Comunicado de RBC: Panamá, entre el fascismo y la revolución
La Red de Blog Comunistas cree conveniente, aprovechando que uno de nuestros miembros conoce bien la situación político-económico-social del país centroamericano, realizar un análisis introductorio de la actualidad de Panamá, país que consideramos ilustrativo de las crecientes tensiones interimperialistas provocadas por la crisis económica y el derrumbe de la polarización hegemónica por la necesidad de la redistribución de los recursos. La situación, como en todo el mundo, y con las particularidades latinoamericanas, crea tensiones internas entra las clases dominantes locales, influenciadas por las que se producen entre las potencias imperialistas, y desarrolla resistencias, de pueblos, naciones y, en especial, de la clase trabajadora que, como se puede observar en un país como Panamá, ahonda su resistencia ante el agravamiento de la explotación y se dirige, cada vez con más firmeza, a la resolución de la tensión entre desarrollo del capitalismo fascista y revolución de Nueva Democracia a favor de la segunda.
Panamá es un país ilustrativo de los cambios que se están produciendo en el siglo XXI, como consecuencia de los cambios estratégicos provocados por el ahondamiento del enfrentamiento interimperialista consecuencia de la crisis económica y la lucha por la distribución de los recursos.
La situación estratégica de Panamá, en el istmo que une América del Norte con la del Sur, y su papel esencial en el control comercial por la existencia del Canal, hacen que las tensiones interimperialistas en su interior tengan rasgos característicos, entre ellos que el surgimiento por fuertes y mediatizados movimientos aparentemente antimperialistas, en realidad antinorteamericanos, no termine de prender, pues la oligarquía dominante se ha guardado bien de evitarlo, acrecentando su control ideológico tradicionalmente cosmopolita, con el apoyo de Estados Unidos.
Estados Unidos, que ve como el continente entero, antes bien dominado, escapa de las manos de su control, está utilizando Panamá como base contra los paises que desarrollan grandes movimientos nacionalistas y en los cuales la influencia rusa y china son cada día más evidentes.
En primer lugar, Panamá es un estado artificial, como tantos otros del entorno, creados por el colonialismo, formado por muchas naciones, aunque sea la minoria blanca, de origen europeo, la que se haya apoderado del poder y de las riquezas, y haya impuesto su visión particular e interesada de la patria. Esta minoria es, sin embargo, dependiente y servil a los intereses de Estados Unidos, haciendo que Panamá siga siendo una colonia con apariencia de nación libre, y donde los intereses del 85% de la población no importan a nadie.
En segundo lugar, las tensiones interimperialistas han provocado que el gobierno intente controlar con mayor contundencia a la creciente resistencia obrera y de las diferentes nacionalidades minoritarias, concentrándose el poder en el ejecutivo, multiplicandose la violencia institucional y profundizandose las medidas liberticidas contra la protesta y la resistencia. Entre ellas podemos destacar el endurecimiento del codigo penal, los asesinatos selectivos, las detenciones en masa, la búsqueda de la destrucción de los sindicatos, la liquidación del derecho de huelga y de la jornada de 8 horas.Se puede decir que, la situación internacional, además de las consecuencias de la crisis economica y la competencia por el mercado local y externo, han hecho que el capitalismo comprador tradicional desde el inicio de la creación de la República (1903) ha convivido de forma contrastada con el capitalismo burocrático , arrojando la apariencia democrática el lastre de derechos y humanismo y transformandose en un régimen totalitario (al servicio, eso si, de intereses ajenos). Hay que puntualizar, no obstante, que si bien esta convivencia pervivió desde la creación del estado, es ahora cuando el capitalismo burocratico está ganando la partida al capitalismo importador, en paralelo al desarrollo similar en todo el continente y a las fracturas que se producen entre los diferentes grupos dominantes debido al ahondamiento de la crisis interimperialistas y el agravamiento de su lucha por los recursos y la influencia economica"
De hecho, la crisis revolucionaria, producto de las tensiones entre la creciente resistencia interna, obrera y nacional, y la cada vez más fascista clase dirigente, hace que el dilema ante el que se encuentra la clase trabajadora panameña sea cada vez más claramente, entre Dictadura Fascista y Democracia Popular.
Evidentemente, la cada vez más evidente redistribución de los recursos, surgida tanto de la crisis económica como de la emergente lucha interimperialista en el entorno, ha provocado también que la minoría, dividida en facciones, luche cada vez más abiertamente por el control de las cuotas de poder y, en realidad, por las migajas de la riqueza sobrantes desde la metrópolis del norte. Por un lado, las mafias proeuropeas, de origen italiano, encarnadas por el ex-presidente Martinelli, y por otro, las familias proamericanas (Varela y los Motta), chocan por una posición privilegiada en el régimen dictatorial que se va asentando, mientras intentan jugar con la influencia de China y Rusia, cada vez más presente en la región, y el inmenso poder de Estados Unidos pues, no hay que olvidar que la economía panameña sigue siendo, de momento, una prolongación de la economía estadounidense.
La fascistización de Panama hace, junto con el resto de circunstancias citadas, que la pasividad de la clase trabajadora empiece a desperezarse, notándose un revivir de la resistencia y la movilización que arrastra cada vez más a otros sectores inmovilistas, en particular a aquellos que se han visto empobrecidos o afectados por la concentración del poder en menos manos y se han visto afectadas negativamente por la redistribución (clases medias, pequeños comerciantes, etc..), sin olvidar la creciente movilización campesina, por motivos económicos y nacionales, pues la mayoría de aquellos pertenecen a etnias excluidas de la visión mítica y artificial del Panamá blanco y capitalista.
Otro rasgo importante de la creciente tensión interclasista de Panamá es la influencia en el entorno del llamado socialismo del siglo XXI, en realidad un capitalismo burocrático con tintes de socialdemocracia y que, en algunos casos, tiene también ramalazos fascistas. Sin embargo, en cuanto a la lucha antimperialista o, mejor dicho, antiyankee, sirven de motor e influencia a las clases sometidas en otros paises como Panamá a los problemas consecuencia de la dependencia y sometimiento de la economía nacional a los intereses de Estados Unidos.
No obstante, hay que señalar que esos supuestos antimperialismos, muchos surgidos de la mano del socialismo del siglo XXI, y otros desarrollados por influencia de la creciente influencia económica de China o Rusia (recientemente se ha conocido que China ha superado como prestamista al Banco Mundial y al FMI juntos en Latinoamerica) y, en definitiva, a otro polo imperialista en la acelerada lucha por el control de los recursos y por la hegemonia mundial.
En todo caso, en Panamá, como en otros paises del entorno, las perspectivas revolucionarias que se abren han de hacernos reflexionar, en especial a la clase trabajadora panameña, de que es la hora de plantear la lucha por una Revolución de Nueva Democracia en el país centroamericano. No hay que confiar en las falsas esperanzas de un cambio democratizador desde "arriba" como hace la pequeña-mediana burguesía, el único camino posible es la creación de un Frente de liberación Popular Antifascista, anticapitalista burocrático y antiimperialista para lograr la soberanía política de todas las naciones que lo conforman frente a todo imperialismo y la emancipación y libertad de la clase trabajadora y campesina frente a las minorias antipatriotas, antilatinoamericanas y anticomunistas que lo han saqueado y sometido hasta la actualidad.
Panamá es un país ilustrativo de los cambios que se están produciendo en el siglo XXI, como consecuencia de los cambios estratégicos provocados por el ahondamiento del enfrentamiento interimperialista consecuencia de la crisis económica y la lucha por la distribución de los recursos.
La situación estratégica de Panamá, en el istmo que une América del Norte con la del Sur, y su papel esencial en el control comercial por la existencia del Canal, hacen que las tensiones interimperialistas en su interior tengan rasgos característicos, entre ellos que el surgimiento por fuertes y mediatizados movimientos aparentemente antimperialistas, en realidad antinorteamericanos, no termine de prender, pues la oligarquía dominante se ha guardado bien de evitarlo, acrecentando su control ideológico tradicionalmente cosmopolita, con el apoyo de Estados Unidos.
Estados Unidos, que ve como el continente entero, antes bien dominado, escapa de las manos de su control, está utilizando Panamá como base contra los paises que desarrollan grandes movimientos nacionalistas y en los cuales la influencia rusa y china son cada día más evidentes.
En primer lugar, Panamá es un estado artificial, como tantos otros del entorno, creados por el colonialismo, formado por muchas naciones, aunque sea la minoria blanca, de origen europeo, la que se haya apoderado del poder y de las riquezas, y haya impuesto su visión particular e interesada de la patria. Esta minoria es, sin embargo, dependiente y servil a los intereses de Estados Unidos, haciendo que Panamá siga siendo una colonia con apariencia de nación libre, y donde los intereses del 85% de la población no importan a nadie.
En segundo lugar, las tensiones interimperialistas han provocado que el gobierno intente controlar con mayor contundencia a la creciente resistencia obrera y de las diferentes nacionalidades minoritarias, concentrándose el poder en el ejecutivo, multiplicandose la violencia institucional y profundizandose las medidas liberticidas contra la protesta y la resistencia. Entre ellas podemos destacar el endurecimiento del codigo penal, los asesinatos selectivos, las detenciones en masa, la búsqueda de la destrucción de los sindicatos, la liquidación del derecho de huelga y de la jornada de 8 horas.Se puede decir que, la situación internacional, además de las consecuencias de la crisis economica y la competencia por el mercado local y externo, han hecho que el capitalismo comprador tradicional desde el inicio de la creación de la República (1903) ha convivido de forma contrastada con el capitalismo burocrático , arrojando la apariencia democrática el lastre de derechos y humanismo y transformandose en un régimen totalitario (al servicio, eso si, de intereses ajenos). Hay que puntualizar, no obstante, que si bien esta convivencia pervivió desde la creación del estado, es ahora cuando el capitalismo burocratico está ganando la partida al capitalismo importador, en paralelo al desarrollo similar en todo el continente y a las fracturas que se producen entre los diferentes grupos dominantes debido al ahondamiento de la crisis interimperialistas y el agravamiento de su lucha por los recursos y la influencia economica"
De hecho, la crisis revolucionaria, producto de las tensiones entre la creciente resistencia interna, obrera y nacional, y la cada vez más fascista clase dirigente, hace que el dilema ante el que se encuentra la clase trabajadora panameña sea cada vez más claramente, entre Dictadura Fascista y Democracia Popular.
Evidentemente, la cada vez más evidente redistribución de los recursos, surgida tanto de la crisis económica como de la emergente lucha interimperialista en el entorno, ha provocado también que la minoría, dividida en facciones, luche cada vez más abiertamente por el control de las cuotas de poder y, en realidad, por las migajas de la riqueza sobrantes desde la metrópolis del norte. Por un lado, las mafias proeuropeas, de origen italiano, encarnadas por el ex-presidente Martinelli, y por otro, las familias proamericanas (Varela y los Motta), chocan por una posición privilegiada en el régimen dictatorial que se va asentando, mientras intentan jugar con la influencia de China y Rusia, cada vez más presente en la región, y el inmenso poder de Estados Unidos pues, no hay que olvidar que la economía panameña sigue siendo, de momento, una prolongación de la economía estadounidense.
La fascistización de Panama hace, junto con el resto de circunstancias citadas, que la pasividad de la clase trabajadora empiece a desperezarse, notándose un revivir de la resistencia y la movilización que arrastra cada vez más a otros sectores inmovilistas, en particular a aquellos que se han visto empobrecidos o afectados por la concentración del poder en menos manos y se han visto afectadas negativamente por la redistribución (clases medias, pequeños comerciantes, etc..), sin olvidar la creciente movilización campesina, por motivos económicos y nacionales, pues la mayoría de aquellos pertenecen a etnias excluidas de la visión mítica y artificial del Panamá blanco y capitalista.
Otro rasgo importante de la creciente tensión interclasista de Panamá es la influencia en el entorno del llamado socialismo del siglo XXI, en realidad un capitalismo burocrático con tintes de socialdemocracia y que, en algunos casos, tiene también ramalazos fascistas. Sin embargo, en cuanto a la lucha antimperialista o, mejor dicho, antiyankee, sirven de motor e influencia a las clases sometidas en otros paises como Panamá a los problemas consecuencia de la dependencia y sometimiento de la economía nacional a los intereses de Estados Unidos.
No obstante, hay que señalar que esos supuestos antimperialismos, muchos surgidos de la mano del socialismo del siglo XXI, y otros desarrollados por influencia de la creciente influencia económica de China o Rusia (recientemente se ha conocido que China ha superado como prestamista al Banco Mundial y al FMI juntos en Latinoamerica) y, en definitiva, a otro polo imperialista en la acelerada lucha por el control de los recursos y por la hegemonia mundial.
En todo caso, en Panamá, como en otros paises del entorno, las perspectivas revolucionarias que se abren han de hacernos reflexionar, en especial a la clase trabajadora panameña, de que es la hora de plantear la lucha por una Revolución de Nueva Democracia en el país centroamericano. No hay que confiar en las falsas esperanzas de un cambio democratizador desde "arriba" como hace la pequeña-mediana burguesía, el único camino posible es la creación de un Frente de liberación Popular Antifascista, anticapitalista burocrático y antiimperialista para lograr la soberanía política de todas las naciones que lo conforman frente a todo imperialismo y la emancipación y libertad de la clase trabajadora y campesina frente a las minorias antipatriotas, antilatinoamericanas y anticomunistas que lo han saqueado y sometido hasta la actualidad.
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