Por: Luis Ortega
Recuerdo que la UCV hacia los años setenta y ochenta era una universidad con un toque de rebeldía revolucionaria. Evidentemente y como siempre ha sido, estaba politizada, y los partidos de izquierda hacían esfuerzos por mantener una bandera de lucha contra el sistema antidemocrático, tanto fuera como dentro de la universidad. Mientras que AD y Copei se ocupaban de espiar y sabotear las conquistas obtenidas por los centros de estudiantes.
Evoco la interminable lucha de los compañeros por una comida decente en el comedor, por un pasaje estudiantil que costó vidas. Todavía recuerdo el resonar de los disparos “de verdad” por la entrada de las Tres Gracias. Y los encapuchados mostrando el pecho y cubriendo sus caras para no ser identificados y luego desaparecidos misteriosamente por el régimen de turno.
Veinticinco años más tarde retorné a mi casa de estudios y por aquellos pasillos me sentí desconectado. Aquellos stencils de propaganda improvisada, justo para el momento indicado, la movilización constante del alumnado por reivindicaciones dignas, ya no se sentía en el ambiente. Hablé con viejos libreros que antiguamente me vendían libros científicos de la editorial MIR, de la antigua URSS, de libros cubanos, todos baratos y excelentes y note que su discurso era otro. Ya no había empatía hacia el estudiante por ese sentimiento rebelde.
Todo el ambiente lucía apaciguado, como si una especie de lavado cerebral los hubiera cambiado para transformarlos en autómatas, en un ir y venir sin rumbo, como esperando que el timbre sonara para entrar a clases. Casi una pesadilla de mundo como la de Fahrenheit 451.
La UCV en mi opinión perdió lo poco que le quedaba de esa rebelión que todo estudiante lleva por dentro. Las respuestas de los nuevos actores estudiantiles de derecha dan pena. Carecen de sentido reivindicativo y son decididamente una repetición de las palabras de las autoridades universitarias. Es como la famosa CTV unida con Fedecámaras.
La autonomía universitaria para mí no existió nunca. La Universidad fue allanada, vigilada por sapos de las policías del Estado. El dinero que llegaba a manos de sus autoridades, con sus excepciones, fue manejado a su antojo, y después de ser despilfarrado, las migajas que quedaban eran las que nos llegaban a los estudiantes. Si no por qué el comedor nunca ha salido a flote con un presupuesto que ya quisieran tener muchas Universidad en el mundo.
La autonomía en materia de pensamiento, debate y con un ambiente propicio para la discusión sana y constructiva es la que debe prevalecer. Pero el dinero asignado no puede ser autónomo. A quien se le ocurre semejante barbaridad. De ahí la gran caja negra que existe con un recurso monetario que sobrepasa al presupuesto del estado Guárico.
Un gobierno nacional consciente no debe permitir que ese recurso se desangre en contra del propio alumnado, personal obrero y docente.
La Asamblea Nacional bien pudo haber dejado el debate de la autonomía a un lado, el cual nadie discute y debió sancionar certeramente una ley que no dejara dudas sobre la transparencia del dinero cedido para el bienestar de todo el que quiera pertenecer a esa casa que debería estar venciendo las sombras.
luisortega69@hotmail.com
Recuerdo que la UCV hacia los años setenta y ochenta era una universidad con un toque de rebeldía revolucionaria. Evidentemente y como siempre ha sido, estaba politizada, y los partidos de izquierda hacían esfuerzos por mantener una bandera de lucha contra el sistema antidemocrático, tanto fuera como dentro de la universidad. Mientras que AD y Copei se ocupaban de espiar y sabotear las conquistas obtenidas por los centros de estudiantes.
Evoco la interminable lucha de los compañeros por una comida decente en el comedor, por un pasaje estudiantil que costó vidas. Todavía recuerdo el resonar de los disparos “de verdad” por la entrada de las Tres Gracias. Y los encapuchados mostrando el pecho y cubriendo sus caras para no ser identificados y luego desaparecidos misteriosamente por el régimen de turno.
Veinticinco años más tarde retorné a mi casa de estudios y por aquellos pasillos me sentí desconectado. Aquellos stencils de propaganda improvisada, justo para el momento indicado, la movilización constante del alumnado por reivindicaciones dignas, ya no se sentía en el ambiente. Hablé con viejos libreros que antiguamente me vendían libros científicos de la editorial MIR, de la antigua URSS, de libros cubanos, todos baratos y excelentes y note que su discurso era otro. Ya no había empatía hacia el estudiante por ese sentimiento rebelde.
Todo el ambiente lucía apaciguado, como si una especie de lavado cerebral los hubiera cambiado para transformarlos en autómatas, en un ir y venir sin rumbo, como esperando que el timbre sonara para entrar a clases. Casi una pesadilla de mundo como la de Fahrenheit 451.
La UCV en mi opinión perdió lo poco que le quedaba de esa rebelión que todo estudiante lleva por dentro. Las respuestas de los nuevos actores estudiantiles de derecha dan pena. Carecen de sentido reivindicativo y son decididamente una repetición de las palabras de las autoridades universitarias. Es como la famosa CTV unida con Fedecámaras.
La autonomía universitaria para mí no existió nunca. La Universidad fue allanada, vigilada por sapos de las policías del Estado. El dinero que llegaba a manos de sus autoridades, con sus excepciones, fue manejado a su antojo, y después de ser despilfarrado, las migajas que quedaban eran las que nos llegaban a los estudiantes. Si no por qué el comedor nunca ha salido a flote con un presupuesto que ya quisieran tener muchas Universidad en el mundo.
La autonomía en materia de pensamiento, debate y con un ambiente propicio para la discusión sana y constructiva es la que debe prevalecer. Pero el dinero asignado no puede ser autónomo. A quien se le ocurre semejante barbaridad. De ahí la gran caja negra que existe con un recurso monetario que sobrepasa al presupuesto del estado Guárico.
Un gobierno nacional consciente no debe permitir que ese recurso se desangre en contra del propio alumnado, personal obrero y docente.
La Asamblea Nacional bien pudo haber dejado el debate de la autonomía a un lado, el cual nadie discute y debió sancionar certeramente una ley que no dejara dudas sobre la transparencia del dinero cedido para el bienestar de todo el que quiera pertenecer a esa casa que debería estar venciendo las sombras.
luisortega69@hotmail.com
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