jueves, 5 de julio de 2018

Transportar mangos, sardinas y agua

Múltiples usos de un cuñete de pintura

La creatividad es infinita. Esa capacidad del ser humano para resolver de manera práctica las situaciones que se presentan de improvisto o son consideradas adversas resulta una constante en la vida del venezolano, especialmente en la actualidad.
Ejemplos hay muchos. Sin embargo el ingenio y la solidaridad de mis coterráneos se funden en las calles de la Isla de Margarita. Cada vez es más frecuente ver grupos familiares transitando la vía pública con cuñetes de pintura en mano, bien sea a primera hora de la mañana en busca de las provisiones del día o ya de retorno a casa con la bendición de haber logrado "el pan nuestro".
Hasta no hace mucho era habitual utilizar los recipientes de plástico para cargar agua de un lado a otro, haciendo frente a las deficiencias en el suministro del vital líquido. Sin embargo, ha ganado terreno la práctica de usar el cuñete para transportar sardinas y mangos, fruto del mar uno y de la tierra el otro, hasta la mesa del hogar para resolver una, o en los casos más extremos las tres comidas diarias.
Los más joviales le dan un matiz distinto a ese mini barril resistente. Disponen de él como si se tratara de un instrumento de percusión, a fin de sumarle alegría a la faena. Quizá allí radica la fuerza motora de nosotros los venezolanos, ser poseedores de una chispa única, esa que permite convertir en chiste una desdicha.

ramos.irma@gmail.com

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