EL PELIGRO COMUNAL.
Visitamos la Comuna Negro Miguel, en Lara, frontera con Yaracuy, lo que para nosotros fue una inyección de optimismo. Conocimos el espacio recién tomado por 300 personas del lugar, el estado de abandono y desidia de lo que fue un fundo productivo, mientras se podía financiar con dinero extraído de otros fondos públicos, según nos dijeron. Conocimos el protagonismo de los comuneros, locales y vecinales solidarios, especialmente mujeres, muy claras en lo que hay que hacer. Son un saldo irreversible de este proceso histórico. La extensión de otras tomas. “como la chispa que encienda otras praderas”, y efecto demostración, es el temor terrateniente y otros neo propietarios enchufados. La perspectiva comunal se abre y coge brío, porque estamos de a toque ante proposiciones concretas y realizables que, desde lo colectivo, vislumbren salidas del atolladero programado en que nos han metido.
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