Clodovaldo Hernández: Cosas inusual y extraordinariamente locas
Marzo ha sido un mes de sorpresas, incluso para gente que dice no sorprenderse con nada, como mi amigo el Estrangulador de Urapal. Diversos protagonistas de nuestra cotidianidad parecen competir por llevarse el premio a la postura más loca, la declaración más disparatada, la afirmación más rocambolesca, el descaro más desvergonzado.
Por supuesto que el emperador Barack ha puesto el listón muy alto con eso de que Venezuela es una amenaza para Estados Unidos. No contento con la afirmación en sí -ya lo suficientemente fumada (en la categoría de lumpia)-, le agregó los calificativos “inusual” y “extraordinaria”. Y, por si fuera poco, declaró a su gigantesco y poderoso país en estado de emergencia.
Por supuesto que tamaño desaguisado no podía sino generar una cadena de hechos de la misma naturaleza extravagante. Por ejemplo, la orden ejecutiva de Obama hizo una especie de mitosis y se convirtió en una Ley Habilitante de la que nadie había hablado antes de la ocurrencia imperial. Ahora, los genios que asesoraron al emperador dicen que tienen temores de que Nicolás Maduro, con esos poderes, pueda perjudicar a los adversarios en las elecciones parlamentarias. “En realidad, la Habilitante no puede hacerle peor daño a la oposición del que ya le hizo el ukase de Obama”, sentencia mi politóloga favorita número dos, Eva Ritz Marcano.
Papel absurdo
La atolondrada jugada obamista puso también a hacer un papel absurdo a sus aliados locales (aunque esto, en realidad, no asombra ya a nadie, ni siquiera a los que se asombran fácilmente). Los diputados opositores que intentaron fijar una posición en la sesión de la Asamblea Nacional sobre la Ley Habilitante, tuvieron que apelar a unos argumentos insostenibles y ridículos, como eso de decir que el verdadero atentado contra la soberanía nacional no lo representa una superpotencia que nos ha declarado “amenaza inusual y extraordinaria” sino los doctores cubanos de Barrio Adentro. Se trata de razonamientos (si cabe el término) que solo echan raíces en el público ya plenamente convencido por la oposición, pero que no ayudan en lo más mínimo a conquistar simpatías en los sectores populares, donde los cubanos gozan de gran aprecio.
En su intento por no quedar tan vende patrias, algunos sacaron a relucir el tema del Esequibo, asumiendo actitudes irracionales respecto al tema de las exploraciones petroleras que Guyana está realizando en las áreas submarinas del territorio en reclamación. Con poses bravuconas, algunos de los parlamentarios dieron a entender que si ellos estuviesen en el gobierno ya le estarían bombardeando los buques a la Exxon. ¡Sí, Luis!
El Cara e’tabla de Oro
Las actitudes contradictorias e incoherentes no se limitan al tema de la amenaza inusual y extraordinaria de Obama. Otra gente, en otros temas, también se ha esforzado por competir en esta pelea por el Cara e’tabla de Oro. Por ejemplo, la organización rabiosamente no gubernamental Provea ha ido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y ha dicho que, después de todo, Chávez era chévere.
Luego de años y años participando en todas las campañas de lo peor de las derechas (nacionales y planetarias) contra el gobierno del comandante; luego de indecibles esfuerzos por ayudar a derrocar a la revolución bolivariana, los voceros de este ente han llegado a afirmar que el tipo era tremendo presidente, que había logrado grandes avances en materia de combate de la pobreza… todo con el fin de acusar al actual jefe de Estado de echar a perder la cosa.
Comiquitas
Marzo avanza y esta extraña pugna por lo más descabellado no da señales de detenerse: el miércoles, los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa se han atrevido a levantar su voz contra los oligopolios comunicacionales. Es como para lanzar toda clase de exclamaciones al estilo de los personajes de los suplementos de comiquitas de nuestra infancia (“¡recórcholis, repámpanos, cáspita, zambomba!”, decían), pues quienes emiten semejante anatema contra la concentración de la propiedad de los medios de comunicación son la flor y nata de la oligarquía mediática del continente; lo más granado de los latifundistas periodísticos desde Alaska hasta la Patagonia; los integrantes del club de amos de la prensa del Nuevo Mundo, entre quienes hay varios que poseen verdaderos emporios multimedia, multinacionales y multitentáculos. Estos ricachones que durante generaciones han puesto y quitado gobiernos en sus propios países -y en países ajenos también- ahora claman por regulaciones legales a la propiedad. “¡Hasta Obama se quedó pálido!”, dijo el Estrangulador de Urapal.
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