"Crónicas de vida. En el Día Internacional de las Trabajadoras sexuales.
LA EXPERIENCIA DE PIERRE GORIN
Rafael Pompilio Santeliz
En búsqueda existencial partió el francés a Tailandia a escrutar otros pueblos y descubrir otras lógicas de vida. Por sus necesidades naturales conoció a una prostituta pero sus frenos judeo cristianos impedían la fiesta de los cuerpos.
En su primera salida le confesó sus contradicciones entre el sexo y el amor. Sus rígidos prejuicios sobre la pasión tarifada y lo antinatural que consideraba prostituir en subasta los genitales. Ella le oyó paciente sus lógicas occidentales. Entonces le explicó que la vagina sólo es una parte del cuerpo. Que más grave podría ser prostituir las manos en un trabajo denigrante. O tus ojos por la pornografía comercial cotidiana. O la boca cuando engulle santos animales o comida basura. O tu cerebro cuando te cosifica ante la mercancía. O tu olfato cuando lo agredes con la combustión del automóvil que te hace feliz. O tus oídos cuando oyes y hasta sonríes ante estruendosas palabras agresivas que deberían ofender todo tu ser. El galo animado por lo humano concibió un segundo encuentro.
Alquiló una bicicleta y se fueron al pueblo natal de la fémina. Entonces conoció la alegría de un pueblo que la recibía. Las inocentes travesuras de los niños de su aldea. Los ojos bondadosos de un padre que ofrecía solidario el pan con cereales en la mesa, en un final cálido de fraterno abrazo. Complacido convocó al encuentro carnal, aún muy lleno de temores venéreos, protegiendo con dobles preservativos su sana humanidad. A la sazón, hicieron el amor como sólo una oriental sabe hacerlo. Satisfecho su libido, tomó la billetera para pagar el placer recibido. - No me has entendido nada- le dijo triste la mujer, rechazando el dinero. Remecido en su más íntimo adentro, del francés brotaron lágrimas vivas. Desde entonces vaga por el mundo, como buscando lo que no es."
LA EXPERIENCIA DE PIERRE GORIN
Rafael Pompilio Santeliz
En búsqueda existencial partió el francés a Tailandia a escrutar otros pueblos y descubrir otras lógicas de vida. Por sus necesidades naturales conoció a una prostituta pero sus frenos judeo cristianos impedían la fiesta de los cuerpos.
En su primera salida le confesó sus contradicciones entre el sexo y el amor. Sus rígidos prejuicios sobre la pasión tarifada y lo antinatural que consideraba prostituir en subasta los genitales. Ella le oyó paciente sus lógicas occidentales. Entonces le explicó que la vagina sólo es una parte del cuerpo. Que más grave podría ser prostituir las manos en un trabajo denigrante. O tus ojos por la pornografía comercial cotidiana. O la boca cuando engulle santos animales o comida basura. O tu cerebro cuando te cosifica ante la mercancía. O tu olfato cuando lo agredes con la combustión del automóvil que te hace feliz. O tus oídos cuando oyes y hasta sonríes ante estruendosas palabras agresivas que deberían ofender todo tu ser. El galo animado por lo humano concibió un segundo encuentro.
Alquiló una bicicleta y se fueron al pueblo natal de la fémina. Entonces conoció la alegría de un pueblo que la recibía. Las inocentes travesuras de los niños de su aldea. Los ojos bondadosos de un padre que ofrecía solidario el pan con cereales en la mesa, en un final cálido de fraterno abrazo. Complacido convocó al encuentro carnal, aún muy lleno de temores venéreos, protegiendo con dobles preservativos su sana humanidad. A la sazón, hicieron el amor como sólo una oriental sabe hacerlo. Satisfecho su libido, tomó la billetera para pagar el placer recibido. - No me has entendido nada- le dijo triste la mujer, rechazando el dinero. Remecido en su más íntimo adentro, del francés brotaron lágrimas vivas. Desde entonces vaga por el mundo, como buscando lo que no es."
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