PESE A TODO, PERSISTIREMOS…

Ya
habíamos comentado sobre el discurso del Presidente Santos, que vuelve a
ponerse de manifiesto en su reciente posesión. También hemos señalado el
alineamiento total de los grandes medios con el sentir de la clase dominante.
Los dos, incluyendo al Centro Uribe, se enfadan sobremanera cuando no
expresamos lo que sueñan oír de nosotros.
La
gran prensa se corresponde en realidad con poderosos consorcios de capital
dedicados a la labor específica de difundir su propia manera de pensar en el
resto de la sociedad. Todos los acontecimientos que para llegar al conocimiento
público pasan por su conducto, son deliberadamente presentados del modo que
resulte más conveniente a sus intereses.
Así
sucede en el campo internacional, en donde el pueblo palestino perseguido, y
violentado durante setenta años, resulta el verdadero agresor, carece de
derecho a la defensa y no tiene otra alternativa que someterse al exterminio
decretado por el capital sionista. Se consideran malhechores a Cuba y
Venezuela, mientras se aplaude por justo a los Estados Unidos.
Y
así sucede también en el escenario nacional. Las guerrillas son las
responsables de haber iniciado la larga confrontación, y son las verdaderas y
únicas responsables de todos los horrores sucedidos en el curso de ella.
Mientras tanto se santifican los monstruos civiles y militares, que, por gozar
de enormes peculios, tienen asegurada su respetabilidad.
La
humanidad entera es testigo de la imposición de una manera de pensar según la
cual todo aquel que apela a las armas es un bárbaro sin escrúpulos. Sin
importar las razones por las que lo haga. Lo cual se difunde haciendo invisible
el hecho protuberante de que los más ricos y poderosos fabrican las armas,
tienen los más grandes ejércitos y hacen las mayores guerras.
A
nadie se le ocurre que George Bush deba responder por el más del millón de
civiles muertos en Irak como consecuencia de la invasión ordenada por él en
aras del interés de las grandes petroleras. Así como resulta inconcebible que
Álvaro Uribe deba responder aquí por sus crímenes masivos en interés del
latifundio mafioso y las trasnacionales.
La
ideología dominante, alimentada diariamente por los grandes medios de la
información o de la manipulación, exige en cambio que los de abajo, los
rebeldes, los que se oponen a la invasión y el despojo de su patria por Israel,
los que combatieron a los gringos en Irak, o los guerrilleros que enfrentan la
máquina del horror en Colombia, sean condenados sin piedad.
Para
ellos no cabe otra oportunidad que el más cruel de los escarmientos. Así lo
exigen el gran capital y los terratenientes, así lo proclaman los medios.
Expertos graduados en sus mejores universidades ponen su talento inmediatamente
a su servicio, todo aspirante a ocupar un lugar bajo la sombrilla de los grandes
se alista para ocupar su puesto en la cruzada.
Nosotros
no llegamos a una mesa de diálogos porque estuviéramos vencidos o
desencantados, sino porque siempre hemos creído en las vías civilizadas, porque
creemos que pese a todo es posible alcanzar, con el apoyo de las grandes
mayorías colombianas, unos acuerdos dignos que se funden, por una razón
elemental, en la proscripción bilateral de la violencia.
Rechazamos
de plano, por ser contraria a la realidad histórica, la idea de que la clase
dominante colombiana, sus partidos políticos tradicionales o sus mixturas de
hoy, sus gobiernos, el Estado como tal, los grupos económicos, la gran prensa y
muchos otros sectores a la sombra del poder, tienen las manos limpias de sangre
del pueblo colombiano.
Todos
ellos, animados por el vulgar afán de lucro, en coordinación plena o de
rodillas ante los gobiernos norteamericanos de la posguerra, han violentado en
todas las formas, repetida y sistemáticamente, a campesinos, obreros,
estudiantes, intelectuales, partidos de oposición revolucionaria y demás
sectores populares en lucha. No lo pueden seguir negando.
Hasta
el punto de generar esta guerra de respuesta a sus atrocidades y a su
impunidad. No nos sorprende por eso el manto de silencio con el que la gran
prensa ha tratado los distintos foros sobre víctimas celebrados hasta la fecha.
En todos ellos ha salido a relucir esa gran verdad. Los verdaderos autores y
responsables por los horrores de este largo conflicto son ellos.
Si
decidieron ensayar la vía de los diálogos fue con el propósito de obtener en la
Mesa de Conversaciones la victoria que les ha sido negada durante medio siglo
en los campos de batalla. Para los sectores dominantes en nuestro país la
salida política tiene sentido solo si garantiza su reinado absoluto por mil
años más, sólo si condena al infierno a los alzados.
Y
es eso en realidad lo que se oculta tras la nueva andanada retórica y
mediática. Sus amanuenses en la gran prensa chillan que el Estado reconoció las
víctimas y expidió una ley para repararlas, que ha pedido perdón un par de
veces. Como si eso bastara para cambiar las cosas, como si no estuvieran
empeñados en dejar intacta la máquina del crimen.
Achacarnos
a nosotros todos los males es el tema de moda. Siempre lo ha sido. Pervertir
cuanto decimos, manipularlo, demonizarlo. Nuestra mejor disposición, que existe
sin duda, de explicar cuanto sea necesario y asumir las correspondientes
consecuencias, sabemos que se enfrenta a la bajeza y la perfidia de quienes
aspiraran con desespero a triturarnos.
Pero
estamos en esto. Convencidos de salir adelante, seguros de que tras un acuerdo
de paz Colombia no seguirá siendo la misma. En eso precisamente nos
diferenciamos de nuestros adversarios, ellos solo aspiran a sacarnos del
medio para no cambiar nada, para que todo siga igual. Gruñen y amenazan en
cuanto se les complica, pero ni modo, somos distintos a ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario