunista; después vinieron por los judíos, y no hablé porque no era judío; después vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era uno de ellos, después vinieron por los católicos, y no hablé porque yo era protestante; después vinieron por mí, y para entonces no había quedado nadie que hablara”.
Tal vez muchos en Colombia –los más-, y paradójicamente en la misma Venezuela, anden de plácemes con la declaración del esbirro gringo. Pero su contenido literal resulta tan amenazante como la espada de Dionisio que pendía en aquel festejo griego sobre la cabeza de Damocles.
"Si PDVSA no para, y se lo hemos dejado muy claro (a la empresa y al gobierno venezolano), la secretaria de Estado (Hilary Clinton) se reserva la autoridad de imponer sanciones adicionales más severas. Ninguna opción está descartada y el Departamento (de Estado) continuará evaluando cuáles acciones adicionales pueden justificarse en el futuro", dijo Delare, refiriéndose a las sanciones impuestas el mes pasado a PDVSA y otras seis empresas extranjeras por hacer negocios con Irán.
“Ninguna acción está descartada” (léase bien) porque, quizás, por no leer bien, fue que el Imperio tuvo que desencadenar sanciones económicas, y sobre todo militares, que no descartan “ninguna opción” contra Irak y antes Afganistán y, por lo mismo contra Irán, Sudán y Siria (y no hablemos de Cuba –caso juzgado).
Mirando el espejo retrovisor, no está el palo para cucharas ni la amenaza al vecino para echar voladores.
oquinteroefe@yahoo.com
La noticia circuló por ahí en algunos medios colombianos como cualquier otra noticia de baranda. Pero la declaración de Delare contiene implícita la mayor amenaza que el Imperio haya lanzado contra la Venezuela de Chávez.
Declaraciones similares antecedieron a horrores posteriores que han vivido países como Irak y Afganistán, en el pasado reciente, o la Libia de Gadafi en el dramático presente.
Quizás, la insidia política que en Colombia se ha cultivado contra Chávez nos tenga nublada la visión vecinal de un país cuya suerte, nos guste o no, está ligada a la nuestra, no tanto por los ya cursis discursos históricos, sino por –precisamente- ser vecinos. Podría decirse sin pestañar que si a Venezuela le va bien, a Colombia le va bien, y viceversa.
En el presente caso no se trata de asumir posiciones políticas sobre modelos de desarrollo de izquierda o derecha donde al unísono fungen amenazadoras “manos negras” a diestra y siniestra, si le creemos al presidente Santos. No, es que cuando rasuran al vecino, la praxis aconseja poner nuestras propias barbas en remojo.
Más claro nos lo dice el pastor Martin Niemoeller en su sermón de la Semana Santa de 1946: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas”:
“Primero llegaron por los comunistas, y no hablé porque no era comunista; después vinieron por los judíos, y no hablé porque no era judío; después vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era uno de ellos, después vinieron por los católicos, y no hablé porque yo era protestante; después vinieron por mí, y para entonces no había quedado nadie que hablara”.
Tal vez muchos en Colombia –los más-, y paradójicamente en la misma Venezuela, anden de plácemes con la declaración del esbirro gringo. Pero su contenido literal resulta tan amenazante como la espada de Dionisio que pendía en aquel festejo griego sobre la cabeza de Damocles.
"Si PDVSA no para, y se lo hemos dejado muy claro (a la empresa y al gobierno venezolano), la secretaria de Estado (Hilary Clinton) se reserva la autoridad de imponer sanciones adicionales más severas. Ninguna opción está descartada y el Departamento (de Estado) continuará evaluando cuáles acciones adicionales pueden justificarse en el futuro", dijo Delare, refiriéndose a las sanciones impuestas el mes pasado a PDVSA y otras seis empresas extranjeras por hacer negocios con Irán.
“Ninguna acción está descartada” (léase bien) porque, quizás, por no leer bien, fue que el Imperio tuvo que desencadenar sanciones económicas, y sobre todo militares, que no descartan “ninguna opción” contra Irak y antes Afganistán y, por lo mismo contra Irán, Sudán y Siria (y no hablemos de Cuba –caso juzgado).
Mirando el espejo retrovisor, no está el palo para cucharas ni la amenaza al vecino para echar voladores.
oquinteroefe@yahoo.com
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