Álvaro Silva Calderón:
“Cuando se le dispara a Venezuela también se le dispara a la OPEP”
Esta sanción es en contra de Venezuela individualmente o es en contra de la Organización de Países Exportadores de Petróleo?
—De las dos. Es bien sabido que Venezuela ha sido un país no sólo fundador, sino que le ha dado grandes aportes a la OPEP. Cuando se le dispara a Venezuela, se le dispara a la OPEP en cierta forma. La OPEP es una persona de derecho público internacional que goza de inmunidad. El tratado que le da origen cumple con todas las normas internacionales, es reconocido por las Naciones Unidas. La acción de EEUU es improcedente desde el punto de vista del derecho internacional. Que Venezuela le suministre insumos petroleros o haya intercambio o triangule producciones con otros integrantes de la OPEP está dentro de lo establecido en el tratado de la organización. Ningún país tiene derecho a entorpecer, torpedear o vulnerar un tratado internacional válidamente suscrito como es el de la OPEP. Estas medidas no tienen fundamento internacional y están inscritas en la estrategia de someter a la OPEP a los lineamientos de los grandes consumidores. Ellos quieren que les suministren la cantidad que ellos quieran y en el momento en que quieran. Cuando ellos hablan de tener seguros suplidores lo que quieren decir es mucho petróleo barato. Cuando hablan de seguridad energética lo que quieren decir es seguridad en los suministros a precios bajos.
—En el escenario de una interrupción de las ventas a EEUU, ¿qué tendría que hacer Venezuela?
—¿En qué sentido? ¿Quién las va a interrumpir? Venezuela no está en esa tónica. Por el contrario, ha dicho siempre que va a cumplir sus compromisos, que es un suplidor seguro en las malas y en las buenas, en la guerra y en la paz. Venezuela no ha amenazado con embargos. No sé cómo podría venir una suspensión, a menos que venga del otro lado, que EEUU no quiera comprar, pero lo veo muy difícil, jeje.
—¿Es inviable esa posibilidad de que EEUU agudizando sus sanciones, deje de comprar?
—Muy remota. A lo más que se llegó fue a las restricciones petroleras en la época de (Dwight) Eisenhower, cuando se impusieron unas cuotas destinadas a proteger su producción interna y darle trato preferencial a México y Canadá.
—¿La certificación de la Faja del Orinoco como reserva de crudo aprovechable comercialmente y ya no como extrapesados de muy baja calidad o bitúmenes genera más riesgo para Venezuela de una posible acción violenta imperial, una intervención estilo Libia?
—Ciertamente, si la lucha es por la energía, por petróleo, por supuesto que los países que tienen grandes reservas están en la mira de los grandes consumidores. Si no tuviéramos petróleo, tal vez no estaríamos amenazados.
—Pero, ¿la nueva manera de ver la Faja influye en que haya más riesgo?
—Ellos han sabido siempre lo que hay en la Faja. Es más, cuando hablábamos de reservas probadas de 300 mil millones de barriles, sus oficinas de petróleo dijeron que eran más de 500 mil millones.
—Usted, que estuvo tantos años en la oposición parlamentaria, ¿cómo evalúa la actuación de la bancada de la Mesa de la Unidad Democrática en el debate sobre este tema?
—Desde el punto de vista nacionalista, como venezolano, creo que no tiene sentido. Aún las oposiciones más radicales, cuando al país se le presenta una amenaza, ofrecen solidaridad. Sería oportuno recordarles que en 1902, cuando las potencias europeas invadieron nuestro territorio, bloquearon nuestros puertos y nos atacaron, los que estaban presos por razones políticas, desde sus cárceles, le dieron apoyo al gobierno de Cipriano Castro, quien les concedió amnistía y salieron a apoyar al país.
—Aparte de Irán, Venezuela tiene como nuevos socios petroleros a grandes potencias como China y Rusia. ¿Esas relaciones serán provechosas? ¿Usted las hubiese avalado en sus años de diputado del MEP?
—En mis años del MEP y en mis años de gobierno también. Es una política correcta. Todo productor trata de diversificar los mercados. Los países monoproductores no sólo dependen de un producto, sino que muchas veces dependen de un solo comprador, es una dependencia doble. Venezuela es vanguardia.
—¿Cuál fue el momento más difícil como secretario general de la OPEP?
—Me tocó un período nada tranquilo, el de la invasión a Irak. Hubo 12 conferencias en año y medio, cuando lo normal es que haya dos por año. Me tocó hacer más de 20 misiones al exterior. El gobierno títere que nombran los invasores en Irak solicitó ingreso a la OPEP. Como secretario general, me opuse. No era yo quien podía detenerlo, porque es una potestad de la Conferencia, pero sí dejé claro que no me parecía que debía aceptarse porque era un gobierno invasor. Fue un momento diplomáticamente difícil.
—Siempre se habla de la influencia del grupo árabe en la OPEP. ¿Es cierto que ellos mandan?
—En cualquier asociación, el que tiene más recursos tiene una influencia mayor. Siempre tomamos medidas para garantizar la igualdad, pero eso no impide que estos países, que tienen un entendimiento entre sí por razones culturales y lingüísticas, hagan equipo. Sin embargo, la presencia de Venezuela siempre ha sido muy importante en la organización y desde la llegada del presidente Chávez nuestra voz ha sido aún más respetada.
—Tras su salida del cargo, ¿ha disminuido esa influencia?
—Sigue teniendo un papel destacado, hay un liderazgo en las iniciativas. Venezuela siempre lo ha tenido porque legislamos internamente a diferencia de otros países, siempre damos el ejemplo. Durante varios años tuvimos un bache, pero con Chávez hemos vuelto a ser vanguardia.
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El terco de Teresén
Álvaro Silva Calderón es doctor en Derecho por la Universidad Central de Venezuela, tiene 80 años y nació en Teresén, un pueblo tan recóndito de Monagas que para dar las señas hay que decir que “está más allá de Caripe del Guácharo”. Así de lejos.
Y lejos ha llegado este monaguense que ocupó la secretaría general de la OPEP entre mediados de 2002 y finales de 2003. Previamente había sido el Ministro de Energía y Petróleo de Venezuela, un reconocimiento a su larga trayectoria en las luchas por la nacionalización del petróleo, primero; y contra la desnacionalización, luego.
Como diputado del Movimiento Electoral del Pueblo, luchó quijotescamente contra la apertura petrolera, que era presentada por la tecnocracia neoliberal reinante como la gran panacea para este pobre país rico. “En el Congreso hablábamos para las actas, porque ni siquiera nos oían. Pero nunca perdimos las esperanzas, éramos medio tercos. Íbamos a los tribunales y escribíamos en los periódicos”, relata.
—¿Cómo se siente cuando ve a otros que dieron también esa lucha colocados en el otro bando?
—No son muchos. Los de mi grupo éramos muy cohesionados ideológicamente. Algunos ya no están tan activos, estamos envejecidos, otros han fallecido, como Gastón (Parra Luzardo), un hombre consecuente desde la universidad hasta sus últimos días. (Domingo) Maza Zavala, a pesar de que tuvo posiciones críticas, y Radamés Larrazábal, quien siempre se mantuvo muy firme.
—¿Valió la pena?
—Claro, hemos podido corregir la apertura y poner orden.
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