Michael Shifter: “Trump está considerando seriamente imponer un embargo petrolero a Venezuela”
POR Oscar Marcano
Michael Shifter es presidente del Diálogo Interamericano. Dirigió el Programa para Latinoamérica y el Caribe del National Endowment for Democracy, fue miembro de la junta directiva de Washington Office on Latin America (WOLA), y es profesor en Georgetown University. Sus artículos en The New York Times y en Foreign Affairs dan cuenta del estrecho seguimiento que realiza a nuestra región. Lo conocimos durante la 21 Conferencia CAF celebrada en Washington en septiembre del año pasado y tuvimos la oportunidad de departir con él en una cena a la que amablemente nos invitaran. Ahí nos enteramos de que además había vivido, primero en Lima, luego en Santiago de Chile entre 1987 y 1993, trabajando para la Fundación Ford. Shifter es un estudioso de los problemas venezolanos y en esta entrevista nos ofrece su visión sobre la posición de Estados Unidos con Venezuela.
En su momento, usted expresó su desacuerdo con las sanciones delDepartamento del Tesoro norteamericano contra funcionarios y operaciones de endeudamiento y/o liquidación de activos por parte del gobierno venezolano. Adujo que las mismas harían distanciarse aún más a los vecinos de Venezuela del enfoque de Estados Unidos y estimó que “si Washington quería construir un apoyo y forjar una posición común sobre Venezuela con Latinoamérica, estas acciones no eran la vía para lograrlo”. ¿Sigue pensando igual pese a los pronunciamientos del Grupo de Lima y las sanciones acordadas por la Unión Europea?
Creo que en el caso de Venezuela las sanciones individuales y financieras son un instrumento legítimo para presionar al régimen de Maduro, si funcionan. Pero siempre me he mantenido escéptico con respecto a su eficacia. Creo que debemos juzgar esas medidas por sus consecuencias reales a la hora de ayudar a resolver la crisis de Venezuela. Hasta ahora la evidencia no es muy motivadora. El gobierno está en una posición política muy fuerte. No critico la decisión de la Unión Europea sobre las sanciones: solo no estoy seguro de lo que van a lograr. Las declaraciones y la unidad que expresa el Grupo de Lima también son un paso positivo. Pero todavía pienso que es esencial que Estados Unidos, en conjunto con el Grupo de Lima, desarrolle una mejor estrategia para lidiar con un problema tan complejo. Si de algo estamos seguros es que no es sencillo y que no hay garantía de éxito. Pero en este reto crítico regional me impresiona que exista una falta de pensamiento estratégico y coordinación política efectiva.
En República Dominicana el gobierno del presidente Maduro echó por tierra la propuesta de los cancilleres que apuntaba a unas elecciones transparentes y al consiguiente restablecimiento del Estado de Derecho en Venezuela. En su lugar se confeccionó un traje a la medida presentado por su operador, el señor Rodríguez Zapatero, lo que obligó al consecuente rechazo opositor. ¿Cómo interpreta el fracaso de esa negociación y qué significación tiene para usted el juego de suma cero del gobierno venezolano?
El gobierno de Maduro probó ser intransigente en el diálogo guiado por Zapatero en República Dominicana. Los críticos están en lo cierto: el gobierno no actuó de forma seria; solo estuvo elaborando juegos y comprando tiempo. Por supuesto, no se podía esperar que accediera a todas las demandas de la oposición y renunciar al control que mantiene. Lo que queda claro es que no es democrático; en consecuencia, se aferra al poder y se rehúsa a ceder. Me pregunto: ¿será que la lección a aprender de este esfuerzo sin resultados es que las negociaciones para resolver la crisis en Venezuela ―bajo cualquier término, en cualquier momento― están necesariamente destinadas al fracaso?
En una entrevista concedida a un medio local, Todd Robinson, encargado de negocios de Estados Unidos en Venezuela, sostuvo que un embargo petrolero contra Venezuela estaba sobre la mesa. ¿Qué piensa usted acerca de la factibilidad, aplicación y efectos de un embargo al petróleo venezolano?
El gobierno de Trump está considerando seriamente imponer un embargo petrolero a Venezuela, especialmente en el contexto de las inaceptables condiciones que rodean las próximas elecciones. Esta idea ha estado en el mapa desde hace mucho tiempo, incluso durante los años de Chávez, pero ahora es una opción real. El razonamiento es que se han aplicado otras medidas y no han funcionado, así que es necesario recurrir a decisiones más radicales. Muchas compañías estadounidenses están presionando fuertemente en contra de esta idea y hay cierta preocupación porque ocurra un pico en los precios del petróleo en los Estados Unidos y a nivel mundial, lo que se convertiría en un problema político para Trump. Pero la preocupación principal es que un embargo petrolero podría solo profundizar la crisis humanitaria en Venezuela y así entrar en el juego de Maduro y su narrativa sobre una conspiración internacional. El gobierno ha mostrado una disposición casi ilimitada a imponer sufrimiento al pueblo venezolano. Aquellos que defienden el embargo argumentan que las cosas no pueden empeorar en Venezuela, pero lamentablemente están equivocados. Sí pueden.
El año pasado usted declaró que Estados Unidos estaba “tratando de tomar ventaja de la oportunidad que se le presentaba para ayudar a las naciones del Caribe”. En su aseveración aludía la imposibilidad de seguir haciéndolo el gobierno venezolano. ¿Cómo luce hoy la correlación de fuerzas en el escenario de CARICOM, en el que con la herramienta de Petrocaribe, Venezuela contó con un caudal inusitado de votos en la OEA?
Los países de CARICOM mantienen una variedad de puntos de vista sobre la crisis de Venezuela. Si de algo hay que estar seguros es que muchos de ellos continúan siendo leales a Maduro, tal y como se reflejó en la votación de la OEA con respecto a la Carta Democrática en junio del año pasado.
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