Oficios repugnantes Roberto Hernández Montoya
Ha pocos años dije en artículos alarmados por lo
que se venía en Libia que pronto tendríamos lo que ahora tenemos en el
Mediterráneo: una oleada de migraciones desesperadas. Son ocasiones en que
detesto tener razón. La Otan devasta a Libia y a Siria y ahora derrama lágrimas
de cocodrilo por la congestión de refugiados sociales, económicos, políticos,
religiosos, que fluyen a través de esos países hacia Europa, desmoralizados,
irritados, aterrorizados. Surgen del África Subsahariana y de las propias Libia
y Siria, huyendo de la paradisíaca Primavera Árabe, de los bombardeos
humanitarios de Obama, Sarkozy, Hollande, Aznar, Rajoy y demás sigüís del
Imperio. Arabia Saudita anunció el martes (ojalá dure) el cese de los
bombardeos en Yemen.
Hay gente refugiada por millones en Medio Oriente,
desarraigada, hambrienta, sin hospitales, educación, vivienda, futuro.
Sobreviven en la incertidumbre, la miseria, la amenaza, la intemperie, social y
de la otra. Es población débil porque además está a la merced de bandas
forajidas que amenazan, maltratan, violan, matan, explotan. Algunas bandas
organizan éxodos disparatados de gente en la indigencia más rotunda, que acepta
cualquier destino porque siente que sus condiciones no pueden empeorar.
Una vez oí decir a un ex prisionero de un campo de
concentración nazi que el ser humano se acostumbra velozmente al horror. En
estos días hay una dosis de angustia mediática por uno de esos cotidianos
hundimientos del Titanic. Ya pasará. Pronto nos acostumbraremos y esas zozobras
ya no serán noticia, salvo por allá en una página interior, chiquitica, si
acaso.
El Imperio y sus siervos de Europa ahora acusan al
tráfico de personas de la actual tragedia, pero como genuino fariseísmo no se
mencionan las causas profundas del mal. Es muy conveniente desviar la atención
hacia la trata de gente. Está bien, esas personas son aborrecibles, pero más lo
son quienes crearon las condiciones que propician su actividad. Bertolt Brecht
se preguntaba: “¿Qué es el asalto a un banco comparado con la fundación de un
banco?”. Es lo mismo: ¿qué es la trata de gente refugiada comparada con la
devastación de los países de donde vienen esas personas? ¿Acaso son migrantes
de gran intrepidez y capricho que prueban mejor suerte en Europa? ¿O es gente a
quien destruyeron su hábitat, casa, barrio, ciudad, escuela, lugar de trabajo,
hospital, panadería, calle, familia, parque? Hay que ser repugnante para
aceptar el oficio de excusar la migración trágica endilgando toda la culpa a
quienes organizan esos traslados trágicos.
Pero no solo desvían la atención sobre esos sucesos
hacia el tráfico, sino que te cambian el tema para disertar sobre la tragedia
que se vive en Venezuela. Son otros repugnantes. Aprueban la Ley Mordaza en
España y señalan a Venezuela como violadora de los derechos humanos. En los
Estados Unidos matan negros y absuelven a los policías blancos que los
asesinan, pero la violación de derechos humanos es en Venezuela.
Siempre me he preguntado cómo se llega a ser tan
repugnante. Debe ser un trayecto bien feo.
Mira a Libia y mira a Siria. Hay cerca de ti gente
que quiere eso para Venezuela.
@rhm1947
@rhm1947
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