¿Y CUÁNDO HA HABIDO DEMOCRACIA EN ESPAÑA?
Kloriamel
Yépez Oliveros
A España nos une por fatalidad indisoluble, el
idioma; impuesto siglos ha, por la espada y la cruz genocidas, asaltantes de
estas tierras tan lejanas y ajenas a esos signos nefastos que truncaron para
siempre el proceso de toda una civilización milenaria arrasada por la
Inquisición, la sevicia, y las supercherías religiosas de un imperio decadente
en los albores de la civilización burguesa.
Así estrenó calzoncillos la burguesía continental
en estas tierras del “Nuevo Mundo”, cuya única novedad consistió en tributarle
culto a las manos invisibles del capital monoteísta. Ya no hubo Sol ni Luna
para iluminar cosmogonía alguna y la lluvia dejó de ser el llanto sensual de
las nubes preñando los maizales; pero el maíz no es oro aunque sus barbas
tengan igual brillo y la tecnocracia progresista, santa palabra de Pablo VI, lo
desgrane en etanol para sembrar confort en las súper autopistas.
La lluvia, a partir de la bestial aculturación
católica, desbordó los ríos al lado de los cuales se apiñaron chozas llenas de indios
desnutridos, ágrafos, nudistas, herejes, malditos.
Según la mitología judeocristiana ascendimos al
tercer milenio en el año 2001, dice Wikipedia que el 10
de enero, yo no estoy de acuerdo porque el hito lo marca el nacimiento del hijo
de Dios que según la tradición ocurrió en navidad, no en año viejo, porque ésta
es fiesta pagana para celebrar el tránsito entre la vida y la muerte; tal cual
le sucede a muchos en esa fecha de excesiva jarana; como diría un hincha del
Real Madrid, pendiendo de la buena o mala suerte del Barça este 10
de octubre.
Y aunque usted no lo crea -desorientado por lo que
acontece en el nicho natal de Joan Manuel Serrat, José Agustín Goytisolo, Pablo
Casals, Joan Miró, y otro montón de bardos, músicos, locos, y borrachos del siglo
XX-, estamos en pleno siglo XXI faltando poco para arribar al primer cuarto de
centuria.
Admito, sin que me queden rubores por dentro, mi
absoluta insuficiencia en historia de cualquier rincón planetario;
particularmente Catalunya, Catalonha, o
Cataluña, territorio temerariamente husmeado en este texto plagado de
interrogantes sobre la socio política de esta ¿nación, autogobierno,
protectorado, apéndice, colonia, o qué?, y la socio historia de esta juntera
ciudadana (Principado en el siglo XVI), empeñada en convertirse en País,
mediante un abracadabra referendario en oposición a una monarquía cínica y
corrupta hasta el dinástico ácido desoxirribonucleico que les tiñe la sangre de
azul.
Dispuesta a comprender la Catalunya hasta sus
profundidades raigales -manía irradiada por Hugo Chávez con sus amplios,
llanos, y geniales saberes llaneros-, intenté caminarla desde la épica inicial,
¡pero qué va!, es imposible destejer en pocas horas los pequeños tomos de la
Historia de España, Editorial siglo XXI; con Carlomagno, Visigodos, invasores
romanos, griegos peludos olorosos a cabra, fantásticas guerras tribales,
legendarias regiones, idílicos ríos; y el Mediterráneo bañando -en vino y
alioli-, el imaginario de tanto relator de historia escrita por los vencedores.
Dato referencial sobre la petulancia y presuntos
orígenes de la godarria criolla: “La herencia goda no vino sólo por la herencia
física sino por el espíritu que dejaron en nuestras instituciones. Que los
godos no formaban sino minoría en la Hispania post-romana no es un secreto. Que
una minoría rectora es la que a veces responde por todo un país y hace de él un
Estado no debería tener que ser recordado. Los godos españoles eran los
Visigodos o Godos Nobles.”
Volvamos a la interrogante inicial ¿cuándo ha
habido democracia en España? Como no se trata de una simple polémica entre
demócratas librepensantes, sino de una arista que punza la debacle
civilizatoria que alborota este siglo, vamos a escudriñar este gato para ver
cuántas patas tiene. Ninguna revuelta popular -la catalana lo es, con todo y su
apariencia de berrinche cívico-burgués-, deriva de una simple y pasajera
diferencia de opiniones entre iguales.
Resulta que Catalonha tiene un poco más de siete millones y
medio de habitantes, suficientes para el desarrollo sustentable de su lucrativa
economía turística, y su poderosa industrialización. El modo como disponen de
estos sustanciales ingresos -una vez
cumplido el diezmo avaricioso infringido por España-, diseña su entramado de
clases sociales, su dinámica intestina, su dialéctica urbana y rural; es decir:
las ventajas comparativas y competitivas de la burguesía catalana para
enfrentarse al imperio español y al norteamericano.
Por los vientos que soplan desde
el Ebro, parece ser que la desprestigiada realeza encontró en Catalunya la
horma de su zapato, el principio del fin de su medieval dictadura política.
Parece ser que la burguesía catalana ¡por fin! se quitó el luto, entendió que
llevar duelo por Franco es, como mínimo: ridículamente anacrónico.
El panorama Catalán no tiene
nada de plano, ni siquiera de tridimensional porque ninguna sociedad lo es.
Pero la sociedad catalana, su complejidad fáctica en este momento, tiene que
ver con los rizos que el tiempo le ondula a la historia. Y la historia no se
repite aunque a veces sea refleja como en este caso: la burguesía, ahora
rancia, le clava los dientes a la monarquía, le muerde ferozmente la yugular. Esta rebelión plebeya, más no pobre, se alza
contra los residuos de la sociedad feudal europea y parece el epílogo
postergado de la Revolución Francesa. ¿Cuándo ha habido democracia en España?
Cosas, muchas cosas fantasmean este mundo: Un fantasma recorre Europa, dijo
Alberti.
La voluntad independentista de
los catalanes no es asunto exclusivo de ellos, es cuestión de todos, en
especial de los proletarios, de los asalariados, de los plusválicos del mundo, de
los excluidos; de los obligados a perder cualquier cadena atávica, para quebrar
definitivamente el régimen patriarcal de explotación capitalista.
En cuanto a Cataluña no tienen
lugar las vacilaciones intelectuales, las ambigüedades políticas, las dudas
filosóficas: es o no es. España está hambrienta de República y este es el
momento de nutrirla junto al pueblo catalán, que es, en última instancia, quien
protagoniza y decide la historia, aunque por ahora a la vanguardia estén la
pequeña y la gran burguesía. Mientras Rajoy, y el Rey hijo del Rey dicen que
Maduro es dictador, resentidos porque Bolívar los expulsó del paraíso y Chávez
los mandó largo a su madre patria de ellos, recalcándoles que la soberana
democracia participativa la protagoniza el pueblo en la República Bolivariana
de Venezuela.
Pero Rajoy, y el Rey hijo del
Rey, y Trump, no saben cómo es que se bate el cobre en Venezuela, no tienen
idea de lo que somos capaces, no han cruzado por Angostura el Orinoco, no han
probado mañoco ni empanadas de cazón, ni chicharrones con arepa pelada. No han
visto el Catatumbo. No han oído el rugir del cunaguaro ni la canta de los
alcaravanes en las sabanas. Tampoco beberán cocuy a la luz de un crepúsculo
larense.
Tampoco se han enterado que en
la República Bolivariana de Venezuela mandamos las guarimbas a freír monos
porque nos fascinan las elecciones para todo, con todas y todos eligiendo lo
que nos dé la gana cuando nos da la gana, que cualquier hora es buena para
postularnos, para ir a votar, para celebrar, para cantar y reír con ganas
porque tenemos la vida bien puesta y los sentimientos a flor de piel, y las
emociones bonitas se las regalamos todos los días a Hugo Chávez, nuestro
presidente invicto, nuestro Presidente eterno, nuestro soldado Comandante
querido. Nuestro veguero inmortal.
Ah, y para colmo de democracia:
un periodista muy conocido él, empleado en una de esas empresas que pululan en
este país, las que pretendiendo descalificar adjetivan de “presuntas” cualquier
declaración del Presidente Maduro y de los ministros, califican líderes de la
oposición o presos políticos a quienes apenas son cabecillas de bandas
criminales, las que celebran
solemnemente el 4 de julio, Halloween, y Santa Claus; en una de esas, la más
intrigante, capciosa, proyanqui, antichavista y golpista, destaca en horario
estelar un programa de entrevistas al servicio del Puntofijismo ultra
derechista, y de la palangre cipaya y sediciosa, cuyo productor, director y
conductor, es hermano de nuestro actual Ministro de Comunicación e Información.
¿Quieren más democracia? O mejor: ¿Cuándo ha habido democracia en España?
1 comentario:
Mafalda:
Estoy casi de acuerdo con casi todo lo que señalas.
Creo que una escritora talentosa como tu puede prescindir de la mayoría de los adjetivos y de las afirmaciones peyorativas.
Así y todo te quiero.
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