jueves, 6 de diciembre de 2018


Salvando vidas por el mundo
Por: Roberto Hernández Montoya
Cuando lo extraordinario se hace cotidiano, es la revolución (Che).
Nunca antes un país, como Cuba, consagró una parte de su población a la salud de otros pueblos. En los libros de historia predominan egoísmo, crueldad y genocidios. Con excepciones. La de Cuba es luminosa.
Hay otra: El ejército venezolano solo salió de su territorio a liberar naciones, no a oprimirlas. Combatientes de Cuba salieron a lo mismo, con el añadido de un contingente médico y paramédico dedicado a combatir la enfermedad.
A veces no vemos cuando lo extraordinario ocurre a diario. Lo tenemos enfrente y es tal la campaña de descrédito que sufren estos dos países que apenas nos atrevemos a señalarlo por el chantaje de que nos llamen adulantes. Me declaro adulador. Es que, además, son hechos que me constan, literalmente en carne propia.
¿Qué país ofrece en el invierno combustible de calefacción a poblaciones menesterosas? Venezuela. ¿Qué país envía medicina a zonas de desastre? Cuba. Y ambos países devuelven insistentemente la vista a cientos de miles.
Desde 1963 Cuba ha enviado más de 400 000 profesionales de la salud a mejorar los índices sanitarios de 163 países. Desde 2005 el Contingente de Médicos Especializados «Henry Reeve» ha atendido a 3,5 millones de personas y ha salvado 80 mil vidas. Se dice fácil.
He visto Centros de Diagnóstico Integral atender a la gente sin distinción política, religiosa, regional, nacional. Y lo hacen con profesionalismo y dedicación, con una desconcertante mezcla de seriedad y cordialidad. Invito a quien no me crea a comprobarlo personalmente. Vi cómo un sábado salió una cuadrilla a recorrer un barrio de Petare para detectar enfermedades y remitir a hospitales a quienes no pudieran atender ahí mismo. No me lo contaron.
Gratis. Tengo muchas cosas buenas que decir de la medicina venezolana, como que me ha salvado la vida tres veces, por ejemplo. Pero ha sido a pesar de que casi siempre hubo que pagar. La gratuidad no es solo un respiro económico sino un elemento estratégico que despeja toda sospecha de ventajismo mercante.
Lo extraordinario se está haciendo cotidiano, aquí y ahora. Te invito a verlo con la misma generosidad de Cuba y Venezuela.

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