Luis Britto García: La larga marcha hacia la sociedad comunal
1.- “¿Quién soy?”, es la pregunta a partir de la cual se constituyen una persona o un pueblo. Pero la vía hacia el conocimiento es transmutar la cuestión en “¿Quiénes somos?” Nadie es por sí solo. Nuestro ser se forma y se transforma en la relación con los otros. Nuestras interrogantes solo encuentran respuesta cuando inquirimos quiénes fuimos y quiénes queremos ser. Memoria e Historia son instrumentos inapreciables, pero sujetos a distorsiones, trampas, reinvenciones. Una parte de nuestro pasado se ha perdido y otra se ha falsificado. Reconstituir en forma verídica lo que aconteció es el primer paso de una expedición hacia la plenitud.
2.- ¿Quiénes fuimos? El lugar común responderá que somos una causa perdida, un pueblo egoísta, individualista y sin perseverancia, al que es ilusorio pensar comprometido en proyectos comunitarios o socialistas. Pero de la mano de Iraida Vargas y Mario Sanoja en su libro La larga marcha hacia la Sociedad Comunal, verificamos que desde el más remoto poblamiento, hace más de 14.000 años, nuestros antepasados vivieron en sociedades comunitarias, solidarias e igualitarias, y que apenas en algunas de ellas comenzaba a insinuarse alguna estratificación social. Comprendemos así el origen de la solidaridad rasa que constituye nuestra manera de ser como nación. Ese pasado vive en nosotros. No solo los componentes fundamentales de nuestra dieta, el maíz, la yuca, el ñame, siguen siendo las especies americanas que cultivaron los pobladores originarios: la mayoría de nuestras ciudades tuvieron su origen en poblaciones indígenas y estas localidades configuraron nuestro espacio territorial.
3.- ¿Quiénes nos han dicho que somos? Desde hace medio milenio ese pueblo ha sido sometido a un genocidio moral por invasores o explotadores que han acumulado sobre él las más perversas descalificaciones. Sin embargo, esa población vilipendiada ha sido mano de obra de la producción material, creadora de una cultura multiforme y vigorosa, protagonista decisiva de todas las transformaciones significativas en nuestras estructuras sociales y económicas y en nuestras superestructuras políticas y culturales.
4.- ¿Cómo corregir la visión distorsionada? El lugar común postula que no se puede cambiar el pasado. De hecho, es lo que hace constantemente cada nueva clase explotadora cuando reescribe a su gusto y según sus intereses lo que aconteció. También lo deben hacer las revoluciones al investigar, reconstruir y revalorizar la verdad liberadora. Iraida y Mario ponen en nuestras manos los instrumentos para reconstruir una historia veraz y para convertirla en instrumento de nuestra propia transformación. Y enfatizan una vez más la necesidad del trabajo en el campo cultural, las vías para lograr una cultura cada vez más consustanciada con lo que somos y por consiguiente con lo que deseamos ser.
5.- ¿Quiénes seremos? La ausencia de proyecto es la muerte moral. El paseo se convierte en marcha cuando se perfila un objetivo. Nuestras metas nos definen. El cometido de imaginar detalladamente el futuro socialista intimidó al propio Marx, quien evitó las fantasías del utopismo y postuló que los trabajadores, llegado el momento, sabrían crear el nuevo orden y las instituciones adecuadas a él. No basta querer el socialismo, hay que saber cuándo, cuál y cómo. El cuándo es el momento que vivimos, el cuál es el que determinen nuestras fuerzas y condiciones reales. Para discernir nuestro cómo, Vargas y Sanoja compendian, organizan y armonizan las vías propuestas a través de conceptos tales como soberanía popular, participación, comunas, sociedad comunitaria. En este libro está el plan de la Revolución posible y necesaria. Que recorrer sus líneas, plenas de conocimiento y compromiso se transforme en marcha cada vez más acelerada hacia nuestra plenitud colectiva.
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