viernes, 2 de diciembre de 2016

 "CRÓNICA GUERRILLERA DEL GENERAL CUBANO ARNALDO OCHOA EN VENEZUELA 1966 "
Rafael Pompilio Santeliz. 
Baltazar Ojeda junto a Lunar Márquez, Oswaldo Barreto y Luben Petkoff formaron un movimiento que se llamó MOSAN (Movimiento de Salvación Nacional) Ellos junto a un grupo de internacionalistas cubanos encabezados por el, luego General, Arnaldo Ochoa, Organizaron una expedición penetrando por el Cocal de los muertos por los lados de Chichiriviche, estado Falcón, allá por el año 1966. Ochoa era Comandante, jefe del Ejercito del Centro y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, junto a sus iguales Raúl Castro y Ernesto Che Guevara, responsables del Ejercito de Oriente y Occidente respectivamente. Para el tiempo era un joven de unos 25 años, de aspecto indio con apenas cuatro pelos en la barbilla. Los cubanos, veteranos de la Sierra Maestra se incorporaron con mucha humildad y respeto a la guerrilla venezolana. Formaron parte de una Columna guerrillera internacionalista llamada Argimiro Gabaldón. Junto a los nativos, eran unos cien combatientes que iniciaron la llamada Gran marcha, pasando por varios estados desde las montañas cercanas a la Virgen, del estado Yaracuy, hasta Los Andes. Arrollaban en el muerde y huye, como emulando a Bolívar en su guerra a muerte. Las condiciones geográficas y políticas, por supuesto, eran muy diferentes a Cuba. Los insurrectos pedían combate en un momento de reflexión y repliegue de las direcciones tradicionales. Aún así, fue una marcha de mucha muerte y combate. Los que sobrevivieron se fueron bravos por falta de guerra. El combatiente cubano es arriesgado, pelea avanzando y gritando improperios a la tropa: -¡Ven a mamarme esta pinga, cojones, hijo de puta, cobarde! adelantaban los isleños, mientras el combatiente venezolano se parapetaba detrás de árboles y rocas para protegerse en el combate. En medio de la trifulca, unos de los comandantes le gritaba a Ochoa que se tendiera, pero este igual seguía avanzando gritando sus groserías. Entonces, en medio de esa indisciplina en el calor del combate, el General Arnaldo Ochoa cae herido de un balazo en el tobillo. Retirado por otros combatientes, sale del cerco, replegándose a territorios de descanso. Ya en la noche, viene el balance, la crítica y la autocrítica. El Comandante venezolano fue duro con su igual. -Aquí hay que aceptar órdenes, sobretodo en el combate. Compañero, cuando se le diga ¡Tiéndase!, haga caso, tírece al suelo y ramplee. Entonces el General Ochoa, haciendo gala del humor Caribe, le contestó en tono cubano: - Pero óyeme, mi socio, si te hago caso y me tiendo me hubieran pegado en la cabeza, y no estaríamos en esto. Fue su lógica sepultante."

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