Trincheras de Ideas
COLOMBIA:
DE COREA A LAS MALVINAS, DE RADONSKI A LA OTAN
Humberto Gómez García
El
bárbaro anuncio del presidente colombiano Santos de que Colombia como Estado va
a ingresar a ese centro del crimen, la injerencia y el colonialismo que es la
Organización del Tratado del Atlántico Norte mejor conocido como la OTAN,
resultó sin dudas un balde de agua fría para los gobiernos demócratas,
progresistas y revolucionarios de América Latina y el Caribe que no esperaban
ni imaginaban un giro tan entreguista y peligroso de los gobernantes
neogranadinos, una bofetada a la UNASUR y a todos los pueblos americanos.
Pero,
¿nos debe sorprender la conducta de esa demente oligarquía que sin pensarlo dos
veces autorizaron la instalación de 7 bases militares norteamericanas super
armadas en territorio patrio sin consultarle a nadie. Es decir, los gobiernos
colombianos hicieron una alianza con el fuerte, (el imperio yanqui), para que fuera
eterna la obligación del débil (Colombia), parafraseando al Libertador Simón
Bolívar.
Esa
oligarquía pérfida, anti latinoamericana, traidora, rastrera no es la primera
vez que se inclina a los dictados yanquis en las agresiones imperiales a otros
pueblos que luchan por su liberación. ¿Un ejemplo? La guerra de Corea de 1950 a
1953. Colombia envió una fuerza militar a participar en la agresión yanqui al
pueblo de Corea cuando las fuerzas nacionalista y socialista de Kill Il Sung
luchaban para evitar la secesión del territorio coreano. El pueblo coreano le
hizo morder el polvo de la derrota a las fuerzas invasoras norteamericanas, le
infringió una derrota de enorme magnitud causándole miles de bajas al ejército
norteamericano, aun cuando la nación fue partida en dos. Al Norte la República
Popular y Democrática de Corea. Al Sur, la llamada República de Corea,
virtualmente protectorado y base norteamericana para mantener viva la guerra
fría, situación que aún se mantiene, con la pequeña diferencia que los coreanos
del Norte tienen un poderoso arsenal atómico, única forma de preservar su paz e
integridad territorial.
Soldados
colombianos combatieron –y murieron– en Corea del Norte y rindieron su vida
defendiendo los intereses del imperio yanqui invasor. ¿Cuántos colombianos y
latinoamericanos conocen o saben eso?
Pero
no es esa la única ni la primera actitud entreguista de los gobiernos
oligárquicos colombianos. El gobierno colombiano fue el único que en América
Latina no apoyó a la Argentina en su reclamo digno y justiciero de las Islas
Malvinas, cuando el ejército de ese país tomo posesión de ese pedazo de tierra
argentina arrebatado por la fuerza por el imperialismo inglés. La traición
norteamericana al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca o TIAR al
dejar sola a la hermana Argentina, darle apoyo en inteligencia y otras ayudas
militares a los ingleses invasores, fue secundada por el gobierno colombiano de
aquel 1982, salvo el apoyo real, sincero y solidario de los grupos
revolucionarios de vanguardia y de amplios sectores del pueblo colombiano que
se pusieron al lado del pueblo argentino salvando la honra del gentilicio
latinoamericano y la solidaridad con los hermanos agredidos.
De
las ambiciones expansionistas de la oligarquía colombiana mejor no hablar en un
espacio tan breve como el de un artículo, baste mencionar el desgobierno de 8
años de ese monstruo demente y sicópata, terrorista y capo de la droga que es
el genocida Álvaro Uribe Velez. Más daño que el causado por ese tipejo y su
gobierno a Colombia y su pueblo no es posible imaginar. El monstruo del
paramilitarismo creado por Uribe se desató con toda su vesanía y maldad. El
fascismo actuando con los mismos métodos nazis: campo de concentración, sierras
para picar en dos a los guerrilleros y rivales políticos, cámaras de gas,
millones de campesinos desplazados de sus tierras (en Venezuela viven cerca de
5 millones de colombianos) miles de desaparecidos enterrados en fosas comunes,
falsos positivos para el enriquecimiento de generales y oficiales corrompidos
donde hijos del pueblo pagaron con su vida ni siquiera ser opositores,
simplemente ser pueblo pobre.
Y
cuando hablo de expansionismo –sin comentar las eternas ambiciones por
territorio venezolano, dixi Golfo de Venezuela y la parte que nos quitaron en
Cerrejón, La Goajira, etc.– y prepotencia me refiero al cuerpo político que
significa el Plan Colombia y la agresión militar a Ecuador por considerarlo un
país indefenso, débil y pequeño. ¿Quién fue el ejecutor de esa barbaridad,
porque el autor intelectual fue Uribe como presidente? El flamante ministro de
la defensa Santos, ese mismo que hoy es presidente, el que reaprobó las bases
militares gringas que autorizó Varito hoy lanza con bombos y platillos de
solicitar ingreso a la OTAN.
¿Qué
vino después, tras dos años de armar un tratado de paz entre el comandante supremo
Hugo Chávez y el recién estrenado presidente Santos para recomponer las
relaciones entre las dos naciones que había destruido Uribe y creado un cuadro
pre bélico (“Me faltó tiempo para invadir a Venezuela”, se le salió un día ya
siendo ex presidente). Claro al mafioso deliberadamente se le pasó por alto que
Venezuela, por órdenes de Chávez, movilizó cuerpos de ejército hacia la
frontera occidental con Colombia previendo un ataque militar a raíz de la
invasión/agresión a Ecuador.
Santos
recibió al enemigo número uno del proceso revolucionario, el mismo fascista que
el 14 de abril intentó un golpe de Estado y llamó a sus seguidores a una
insurrección, a desatar la violencia, a asesinar chavistas; el más vende patria
del siglo XXI, un tal Enrique Capriles. El hombre que mandó al carajo la
legalidad institucional, atacó al CNE, a la AN, al Tribunal Supremo y
desconoció el triunfo de Nicolás Maduro.
Por
supuesto que Santos sabía muy bien lo que hacía, conocía –y conoce– a Capriles
y sus andanzas golpistas, inclusive que está afectado la economía colombiana al
conspirar con empresarios colombianos que comercian con Venezuela para que no
lo hagan ni le compren a nuestro país. Todo eso lo conoce Santos y si dio ese
paso injerencista de recibir un enemigo jurado del pueblo y el gobierno
venezolano, eso estaba fríamente calculado como dice el Chavo porque Colombia
es la cabeza de playa para la agresión a Venezuela y a otros países de América,
por eso anunciar la decisión “soberana” de solicitar ingreso a la OTAN es el
siguiente paso para golpear por mampuesto a Venezuela.
Las
contundentes declaraciones de Nicolás Maduro, del presidente nicaragüense
Daniel Ortega y del presidente Evo Morales condenando el exabrupto colombiano
ponen las cosas en su sitio y desnudan la artera maniobra del oligarca presidente y su notoria posición anti integracionsita.
Ahora le toca a Unasur fijar posición porque que uno de sus miembros se salió
de las reglas del juego para abrazarse a una alianza criminal ubicada en otro
continente. Ya, cuando se formó Unasur en vida del presidente Chávez, el
gobierno de Uribe trató de torpedear ese decisivo acuerdo y alianza de la
mayoría abrumadora de las naciones suramericanas. Santos se mostró mucho más
moderado y condescendiente en el apoyo a Unasur, ¿y ahora qué, cuando Colombia
se va para la OTAN a echar tiros en Siria y en todos los países que invaden las
potencias europeas y Estados Unidos. Si el ejército colombiano invadió Ecuador,
casi invade a Nicaragua, mandaron para Venezuela en 2004, 150 paramilitares
como avanzada de una agresión mayor que el gobierno revolucionario frustró,
¿será Venezuela el próximo país invadido o agredido por militares y
paramilitares colombianos como anhelan los norteamericanos, sus verdaderos
jefes políticos?
Otro
aspecto derivado de la decisión gubernamental colombiana son las conversaciones
de paz, que, al igual que el presidente Nicolás Maduro, están, como se dice por
estos lados, en pico ‘e zamuro. Ya Santos le entró a patadas a esa mesa. La
primera patada fue cuando recibió a Capriles siendo el gobierno venezolano uno
de los factores de equilibrio e inestimable ayuda en las referidas
conversaciones. La otra patada de Santos a las conversaciones de paz fue el
aberrante anuncio de que Colombia solicitará ingreso a la Otan.
¿Cómo
evaluarán las FARC semejante paso y el cierre del cerco militar en torno a sus
fuerzas? ¿Se habrá perdido todo lo que se avanzó en seis meses de
conversaciones en La Habana entre las dos partes?
Eso
corresponde dilucidarlo a los colombianos y buscar las salidas políticas a la
gravísima crisis que genera y generará la oligarquía santista con su decisión
anti colombiana.
Santos
no la hizo al entrar pero si la hizo al salir. (03/06/13) (humbertocaracola@gmail.com)
(@hgcaracola) (Con Chávez, la revolución bolivariana y socialista, con Maduro
hasta el fin)
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