viernes, 25 de noviembre de 2011



Plomo cerrado
Si queremos la paz, preparémonos para la guerra
Por: Luis Aponte 
Vivimos un mundo en peligro. Las noticias que nos llegan nos informan, leyendo entre líneas muchas de ellas, que la caja de Pandora se ha abierto y de ella emergen todos los demonios que estuvieron encerrados (o contenidos) por algún tiempo. 
La plutocracia estadounidense se expresa a través de un bipartidismo que cual reflejo oligopólico controla la política de los Estados Unidos valiéndose, entre otros mecanismos, de un sistema electoral blindado ante cualquier “sorpresilla” provenientes de las clases trabajadoras. No importa quien asuma el control del gobierno, la maquinaria imperial prosigue su nefasto y herrumbroso ritmo.
Eso lo sabemos. No obstante más de uno de nosotros fue atravesado por la estúpida y muy remota esperanza de que los orígenes étnicos y culturales del Presidente Obama pudieran tener algún peso en contener la agresividad imperial. Como dice la canción, la razón nos dictaba que no, pero nuestro corazón alentaba la lejana ilusión de ver un mundo resolviendo sus problemas en relativa paz. Un ablandamiento nuestro explicable quizás por la presencia de hijos, hijas, nietas, sobrinos y sobrinas, jóvenes todos en pleno esplendor de su desarrollo en medio de una realidad esperanzadora que es la revolución bolivariana. Lo último que deseamos en verlos a ellos y a ellas y a todos los jóvenes del mundo, envueltos en la vorágine destructiva de una guerra. Muy poco tiempo duró la ilusión forjada involuntariamente en nuestras mentes a pesar de nuestra pretendida razón marxista.
Lamentablemente, la realidad nos golpea en la cara y nos dice que tal y como están las cosas en el mundo, nos acercamos a un punto de no retorno para el desencadenamiento de una guerra de escala mundial, por obra y gracia del afán hegemónico de un imperialismo yanqui secundado por los sub-imperialismos de antiguas potencias coloniales y otros Estados satélites. Reza el dicho que la fiera herida se torna más peligrosa.
Muy lamentablemente, tenemos que volver a la famosa frase casi convertida en lugar común: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
Aún cuando las medidas políticas y diplomáticas tienen una importancia capital; aún cuando en América Latina y en el Caribe se toman iniciativas integracionistas, soberanas e independientes, también escuchamos, por contraste, a los voceros políticos del imperio abogar abiertamente por la aplicación de una nueva Doctrina Monroe del Siglo XXI, reflexionar en voz alta sobre la supuesta situación de rezago de América Latina con respecto a las “políticas de seguridad” imperiales.
Es difícil no presentir, no por adivinos sino por todas las señales que nos envía la locura imperial desatada en el planeta, que estamos a las puertas de una conflagración mundial de la cual no estaremos excluidos, ni tampoco incluidos en el rol de pasivos proveedores de materias primas baratas para el esfuerzo bélico de una de las partes, nuestro triste papel durante la II Guerra Mundial. En el escenario posible de que el imperialismo logre sus objetivos en el Medio Oriente (doblegar a Siria y a Irán) seguramente vendrá contra nosotros. Si no logra sus objetivos en el Medio Oriente, también vendrá contra nosotros. En todo caso, el imperialismo no actúa por alguna lógica convencional pues su naturaleza agresiva –herencia de la bestial acumulación originaria del capital y de la belicosa expansión imperialista- va más allá de los fundamentos éticos y morales que guían a los revolucionarios y a las revolucionarias en el mundo. Son capaces de cualquier barbaridad como lanzarle bombas atómicas a indefensas ciudades japoneses sólo para evitar que los soviéticos siguieran su avance en el oriente
Además de las tremendas iniciativas que para la salud de la revolución bolivariana significan el ALBA, Mercosur, el Banco del Sur, el SUCRE, la CELAC y las estrategias abiertas al mundo de la Venezuela bolivariana con respeto a la explotación de la Faja Petrolera del Orinoco (“Bituminosa” para los escuálidos) como la más grande reserva mundial de petróleo. Además del respeto más extremo a las reglas de la democracia burguesa y de los derechos humanos, incluyendo los “derechos” de los escuálidos a desestabilizar y a robarse los recursos públicos en los estados, alcaldías y universidades que controlan (cuanto falta hace un fiscal valiente al estilo Danilo Anderson quien sí tuvo los guáramos para procesar por usurpación de poder –como debe ser- a la cobarde pandilla de oligarcas sorprendida y capturada en Miraflores durante los sucesos del 13 de abril, acción legal truncada por la acción asesina de la despreciable burguesía “criolla”, la oligarquía colombiana y el imperio, además de una poca práctica “magnanimidad” de nuestra parte –a los pocos meses estaban activando el sabotaje petrolero-).
Además de todas las directrices políticas que impactan en lo internacional, como la declaración de la región latinoamericana y caribeña como “zona de paz”, como nuestra más decidida actuación contra el negocio imperial del narcotráfico y nuestra inequívoca posición no injerencista en los problemas internos de nuestros hermanos países, además de todo ello, repetimos, es preciso PREPARARNOS MILITARMENTE, sin sobresaltos pero con urgencia. Esta preparación implica la vinculación estrecha de lo social con lo militar, en concordancia con el nuevo pensamiento militar venezolano basada en la guerra de todo el pueblo. En ello se está trabajando pero es menester meterle el acelerador.
Las comparaciones son odiosas, pero reflexionemos una cosa, ¿por qué la Cuba revolucionaria no ha sido invadida por los gringos? Sabemos de todas las conspiraciones, del inhumano bloqueo, sabotajes y asesinatos. Pero desde Playa Girón y la llamada Crisis del Caribe, y luego del derrumbe soviético, no sabemos de algún plan para la invasión de la valerosa isla, que vaya más allá del papel, de las computadoras y de las afiebradas mentes de la ultraderecha norteamericana. ¿Por qué?  Se habla que la capacidad defensiva militar de la pequeña pero tenaz Cuba es capaz de propinarle más de 20 mil bajas a los eventuales invasores, costo políticamente demasiado alto para justificar la agresión. No sabemos sobre qué se basan estas cifras –no somos expertos- pero es evidente que Cuba está bien preparada para dicho escenario.
En todo caso, e independientemente de la aceleración o retardo en los acontecimientos mundiales en otras latitudes, no podemos subestimar la variable de PREPACIÓN MILITAR, en todos sus aspectos y en todas sus modalidades. Se trata de una opción para la paz, aun siendo ésta peligrosa y sacrificada.
Vacilar es perdernos.
INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA

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