jueves, 31 de marzo de 2011

EL MAR DEL TIEMPO PERDIDO*

Victor D Luna
El 23 de marzo el presidente Evo Morales manifestó la intención del gobierno de llevar a “tribunales internacionales” la secular demanda marítima. Inmediatamente el vicepresidente García Linera se añadió a la causa afirmando que “ninguna invasión da derechos” y se hizo eco del discurso presidencial en la CNN al lado de... el ex presidente Carlos Mesa. El discurso por “el retorno soberano al mar” no es nada nuevo en la historia política del país. Muchos gobernantes han usado la demanda marítima (Barrientos, Banzer, Paz Estenssoro en varios de sus mandatos, Paz Zamora, Sánchez de Lozada y Mesa) buscando ganar apoyo en las clases medias urbanas[ii]. Ninguna de estas acciones tuvo éxito pues toda demanda se ha estrellado en la intransigencia de los gobernantes chilenos que no cedieron su posición de que el Tratado de Paz y Amistad firmado entre los gobiernos de ambos países en 1904 es la última palabra en cuanto a la cuestión marítima entre ambos estados.

La reivindicación marítima tiene una historia relativamente reciente. Desde 1962 cuando Bolivia rompe relaciones diplomáticas con Chile la demanda marítima ocupa un lugar central en la política de gobiernos nacionalistas. El último capítulo de esta historia se dio durante el mandato de Carlos Mesa que comenzó tras la renuncia de Sánchez de Lozada derrotado por la insurrección popular de octubre de 2003. Durante una cumbre realizada en Cochabamba poco después del alzamiento, el presidente de Venezuela se dirigió a un auditorio popular en el estadio Félix Capriles donde, en un discurso que tuvo una gran repercusión en los medios privados, manifestó su deseo de “nadar en una playa boliviana”. Inmediatamente Chile llamo a consultas a su embajador en Caracas. Al contrario de lo que esperaba, Venezuela no se retractó y tomó la misma actitud con su embajador en Santiago de Chile.

Ese momento favorable para la reivindicación marítima (enero-febrero de 2004) fue aprovechado por el gobierno de Mesa. Convocó a los ex cancilleres de anteriores gestiones gubernamentales para diseñar una estrategia diplomática. En poco tiempo se consiguió la adhesión de numerosos gobiernos de la región que manifestaron su solidaridad con la centenaria demanda de Bolivia. En la Cumbre de Monterrey celebrada poco después, el entonces presidente exigió en presencia del presidente de Chile Ricardo Lagos el reinicio inmediato de las relaciones diplomáticas entre ambos países con la demanda marítima como fondo de una nueva relación alegando que tras el tratado de 1904 “entre Bolivia y Chile existe paz pero no amistad”. Lagos no accedió.

Si bien la posición del gobierno puede deberse a la suspensión unilateral por el gobierno de Piñera en noviembre de 2010 de la discusión de la agenda de 13 puntos de dialogo entre ambos países que se venía realizando desde 2006, podría ser que los motivos que impulsan a reactivar esta antigua demanda sean otros. Es posible que el repentino interés del gobierno en la demanda por una salida al mar sirva para ocultar la separación entre el gobierno y los movimientos sociales. El gobierno estaría ocultando con esta nueva vuelta a un viejo tema la ausencia de un proyecto de construcción socialista. Es evidente que desde el año pasado, cuando en la conmemoración del 23 de marzo el ejército gritó “Patria o muerte. Venceremos”, a este año han variado mucho las cosas. De una reivindicación antiimperialista continental a una demanda nacionalista hay una distancia muy grande. Y no es precisamente un avance.

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* El nombre de esta nota reproduce el título de un cuento del gran escritor Gabriel García Márquez: “El mar del tiempo perdido” de 1961.

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