El elefante bocarriba
RUPTURA DEL MONOPOLIO
MEDIATICO
Federico Ruiz Tirado
Uno de los conceptos de la globalización que identifica
claramente la expansión rapaz del capitalismo, del neoliberalismo y sus
múltiples mecanismos de guerras no convencionales, como la que actualmente se le
aplica a Venezuela, lo establece Vicente Romano en su obra La Intoxicación Lingüística, el uso perverso de la lengua, cuando
caracteriza el fenómeno del lenguaje y la homogeneidad del libre mercado, que
no es más que la generalización que sobre la vida humana aplica la lógica del
capital, “que lleva implícita la mundialización de la conciencia, la
uniformidad del pensamiento” y de la comunicación o la lengua como sistema,
haciéndonos concurrentes a todos en ámbitos cultural y políticamente distintos
entre sí y hasta estructuralmente antagónicos; haciéndonos creer que, al menos,
somos similares entre sí, casi iguales, consensuados entre propios y extraños y
por arte de magia, amigos y enemigos,
que todos pensamos como lo sentencia la biblia capitalista y si somos
disidentes es porque nadie nos comprende o somos gente rara, de otro planeta
perdido en el espacio.
Este es un signo más, sin duda, que a mucho nos hace
palidecer tanto por su aplastante violencia simbólica (que es ya suficiente
desde el punto de vista psíquico y emocional), como por la velocidad de su
desplazamiento terrorista contra la conciencia humana y el debilitamiento de los
discursos contra hegemónicos, anti imperiales y descolonizadores.
Si Leopoldo López está preso por sus ideas y forma de pensar,
como clama la oposición, entonces nosotros, que no cultivamos y rechazamos su
estilo letal y turbación fascista, neo nazi, seríamos una suerte de forajidos
excluyentes, salvajes situados al margen del formato “civilizatorio” que
profesan los propagandistas del progreso que crecieron bajo los lemas del Opus
Dei o Tradición, Familia y Propiedad.
Si, por mayoría
abrumadora y atendiendo al vigoroso liderazgo de Hugo Chávez en la política
venezolana desde 1992, los venezolanos escogimos el modelo, Constituyente
mediante, de una democracia participativa y protagónica que molió la
representatividad casi abstracta de un sistema sin musculatura deliberativa y
popular, entonces pasamos a ser objeto de intrincados laboratorios mediáticos
para estigmatizarnos como Estado Fallido o sumergirnos en un ciclón de guerra
no convencional, mediática y tóxica, resucitando instrumentos normativos para
juzgar nuestra autodeterminación, representada en un nuevo discurso político y
otra forma de comportamiento socio cultural, tal como subyace en el amenazante
y obsceno decreto de Obama o en la increíble y fantasmagórica personalidad del
Secretario General de la OEA, Luis Almagro, quién sí constituye –aunque en
forma caricaturesca- una degradación estrepitosa de la institucionalidad
clásica de algunos foros internacionales dirigidos desde Washington y sostenida
por las corporaciones mediáticas mundiales.
Democracia
participativa y Unidad
Cualquier intento de unificar o coordinar las fuerzas
populares latinoamericanas y las organizaciones de izquierda en torno a un
discurso global, centralizador y pugnaz frente a ese estado de cosas, está
condenado al fracaso o tendrá una eficacia limitada como lo atestiguaron las
diferentes versiones del marxismo tradicional promocionadas desde China o la
URSS. De lo que se trata es de armar un discurso y una alternativa política que
a la vez amplíe la base de apoyo continental del proceso bolivariano –ahora sin
Chávez- y contribuya a lo que ya hemos señalado: al desbloqueo ideológico y
político de las fuerzas populares en muchos países del mundo.
Es necesario consolidar una contra argumentación del
asentamiento del neoliberalismo en los terrenos económicos y sociales en el
mundo, desmitificar, desnudar sus ornamentos, desacralizarlos. El planteamiento
de alternativas políticas inmediatas y efectivas a la “gesta” capitalista, a su
progresiva decadencia y torcidas e inhumanas gestiones, no ha sido de nuestra
parte efectivo y contundente. Basta decir que el concepto de democracia
participativa y las consonancia de las Misiones y los principios que esgrimió
Chávez sobre el estado Comunal, no son datos conocidos en el mundo, ni forman
parte de las agendas diplomáticas. Una estrategia de integración continental
basada en la promoción de estos aspectos, como los fue en su momento la
creación del Fondo Humanitario Internacional en contraposición al FMI o ahora
el ALBA o Petrocaribe, no han sido realzados más allá de nuestra fronteras como
asuntos medulares del modelo chavista.
Cuando hablo de unidad, me refiero a aportar un discurso que
implique una agenda inmediata y una serie de recursos técnicos-políticos, que
permita avanzar, en este tiempo, en la recuperación del tiempo y el terreno
perdidos: ganar espacios y acceder a recursos e instrumentos.
La hegemonía
norteamericana
Después de reducir por la fuerza a la izquierda insurgente,
la hegemonía norteamericana y neoconservadora en el Hemisferio se ha basado en
una maraña de instituciones políticas y económicas basadas en coerciones no
necesariamente violentas. Argentina es un claro ejemplo de una sociedad que
después de ser desarmada por una guerra interna, se vio sometida al poder
financiero crudo. Los tramos de esa red son la OEA, el BID, el FMI, las ONG’s y
los medios de comunicación, articulados en un mecanismo destinado a conjurar la
emergencia de alternativas políticas. Con el triunfo de Chávez esta red fue
desecha en un punto, y ahora retorna al Sur, a Argentina, a Brasil, a Chile.
La pauta para continuar deshaciéndola está no sólo en la
coordinación de una contra hegemonía política e ideológica hemisférica
semejante a la neoconservadora, sino en la ruptura del monopolio mediático y
financiero.
Son tres los monopolios: el ideológico, el mediático y el
financiero, creando un estado de cosas que dé opciones más amplias a eventuales
gobiernos aliados y a las fuerzas populares.
Si bien el “Cerebro” de esta tarea es la Cancillería, es
importante la coordinación con otros Ministerios. De otro modo las embajadas
nuestras no tendrán avances sustantivos.
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