Auméntame la gasolina pero no me quites el cupo,
grita la clase media
Es el grito herido de la clase media venezolana en la actualidad: "Aumentáme la gasolina pero no me quites el cupo".
Lo dicen opositores y también chavistas, mujeres y hombres debilitados por la guerra económica que tortura a nuestra Patria. Dicha guerra hace a muchos olvidar lo que es conveniente para la economía nacional (erradicar subsidios en caso de fines esenciales) y los empuja a pensar sólo en la supervivencia personal.
Ya es vox populi. Es un sentimiento nacional. La clase media está indignada. La eliminación casi total (que sólo inocentes llaman "recorte") del cupo electrónico y cupo viajero en dólares otorgados por CENCOEX, antiguamente conocido como CADIVI, mató el sueño de una clase social que aspira cambiar de clase. A decir verdad, Venezuela es un país con aspiración socialista en un mundo mayoritariamente capitalista y por ende nuestro pueblo no escapa de la propaganda global. En Caracas se sabe más sobre Paris Hilton y Kim Kardashian que de quién fue Argelia Laya o Livia Gouvernier. Negarlo sería populista.
La reciente restricción (técnicamente eliminación del cupo) ha generado molestias entre venezolanos de diferente signo político. Muchos religiosamente viajaban cada año como orgullosos pequeños burgueses con esos dólares a precio de gallina flaca, otros más humildes como la muchacha que limpia la casa de mi vecina, vendía su cupito a la señora patrona extranjera o musiua y así se ganaba unos churupitos para estrenar ropa en diciembre sin salir de Maiquetía.
Aquello ya era un deporte nacional. El obrero humilde tramitaba su cupo electrónico para vendérselo al miembro de la clase media. El de la clase media usaba el cupo viajero para irse al Caribe o a Ecuador y venirse al siguiente día con los bolsillos llenos de verdes en efectivo para venderlos clandestinamente, además usaba su cupo de internet para comprar ropa y otras cosas por Amazon o Ebay y luego lo trae por Liberty Express.
Pero el más criminal sin duda es el sujeto de clase alta quien seguirá en negocios de mayor cuantía con el gobierno, recibiendo dólares preferenciales para importar, prometiendo falsamente alimentos y medicinas, pero en realidad dándole otro destino a las divisas (vendiéndolas en mercado negro o importando bienes de lujo) para obtener altísimas ganancias fraudulentas en perjuicio de un pueblo que padece creciente escasez de productos vitales como, repito, alimentos y medicinas.
Entonces ese mercado negro, esa subcultura, ese mundillo infrahumano, ese sarao de la vagabundería creado por los dólares baratos que hasta hace poco eran repartidos por el gobierno parece ya estar en terapia intensiva.
Sin embargo, sin ánimo de crucificar a los amantes de ese mercado de dólares ganga extraídos del gobierno, luce conveniente analizar ciertos factores que explican la penuria del sistema cambiario venezolano y la fuga histórica de divisas o petro-dólares que ha desencadenado el escenario actual.
Nos dijeron que la estrategia del gobierno era aplastar al inmoral el mercado negro de divisas, pero el Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) comenzó poniendo el dólar a 170 Bsf lo cual era casi lo mismo que la ilegal página Dolartoday.com. Imposible sería no preguntar si entonces el gobierno estaba justificando esa tasa de cambio sobrevaluada, pues dicha página lo tenía en 180 y pico Bsf en febrero 2015, hoy en abril ya acaricia los 260 Bsf.
En resumidas cuentas el sistema de divisas del gobierno nunca pudo cumplir con el objetivo de contrarrestar al mercado negro, buscando atraer a potenciales compradores de dólares y de ese modo arrancarle clientes a los especuladores de la economía para erradicarlos definitivamente. Más bien se ha estado dando legitimidad y legalidad a los cálculos de estos traficantes inescrupulosos y a la construcción de toda una economía paralela que en Venezuela se encuentra en vías de consolidación.
Sólo incrementando la producción nacional de bienes y servicios, se extermina la necesidad de dólares que hoy padecen millones de venezolanos que saben que la moneda nacional se devalúa rápidamente en sus manos frente a una terrorífica inflación.
Ante una economía paupérrima muchos vivían a través de sus cupos un respiradero, un desahogo, un salvavidas. La solución no es devolverle sus cupos a los nostálgicos que hoy lo lloran sino transformar la economía nacional en dirección hacia la productividad diversificada no petrolera para así no necesitar de tantas importaciones con moneda extranjera. Claro está, ese es un objetivo planteado desde hace un siglo (que involucra a la cuarta República y a la quinta) y todavía hoy no me queda claro si hemos empezado realmente a trabajar en ello.
Brindemos piedad y perdón por favor a los pitiyanquis que buscan la moneda imperialista para protegerse de la calamidad inflacionaria como supervivencia en un país donde la improductividad y el rentismo petrolero han generado un estado de necesidad del cual cada quien trata de salir como puede, mediante el bachaqueo, el tráfico de cupos, jalando mecate por un cargo público, etc.
De todas maneras siempre habrá un sector de compatriotas (tanto en chavismo como en oposición) que seguimos trabajando a cuenta propia para vivir dignamente, aunque sea en circunstancias cada vez más difíciles en nuestra patria.
Lo dicen opositores y también chavistas, mujeres y hombres debilitados por la guerra económica que tortura a nuestra Patria. Dicha guerra hace a muchos olvidar lo que es conveniente para la economía nacional (erradicar subsidios en caso de fines esenciales) y los empuja a pensar sólo en la supervivencia personal.
Ya es vox populi. Es un sentimiento nacional. La clase media está indignada. La eliminación casi total (que sólo inocentes llaman "recorte") del cupo electrónico y cupo viajero en dólares otorgados por CENCOEX, antiguamente conocido como CADIVI, mató el sueño de una clase social que aspira cambiar de clase. A decir verdad, Venezuela es un país con aspiración socialista en un mundo mayoritariamente capitalista y por ende nuestro pueblo no escapa de la propaganda global. En Caracas se sabe más sobre Paris Hilton y Kim Kardashian que de quién fue Argelia Laya o Livia Gouvernier. Negarlo sería populista.
La reciente restricción (técnicamente eliminación del cupo) ha generado molestias entre venezolanos de diferente signo político. Muchos religiosamente viajaban cada año como orgullosos pequeños burgueses con esos dólares a precio de gallina flaca, otros más humildes como la muchacha que limpia la casa de mi vecina, vendía su cupito a la señora patrona extranjera o musiua y así se ganaba unos churupitos para estrenar ropa en diciembre sin salir de Maiquetía.
Aquello ya era un deporte nacional. El obrero humilde tramitaba su cupo electrónico para vendérselo al miembro de la clase media. El de la clase media usaba el cupo viajero para irse al Caribe o a Ecuador y venirse al siguiente día con los bolsillos llenos de verdes en efectivo para venderlos clandestinamente, además usaba su cupo de internet para comprar ropa y otras cosas por Amazon o Ebay y luego lo trae por Liberty Express.
Pero el más criminal sin duda es el sujeto de clase alta quien seguirá en negocios de mayor cuantía con el gobierno, recibiendo dólares preferenciales para importar, prometiendo falsamente alimentos y medicinas, pero en realidad dándole otro destino a las divisas (vendiéndolas en mercado negro o importando bienes de lujo) para obtener altísimas ganancias fraudulentas en perjuicio de un pueblo que padece creciente escasez de productos vitales como, repito, alimentos y medicinas.
Entonces ese mercado negro, esa subcultura, ese mundillo infrahumano, ese sarao de la vagabundería creado por los dólares baratos que hasta hace poco eran repartidos por el gobierno parece ya estar en terapia intensiva.
Sin embargo, sin ánimo de crucificar a los amantes de ese mercado de dólares ganga extraídos del gobierno, luce conveniente analizar ciertos factores que explican la penuria del sistema cambiario venezolano y la fuga histórica de divisas o petro-dólares que ha desencadenado el escenario actual.
Nos dijeron que la estrategia del gobierno era aplastar al inmoral el mercado negro de divisas, pero el Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) comenzó poniendo el dólar a 170 Bsf lo cual era casi lo mismo que la ilegal página Dolartoday.com. Imposible sería no preguntar si entonces el gobierno estaba justificando esa tasa de cambio sobrevaluada, pues dicha página lo tenía en 180 y pico Bsf en febrero 2015, hoy en abril ya acaricia los 260 Bsf.
En resumidas cuentas el sistema de divisas del gobierno nunca pudo cumplir con el objetivo de contrarrestar al mercado negro, buscando atraer a potenciales compradores de dólares y de ese modo arrancarle clientes a los especuladores de la economía para erradicarlos definitivamente. Más bien se ha estado dando legitimidad y legalidad a los cálculos de estos traficantes inescrupulosos y a la construcción de toda una economía paralela que en Venezuela se encuentra en vías de consolidación.
Sólo incrementando la producción nacional de bienes y servicios, se extermina la necesidad de dólares que hoy padecen millones de venezolanos que saben que la moneda nacional se devalúa rápidamente en sus manos frente a una terrorífica inflación.
Ante una economía paupérrima muchos vivían a través de sus cupos un respiradero, un desahogo, un salvavidas. La solución no es devolverle sus cupos a los nostálgicos que hoy lo lloran sino transformar la economía nacional en dirección hacia la productividad diversificada no petrolera para así no necesitar de tantas importaciones con moneda extranjera. Claro está, ese es un objetivo planteado desde hace un siglo (que involucra a la cuarta República y a la quinta) y todavía hoy no me queda claro si hemos empezado realmente a trabajar en ello.
Brindemos piedad y perdón por favor a los pitiyanquis que buscan la moneda imperialista para protegerse de la calamidad inflacionaria como supervivencia en un país donde la improductividad y el rentismo petrolero han generado un estado de necesidad del cual cada quien trata de salir como puede, mediante el bachaqueo, el tráfico de cupos, jalando mecate por un cargo público, etc.
De todas maneras siempre habrá un sector de compatriotas (tanto en chavismo como en oposición) que seguimos trabajando a cuenta propia para vivir dignamente, aunque sea en circunstancias cada vez más difíciles en nuestra patria.
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