Néstor Francia / Análisis de Entorno: “En Venezuela gobierna un cogollo”
– Reflexiones del reposo
– Las percepciones pesan cada vez más
– Un ejercicio interesante
– Percepciones, realidad real y realidad virtual
– “En Venezuela gobierna un cogollo”
– “Venezuela es el país más corrupto del mundo”
– “El pueblo está sufriendo hambre, escasez e inflación”
– Nuestros temores y los de Díaz Rangel
– ¿Guerra económica? Sí ¿Y?
– Víctor Alvarez y la inercia
– Otras percepciones
– No la tenemos fácil
Como suele suceder, en esos momentos de reposo obligado, nos damos a distintas reflexiones de todo tipo, tarea no siempre fácil en medio de tráfago diario. Por supuesto, en nuestra mente ocupó un buen espacio, por estos días, el tema de la política. Hoy asentaremos algunas de estas cavilaciones, no libres de preocupaciones, dudas e incertidumbres. No corren tiempos fáciles para la Revolución.
Ya vienen por allí las elecciones primarias tanto de la MUD como del PSUV. Nosotros nos saltaremos esas instancias, donde todo en realidad parece básicamente resuelto (aunque con un poco más de ruido del lado opositor). Nos inquietan más las parlamentarias generales, que aun no tienen fecha, aunque difícilmente sean antes de noviembre. En este momento, comienzan a pesar cada vez más las percepciones, que es el verdadero caldero de la política, en una época en la que la impronta mediática lo marca todo. Hoy haremos un ejercicio que nos parece interesante y necesario: ¿Cómo se están moviendo las principales matrices mediáticas (incluir aquí el rumor, el corrillo y Radio Bemba, por supuesto)? Ojo: señalaremos por un lado las principales percepciones que parecen instalarse, trataremos de compararlas con la “realidad real” (en contraposición a la realidad virtual) y nos complicaremos la vida, como nos gusta. Claro, aquí no estamos para cumplir deseos, satisfacer necesidades emotivas ni repetir cantaletas de ningún tipo. Es un riesgo, pero tenemos que correrlo. Finalmente, lo que llamamos percepciones parten desde las matrices que trata de imponer la oposición: las percepciones negativas, las que deberíamos tratar de revertir (y no en todos los casos podremos, al menos no del todo)
Percepción 1: “En Venezuela gobierna un cogollo, una élite, la boliburguesía”. La realidad real: nunca antes en nuestro país habían surgido tantas y tan variadas formas de participación popular, aunque no siempre está participación es protagónica, en el sentido del poder político. El pueblo tiene poco poder real, en cuanto a las grandes decisiones, salvo en el caso de las electorales. Las relaciones de trabajo en las instituciones públicas en general reproducen los esquemas verticalistas propios del modo de producción capitalista: los patronos por un lado y los trabajadores por otro, en una relación de sometimiento que a veces no excluye distintas formas de despotismo y acoso laboral. Sin embargo, insistimos, aun así los niveles de organización y participación popular son inéditos.
A la percepción señalada abona la matriz de que el Gobierno no tiene caras nuevas, son los mismos que gobiernan desde el principio. Tampoco es verdad: muchos jóvenes y caras nuevas se han incorporado a altos niveles del poder del Estado. Por supuesto, el Gobierno tiene que ser una combinación de experiencia y juventud. Tal vez esta matriz de cogollo podría ser combatida si se logra mayor variedad en las vocerías, en el sentido del tiempo de exposición. Entendemos la carga que pesa sobre sus hombros, pero creemos que hay algunos voceros sobreexpuestos: el propio Presidente, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez son ejemplo de ello. Tampoco ayudan los constantes enroques de ministros y jefes de instituciones.
En todo caso, hay que tener cuidado, pues la percepción de que está gobernando una élite la ha ido instaurando la derecha con algún nivel de éxito.
Percepción 2: “Venezuela es el país más corrupto del mundo”. Una de las matrices más injustas que trata de sembrar la derecha. Hay corrupción, sí, y el Gobierno la está combatiendo. Pero estamos muy lejos de lo que fue la desenfrenada corrupción en la Cuarta República. En todo caso, para el pueblo, según todos los estudios, esta nunca ha sido una de sus principales preocupaciones, sobre todo porque desde hace tiempo se ha instalado una máxima que se basa en el hecho, no fácil de discutir, de que el poder siempre acarrea algún grado de corrupción administrativa: “que roben, pero que hagan”. Si hay soluciones, no serían tan importantes los ladrones. Esto es lo que piensa el común de la gente, al margen de las valoraciones éticas y culturales que ello implica. Percepción 3: “En Venezuela hay una profunda crisis económica y el pueblo está sufriendo hambre, escasez e imparable inflación”. Bien, aquí hemos llegado a profundidades, al meollo de la cuestión en lo que atañe al tema electoral: el descontento popular por la situación económica nos puede fregar. Esto es una preocupación seria de muchos. Ayer lo señalaba Eleazar Díaz Rangel en su columna dominical: “Muchos me preguntan por qué hago tantas referencias a las colas. He explicado que vivo cerca de un Bicentenario y todos los días del mundo paso al frente y veo las colas, algunas interminables, incluidas las de la tercera edad… Uno se pregunta en cuál porcentaje de quienes hacen colas todos los días, con las incomodidades que supone y el tiempo que se pierde, no serán afectados en sus conductas político-electorales, que generen abstención y hasta votos en contra del chavismo”. Por supuesto, es falso que en Venezuela haya hambre. Muy por el contrario, nunca antes este pueblo se había alimentado mejor, de esto dan fe todos los estudios serios, incluidos los de organismos autorizados como la FAO. Pero colas e inflación desbordada hay, a qué negarlo. Ahora bien, el problema más difícil en ese sentido es que está creciendo la sensación de que el Gobierno no está haciendo lo suficiente para superar estas dificultades y algunos piensan que el Gobierno está como paralizado, así no sea cierto. Recordemos: estamos hablando de percepciones. Ayer hicimos nuestra caminata terapéutica mañanera de los domingos, esta vez más comedida ya que tenemos que reponer poco a poco todas nuestras fuerzas. Este paseo nos lleva invariablemente al mercado de Quinta Crespo, donde solemos compartir con la gente para palpar el ambiente ¿Guerra económica? Ayer un chavista que nos abordó nos hacía señalamientos que no son del todo descabellados: “Si hay una guerra económica, la estamos perdiendo. Y si es cierto que hay tal guerra ¿por qué no actuamos en consecuencia? ¡Guerra es guerra! Y en estado de guerra hace rato que deberíamos haber decretado una emergencia nacional y lanzado al ejército masivamente a la calle, a acabar por la fuerza con el bachaqueo, la especulación, el acaparamiento, la usura y el contrabando. Es lo que hubiera hecho Chávez”.
Bien, no vamos a discutir aquí la justeza de este planteamiento, pero es claro el espíritu que transmite, la frustración, los atisbos de cansancio y desesperanza que refleja. ¿Guerra económica? Sí, pero no solo eso. Nosotros no somos duchos en economía, pero nos gusta leer a quienes han estudiado con más profundidad ese complejísimo tema. Ayer leíamos un artículo del camarada Víctor Alvarez (“Romper la inercia”). No vamos a suscribir todas sus opiniones, con algunas estamos en desacuerdo, pero en algo tendrá razón, vale la pena escucharlo: “La coyuntura económica por la que atraviesa Venezuela es compleja y de alto riesgo, pero no puede explicarse por la sola caída de los precios del petróleo… La baja del ingreso petrolero vendría a ser un catalizador de la contracción económica, mas no su causa. La verdadera razón está en los desequilibrios macroeconómicos, la falta de políticas agrícolas, industriales y tecnológicas y la conformación de un clima cada vez más adverso a la inversión productiva. Las verdaderas causas de la caída de la producción hay que buscarlas en el agotamiento de las políticas económicas que el Gobierno se empeña en mantener. En lugar de corregir las distorsiones fiscales, monetarias, cambiarias y de precios, la política económica en lo que va de 2015 ha sido de contingencia, enfocada en combatir los problemas de escasez, acaparamiento y especulación a través de operativos de controles, multas y penas de cárcel, sin mayores actuaciones en materia de políticas macroeconómicas y sectoriales… En su afán de derrotar la llamada guerra económica, el Gobierno lanzó una ofensiva plagada de regulaciones y controles que propician la corrupción, sin comprender que la escasez, el acaparamiento, la especulación y el contrabando son la consecuencia inevitable de los incentivos perversos que ofrece el régimen de cambios múltiples, los ineficientes subsidios y los rígidos controles de precios… mientras siga atacando los síntomas en lugar de erradicar las causas de la enfermedad, los problemas económicos persistirán y el malestar seguirá creciendo en el seno de la población. Si el Gobierno no ayuda y mantiene su inacción, el inevitable costo político puede llegar a comprometer el logro de la mayoría socialista en la nueva Asamblea Nacional” ¿Inercia? Quizá sí, quizá no. Pero esa es una peligrosísima percepción que tiende a imponerse. Pero no hemos terminado, esto continuará mañana. No si el espacio nos alcanzará, pero he aquí algunas otras percepciones que se trata de establecer:
– El Gobierno es un cementerio creativo, repetitivo y sin ideas
– Este es un Gobierno mentiroso
– El país está en estado de anarquía y caos
– Este es un Gobierno improvisado
– El Estado está sobredimensionado
– La gente se está cansando en cuanto al debate político poralizado
– Maduro está aislado internacionalmente y pelea con todo el mundo
Y por supuesto, hay un tema crucial que dejaremos para el final del análisis: la política comunicacional oficial. La verdad es que no la tenemos fácil.
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