martes, 20 de diciembre de 2016

Cuentos de guerrillas Dos cuentos de Elías Abrahán Eljuri
Don Ace, alias El Pingüino 

Elías Abrahán Eljuri, economista, profesor de la Universidad Central de Venezuela y jefe de estadísticas del proceso bolivariano venezolano, tiene una recopilación de cuentos de los 60, que entre la realidad y la fantasía, se han podido recopilar. Aún se recuerda una visita-estadía cuando subió a la guerrilla venezolana. Pernoctando en una hamaca se le subió una serpiente por las cabuyeras y le encajó sus colmillos en una oreja. Eljuri, sorprendido al ver la culebra y sabiendo su inevitable desenlace, a falta de suero anti ofídico, pidió a gritos a los combatientes: -Tráiganme una hoja de papel y un lápiz para despedirme de mi esposa, me acaba de morder una culebra. Enseguida los compas buscaron el papel y el lápiz, pero cuando se lo van a dar a Elías, ven la culebra en la hamaca y empiezan todos a carcajearse, jajajaja se ríen, -Toma, escribe si quieres tu despedida, pero no vas a morir, es simplemente una bejuquilla y no es venenosa. Era la chanza que le tenían y se mofaban cada vez que Elías aparecía. En otra oportunidad, dando clases en la UCV, le llega por un correaje, un mensaje escrito. En el papelito, bien dobladito, le pedían con urgencia, irse ya, a un pueblo oriental donde estaba enconchado uno de los líderes del movimiento subversivo. Presto a cumplir la orden, les comunica a sus alumnos que entreguen de inmediato sus exámenes. Ante los sorprendidos estudiantes, les explica, recogiendo los papeles firmados, que lo que quería medir era el tiempo y su capacidad de respuesta inmediata. -Es una prueba diagnóstica, que nada vale en esta oportunidad, les dijo. Salió sin cambiarse, su impecable flux negro. Llegando al pueblecito oriental, buscó la concha donde se escondía el camarada clandestino. Inútil fue pasar desapercibido en el pueblo. Con su atuendo y su nariz árabe prominente, resaltaba su parecido a un pingüino en un caluroso pueblo. Para más ñapa, en esa época había una promoción de un jabón, donde un personaje llamado Don Ace, le regalaba costosos obsequios a la casa seleccionada, si ésta poseía dicho detergente. En este caso, era un carro lo que se otorgaría al dichoso beneficiario. Antes de dirigirse directamente al domicilio seleccionado, se hacía una agitación con parlantes en todo el barrio, cosa que permitía ir aglutinando una multitud que en expectativas acompañaba al personaje. Cuando aparece Eljuri, enfluxado, en el centro del pueblo, alguien gritó: ¡Llegó Don Ace! Abrahan no podía zafarse de la multitud, y sin comprender el asunto siguió avanzando hacia el escondite del compañero clandestino, que al verlo por una rendija caminar entre la muchedumbre, no le quedó otra que brincar solares y perderse entre sus bases de apoyo. Y dice la joda que un paisano que sí se percató del asunto, le comentó discretamente a su compadre, en voz oriental: - Si, si, si, ese debe ser el contacto de Caracas que viene a buscar a David, el espía. Él está escondido en esa casa, y ya debe haber transmitido por radio a La Habana, Cuba, la noticia de la llegada del hombre pingüino

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