Federico Ruiz Tirado ESPECIAL PARA "HORA DE CAMBIOS"
Sé de muchos que todavía intentan descifrar el código Petkoff Malec como si éste fuera el Rodion Raskolnikov de Crimen y Castigo, pero convertido en una fierilla apócrifa que nunca emergió de la deslumbrante psique de Dostoievski y se quedó atascada en su tragedia edípica o en el soliloquio que muestran Los Robertos. Supongamos que ni el carbono 14, aplicado severamente a la materia gris de este egregio ideólogo de la Agenda Venezuela (léase: entrega al FMI, privatizaciones a granel, eliminación de la seguridad social), sea suficiente para penetrarlo (al código, ojo) y así saber al dedillo la edad y de su gustico por el neoliberalismo y otras perversiones conocidas, bastaría conformarnos con el caudal de signos de su campo verbal y escrito.
Tan locuaz como Monseñor Porras o Nitu Pérez Osuna cuando el demonio chavista ronda sus fueros; o como un otoñal Temístocles presa de su propia traición al pueblo ateniense y entregado en cuerpo y alma al imperio (norteamericano); este reverbero filosófico y procaz de la Derecha nacional no lleva la culpa para mostrar sus miserias y el padecimiento público de su propia metáfora de Cordiplan, bautizada por él en 1997 como “el síndrome de la Paloma”, que me agarró fuera de base porque no lo creí capaz de una lectura de los Idus de Marzo tan interesada para justificar el impacto de las medidas fondomonetaristas y su inmortal “estamos mal, pero vamos bien”.
Y así, guiados todos por él, ese Código Petkoff Malec no es tan inescrutable como parecía ser el insólito caso de su difunta madre y los entretelones delincuenciales de la sucesión Petkoff e Inversiones Foktep: un caso típico de estafa al fisco nacional que por ahí jumea sin pudor alguno. Por eso, el motivo profundo de la agresión a Pastor Maldonado esconde su insuperable odio al Presidente Chávez, esa envidia histérica que arrastra su historia.
Más jala bolas serán sus posaderas, señor Tal Cual!!
Sé de muchos que todavía intentan descifrar el código Petkoff Malec como si éste fuera el Rodion Raskolnikov de Crimen y Castigo, pero convertido en una fierilla apócrifa que nunca emergió de la deslumbrante psique de Dostoievski y se quedó atascada en su tragedia edípica o en el soliloquio que muestran Los Robertos. Supongamos que ni el carbono 14, aplicado severamente a la materia gris de este egregio ideólogo de la Agenda Venezuela (léase: entrega al FMI, privatizaciones a granel, eliminación de la seguridad social), sea suficiente para penetrarlo (al código, ojo) y así saber al dedillo la edad y de su gustico por el neoliberalismo y otras perversiones conocidas, bastaría conformarnos con el caudal de signos de su campo verbal y escrito.
Tan locuaz como Monseñor Porras o Nitu Pérez Osuna cuando el demonio chavista ronda sus fueros; o como un otoñal Temístocles presa de su propia traición al pueblo ateniense y entregado en cuerpo y alma al imperio (norteamericano); este reverbero filosófico y procaz de la Derecha nacional no lleva la culpa para mostrar sus miserias y el padecimiento público de su propia metáfora de Cordiplan, bautizada por él en 1997 como “el síndrome de la Paloma”, que me agarró fuera de base porque no lo creí capaz de una lectura de los Idus de Marzo tan interesada para justificar el impacto de las medidas fondomonetaristas y su inmortal “estamos mal, pero vamos bien”.
Y así, guiados todos por él, ese Código Petkoff Malec no es tan inescrutable como parecía ser el insólito caso de su difunta madre y los entretelones delincuenciales de la sucesión Petkoff e Inversiones Foktep: un caso típico de estafa al fisco nacional que por ahí jumea sin pudor alguno. Por eso, el motivo profundo de la agresión a Pastor Maldonado esconde su insuperable odio al Presidente Chávez, esa envidia histérica que arrastra su historia.
Más jala bolas serán sus posaderas, señor Tal Cual!!
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